Las emociones de la profesión docente de Miguel Ángel Santos Guerra, publicado por Homo Sapiens en 2023, es un libro con el que podemos conocer bien las ideas y sentimientos del autor porque Santos Guerra es todo un referente en esto de las emociones, no escribe teorías, nos emociona con sus prácticas y nos demuestra con amplitud su gran amor por la educación y por la profesión docente.
La vida de los docentes está llena de dificultades y contratiempos, esfuerzo e incertidumbre, sinsabores y preocupaciones, dudas y constante inquietud. Y también de profundas y gratificantes emociones. Con una trayectoria docente de más de medio siglo, el autor comparte las emociones que provienen de la relación con alumnos y alumnas, experiencias intensas, encuentros, escritos y conferencias, seminarios, talleres… Muchos podrán verse reflejados en el espejo de estas páginas. Los jóvenes que empiezan encontrarán en este libro un poderoso aliciente para vivir con pasión la tarea de educar porque trabaja con la mente y con el corazón de las personas. Un libro para emocionarse.
Así comienza este libro “ Para quienes han dedicado su vida o la están dedicando o la dedicarán en el futuro a la tarea educativa, la más hermosa, difícil e importante que se le ha encomendado al ser humano en la historia: trabajar con la mente y el corazón de las personas”.
Esta gran dedicatoria recoge el sentir del autor hacia la profesión docente, hacia las personas que dedican su vida a engrandecer a los estudiantes, tanto culturalmente como emocionalmente. No olvidemos nunca que tratar con el alumnado, sea de la etapa educativa que sea, exige un acercamiento personal y un descubrimiento personal que está influyendo en su proceso de formación y que no podemos dejarlo al lado.
Leer a Santos Guerra, si te gusta la educación, siempre es una garantía. Sabes que vas a aprender y que te va a enseñar a acercarte al corazón de las personas. Su narrativa es ágil y muy amena, utiliza con frecuencia anécdotas, metáforas, e historias que te llenan de sentimientos nobles. No podría haber mejor persona que hablara de las emociones, a sabiendas que escucharlo y leerlo es del todo emocionante.
El libro está dividido en siete apartados, cada uno con su correspondiente Presentación,: Emociones que regalan los alumnos y las alumnas; Emociones que brinda la experiencia; Emociones que generan las personas; Emociones que proceden de la palabra; Emociones que suscita la escritura; Emociones que produce la dirección; Emociones que dejan quienes se van. Sigue leyendo
Pasión Nails de Rosario Izquierdo, editado por Alianza en 2024, es un libro curioso en el que la autora se introduce en un barrio periférico y, a través de un salón de belleza, va entablando unas amistades y unas reflexiones curiosas. Podríamos decir que parece un experimento sociológico.
Una mujer. Un barrio «al que no va nadie». Una revolución de colores.
A Pepa se le cae la casa encima estos días: ha pasado los cincuenta, le ronda una menopausia incómoda, la sensación de invisibilidad que da estar en paro y mandar CVs sin respuesta, un marido al que llama el santo Job y una hija que cada día la necesita menos. Así que se echa a la calle a pasear donde nadie la conozca, a darse pena a sí misma, a no pensar. Y en uno de estos itinerarios se topa con el rótulo fluorescente de un salón de manicura, el tipo de sitio al que una mujer como Pepa no ha entrado en su vida.
Las uñas de colores cambian en muchos sentidos la vida de Pepa y la de las mujeres que atienden ese salón, Pasión Nails, donde se forjan unos vínculos inesperados que nos hablan de privilegio, de clase, de género y de generación. Una historia sencilla en el mejor sentido, que sucede aquí y ahora, y que nos descubre un mundo en el barrio de al lado.
Es curiosa la simplicidad de esta historia que te hace reflexionar sobre un mundo en el que siguen existiendo clases, en el que hay diferentes culturas que siguen menospreciando el valor de las mujeres.
Pepa, la protagonista de esta historia, se siente mal con ella misma y decide salir a la calle, cruza la autopista y se encuentra con un barrio marginal, con grandes bloques de cemento y escasa arboleda, y todo eso está a pocos minutos de su propia casa.
En esa inmersión en el barrio se topa con el salón de belleza y decide entrar, es ahí donde se suceden las historias, donde las mujeres hablan entre ellas sin escrúpulos y donde Pepa se percata de una realidad distinta a la que ella está acostumbrada.
A través de las conversaciones de las mujeres y de las encargadas del salón que están haciendo la manicura, van surgiendo historias que la autora nos va relatando con tanta sencillez que te deja con ganas de más.
Se plantea el tema de las bodas gitanas, el escaparse con el novio, el tema del paro, el consumo de drogas que azota a la juventud, la pareja convencional, las parejas jóvenes, el analfabetismo, la lectura de revistas de chismorreo…
Rosario Izquierdo escribe de tal forma que parece como si estuvieses allí a la espera de que te hagan las uñas, es de una sencillez su lenguaje que te plantea los temas más delicados con una realidad que te aplasta y te hace pensar, a la fuerza, no te deja indiferente.
Este libro está escrito para todo tipo de público. Sería muy adecuado que lo leyeran en Secundaria para que se estableciera un debate y se hiciera reflexionar a la juventud sobre este tipo de comportamientos de gente que está fuera de los círculos estudiantiles pero que seguro que en algún momento se han tropezado con estas chavalas que han dejado de estudiar porque ya deben casarse a edades tempranas y no se plantean otro tipo de futuro que no sea el de estar casada y cuidar de su marido y de sus hijos, siguiendo sus costumbres familiares, fundamentalmente en la etnia gitana.
Nos dice Santi Fernández, en el diario.es, que es una historia sobre choques culturales, de clase, de generaciones y de género, con la sombra de una doble crisis: la económica, que hace unos lustros fulminó aquellos otros relatos de grandilocuencias, y la de esos cincuenta años que cumple Pepa, la narradora que estrena desempleo y menopausia al mismo tiempo. Lo he dado ya a entender, la modestia y la sencillez de este libro son únicamente una cuestión de tono, un elemento más de la narración, como ya pasaba en las otras novelas de su autora.
Luis Pardo, en Zenda, nos dice que en Pasión Nails (Alianza), su cuarta novela, irradia más luz que sombra, aunque los personajes de su historia tropiecen con la precariedad, el edadismo, los prejuicios de clase, la estigmatización de la pobreza, la homofobia… Y es así porque deja más espacio a refugios llenos de color —desde la lectura al propio salón de uñas que da título al libro—, amistades y amores que resisten los golpes de la vida, canciones que te elevan y no poco humor.
En definitiva, un libro recomendable para disfrutar de la lectura y a su vez para percatarnos y reflexionar de la dura realidad que vive parte de la sociedad que nos rodea.
Puedes ver la reseña completa en El Diario de la Educación, publicada el 03 de julio de 2024.
Enseñamos lo que somos (Las alas del educador) de Trinidad Lara, publicado por La Muralla en 2022, dentro de su colección “Aula Abierta”, dirigida por María Antonia Casanova, es un libro donde se nos invita a reflexionar sobre la educación que hoy está en nuestras aulas y además se nos dan pautas de acción para mejorar y hacer que otra educación sea posible.
En este libro las reflexiones de Trinidad Lara vienen a que nos cuestionemos rasgos importantes de la educación que están cayendo en la normalidad más apática, con contenidos vacíos y normas impuestas. Se trata de abrir una vía de reflexión rigurosa de docentes, familias y ciudadanía en su conjunto que nos lleve hacia una educación consciente.
Desgrana en capítulos cuestiones intrínsecas en todos nosotros, las cuales no germinan porque el terreno social es tan complejo y laberíntico que nos distrae de lo esencial. Todos nacemos con unas alas grandes. Representan nuestros deseos, nuestra esencia, nuestros más sabios instintos. Una energía vital que nos impulsa hacia lo mejor. Con el paso del tiempo y muchos de los aprendizajes que conlleva la vida en sociedad, las alas se van encogiendo, marchitando.
Los educadores y las educadoras tenemos el privilegio y el deber de hacer que las alas de nuestro alumnado, hijos e hijas, se desplieguen con su máxima envergadura y alcen el vuelo desde sus voces internas y únicas, espantando a plumazos patrones estériles, necrosados e impuestos desde fuera que nos han llevado a la más disparatada de las locuras vitales.
Este libro de Trinidad Lara te hace reflexionar sobre las personas y nuestros estudiantes deben ser tratados como tal, no es solo cuestión de instruirlos, es necesario educarlos en su personalidad para que estén bien preparados en el discurrir de la vida., personas con pensamiento crítico que no se dejen llevar por lo que otros digan sin haberlo pensado antes.
Nos dice la autora que es un ensayo filosófico que apunta directo a todos los elementos básicos que el docente del siglo XXI tendría que mimar para contrarrestar la inercia insana en la que centrifugamos, tan mareados que hemos perdido de vista el sentido de la vida.
La autora parte de la tesis de que los docentes enseñamos lo que somos y con nuestra forma de ser estamos siendo modelos para los estudiantes en período de formación, por ese motivo no debemos descuidar nuestra manera de estar ante ellos y ellas.
El libro se lee muy bien, su lectura genera curiosidad para seguir leyendo. Está dividido en ocho capítulos, con una presentación y una conclusión. Los capítulos con los que nos lleva a la reflexión más sincera son: La lentitud, El silencio, El valor de aburrirse, El miedo, el sinsentido de las cabezas pensantes,, Educar dando sentido a la vida, Educar en el amor, y La magia de las palabras.
A lo largo de todos estos temas la autora nos va dando pautas de acción para ir mejorando en el aspecto que está tratando, intentando que la educación sea más consciente y atienda a las personas en su integridad.”Acciones muy sencillas por parte de los docentes podrían marcar puntos de inflexión”: Cultivar la paciencia, evitar el entumecimiento corporal, dejarlos levantarse y charlar entre clase y clase, contenidos que puedan perdurar a lo largo del tiempo, debates, escuchas reflexivas, espacios para la reflexión, tiempo para conocerlos mejor, potenciar la colaboración, respetar los silencios…
“Urge educar a un profesorado que, de la mano de las familias, tenga el coraje de desaprender lo que no funciona, desterrando ese elevado porcentaje de creencias limitadoras, y tenga la valentía de desenseñar reaprendiendo desde lo que de verdad importa”.
En definitiva, un libro muy interesante para aprender caminos que haga la educación más consciente y menos de niños y niñas papagayos (o educación bulímica, como lo llama María Acaso) que repiten lo aprendido, lo exponen en un examen y lo olvidan.
“Urgen docentes que sanen con autoconocimiento las heridas. Porque cuando el alma grita, los docentes tenemos la labor de escuchar”
Puedes ver la reseña completa en El Diario de la Educación, publicada el 26 de junio de 2024.
En mi silencio, de Enia Ruiz de Castroviejo Álvarez, cierra la Trilogía del silencio y con él seguimos emocionándonos con los casos que Vera, la psicóloga, trata en su consulta. Casos muy reales en los que podemos sentirnos identificados y con los que podemos aprender a enfrentarnos viendo la forma en la que Vera trata a cada persona, con delicadeza, empatía y encauzándola hacia una actitud positiva en la vida.
Las personas que acuden a la consulta de Vera buscan herramientas para paliar el sufrimiento al que se ven sometidos en su vida diaria, pero ella les enseña a que por ellas mismas gestionen ese sufrimiento. La psicología entra dentro de las ciencias humanas y no es cuestión de recetas lo que ayuda a solucionar un problema.
Como psicóloga, les ofrece las claves necesarias para que puedan adquirir una actitud positiva y de resiliencia ante la vida, se enfrenten a sus propios retos y disminuyan por tanto, el sufrimiento por el que acuden a su consulta.
Vera aprovecha cada caso que se le presenta como una oportunidad para su propio crecimiento personal y nos lo va mostrando a través de las relaciones con sus parejas, con sus hermanas, con su madre, con su padre…A pesar de tener un espíritu positivo y aventurero, de intentar ser ella misma y liberarse de sus prejuicios, se enreda en sus propias trampas mentales, las cuales nos va relatando de forma amena y, a veces, divertida.
En mi silencio es la tercera parte de la Trilogía del silencio y junto a El silencio de las plantas y El silencio del pasado el lector podrá emprender un viaje de emociones en el que los pacientes se descubren a sí mismos gracias a su psicóloga y la psicóloga se descubre a sí misma gracias a sus pacientes. Finalmente los lectores tendrán la oportunidad de redescubrirse a sí mismos a través del crecimiento personal de cada uno de ellos.
La lectura es muy amena, los casos que cuenta son tan reales que te hacen trasladarte a tu propia situación de vida o de alguna persona que esté en tu entorno.
La actitud de Vera al tratar los casos es tan positiva y eficaz que te puede dar pistas para aprender de ella y resolver alguna situación que tú misma o alguna persona de tu entorno esté atravesando en estos momentos.
En este libro se habla de : evasión, opresión, ambición, huida y en mi silencio. Ella misma, hablando de ella nos dice:
“No quiero convertirme en una autómata que no es consciente del momento presente y, mucho menos, ser esclava del guion de una vida estructurada en la que se le presta atención solo a lo estrictamente necesario, razón por la cual, tengo una cosa clara: de vez en cuando debo romper con la rutina para impedir que arrase con lo que me mantiene inspirada, sobre todo cuando lo deseo, cuando me surge la necesidad. Ese es el estado que tendríamos que alcanzar para no terminar con cara de sapos urbanos”.
En este libro se cierran algunas situaciones de la trilogía y se dedica más tiempo a lo que es la vida de Vera que sigue siendo tan apasionante como los casos que nos va narrando. Tiene una forma de escribir muy llana que te llega de pleno.
Una lectura reflexiva que nos puede ayudar como docentes a conocer mejor a nuestro alumnado y saberlo guiar por el camino adecuado hacia una actitud positiva y de resiliencia ante la vida.
A veces la vida transcurre en un ritmo tan galopante que se nos olvida reflexionar sobre nosotros mismos y encauzar situaciones con las que nos sometemos en una rutina que no nos lleva por buen camino. Esta trilogía nos hace pensar y ver que hay que seguir luchando cada día por hacer de la vida un transcurrir agradable y lleno de positividad.
“En esta trilogía he recopilado mis descubrimientos sobre el comportamiento humano y la gestión de emociones a través de historias cotidianas que podrían ser reales. Sólo pretendo que hagas tuyas las ideas para impulsarte al cambio”. Si tuviera que escoger una frase para definir la trilogía, sin duda sería:
”Descubre tus debilidades, pero sobre todo tus fortalezas”.
Puedes ver la reseña completa en El Diario de la Educación, publicado el 19 de junio de 2024
El silencio del pasado de Enia Ruiz de Castroviejo Álvarez es el segundo libro de la “Trilogía del silencio”. Vera (psicóloga) sigue emocionándonos con los casos que trata en su consulta y su forma de llevarlos hacia una actitud positiva de la vida. A la vez nos va narrando cómo sus pensamientos se sienten influenciados por los casos que trata, de los cuales va aprendiendo y considerando que su vida necesita de mucho aprendizaje. Es decir, la psicóloga aprende de sus pacientes y los pacientes aprenden de la psicóloga. Las letras de las canciones que nos invita a escuchar forman parte de su repertorio narrativo.
Este libro es el segundo de la trilogía. Vera nos sigue emocionando con los casos que trata en su consulta porque son casos muy reales que te han podido pasar a ti o que has visto en tu entorno.
Como psicóloga, Vera continúa creciendo junto a sus pacientes. Los acompaña día a día en la gestión de sus emociones para dar con la llave que abrirá la caja en la que vuelcan sus pesares, sus sentimientos velados, sus lágrimas subyacentes. Las emociones son el punto en el que la mente y el cuerpo se encuentran. No se trata de huir del sufrimiento y alejarlo de nuestras vidas. Tampoco de hacerlo desaparecer. Las emociones forman parte de nuestras vidas y Vera nos va a enseñar a ir gestionándolas, siempre sacando el lado positivo por el que se puede ir progresando, acompañados de las letras sugerentes de las canciones que nos va recomendando.
A pesar de ser un libro continuación de “El silencio de las plantas”, sigue fomentado la curiosidad para seguir leyendo, no resulta pesado, cada caso que trata en su consulta es como una pequeña historia de vida que te hace vibrar en tus sentimientos más internos.
En este libro se tratan historias de : orgullo, desesperanza, acoso, envidia, desamor y vacío. Me ha resultado magistral la historia de Valentina y Alfredo. El recurso del diálogo hace que la lectura sea más ágil y a su vez te identifiques más con alguno de los personajes.
“ – Valentina, estoy muy dolido contigo.
Pero… ¿se puede saber por qué, Alfredo?
Calla, por favor, déjame hablar.
Habla, habla… –susurró entre dientes.
No sé si voy a poder perdonarte lo que has hecho… a dónde me has llevado. Tú y tu odio hacia los demás habéis conseguido que me arrastre por un camino miserable y me siento tan… –suspiró amargamente– me siento tan sucio, tan indecente, tan inmoral…”
Una historia de envidia muy común que vemos con frecuencia entre la gente que nos rodea, una historia que se puede dar entre nuestros adolescentes y puede hacer que una persona sufra en silencio la subyugación a otra más poderosa, una historia que tiene muchos análisis y mucho debate porque, repito, nos la podemos encontrar muy cerca de nosotros.
“-¿Qué quieres de mí, Alfredo?
-¿Qué quiero de ti?– preguntó con una sonrisa sarcástica–. Quiero que te cures, Valentina. Quiero que dejes de sentir que todo el mundo compite contigo, que dejes de desear lo que los demás consiguen, que acabes con tu guerra interna. Estoy cansado de vivir en una batalla en la que persigues que los demás no tengan lo que tienen, que no sea verdad lo que consiguen o en la que infravalorar sus logros. Es inagotable la fuente de hostilidad a la que vas a beber todos los días. No sigas engañándote. Necesitas ver cómo los demás se hunden para disfrutar. Has llegado al extremo de sentir placer cuando los demás caen de su pedestal y yo no quiero seguir participando en esa locura. Ni quiero, ni puedo alegrarme de las desgracias de mis hermanos. No cuentes más conmigo para eso”.
Hay otras historias entrañables que nos van a ir haciendo sentir la propia vida de los demás y que nos van a ir haciendo reflexionar sobre nuestras propias actitudes. Vera nos marca el camino de un posible cambio de mirada y nos ayuda a la reflexión.
Creo que este libro puede ser aprovechado positivamente por los docentes porque a veces nos encontramos cada caso que no sabemos por dónde tratarlo y aquí en este libro podemos encontrar pistas para ver la solución o al menos el camino a seguir para que las personas encuentren su verdadera respuesta a qué le pasa en ese momento que lo está haciendo sufrir o que lo tiene bloqueado.
José Antonio Lucero nos relata en su libro La maestra, editado por B, 2024, la historia de una maestra, o más bien de dos maestras, Juana y Lali, que luchan por sus ideales en tiempos de la República y que sufren sus consecuencias al entrar la dictadura. Es un relato entrañable y comprometido con la educación, haciendo honor a esas maestras que fueron “depuradas”.
Una historia de vocación, pasión y guerra que nos traslada a 1936 para que vivamos la magia de una de las profesiones más importantes del mundo: la de quienes nos abren las puertas del conocimiento y nos ayudan a cruzarlas por nosotros mismos.
Mayo de 1936. Una joven viaja a un pequeño pueblo de la sierra gaditana donde desempeñará, por primera vez, su vocación y profesión: la de maestra. Eulalia —o Lali, como la llaman sus alumnos— se prepara para dar clase a un grupo de niños y niñas. Nerviosa, repasa los modernos principios pedagógicos que le han inculcado durante la República y que, poco después cuando estalle la Guerra Civil, la condenarán. Acusada de adoctrinamiento, es arrestada y no podrá volver al aula durante la dictadura, convirtiéndose en una de las víctimas de un proceso que afectó a un tercio del cuerpo docente de España.
En cierta forma la historia que narra me ha recordado a “El maestro que prometió el mar”, desenterrando la historia del maestro Antonio Benaiges. La misma historia de amor por la educación y que sufrieron sus consecuencias cuando se implantó la dictadura.
“La atención que merecen los problemas de enseñanza, tan vitales para el progreso de los pueblos, quedaría esterilizada si previamente no se efectuase una labor depuradora en el personal que tiene a su cargo una misión tan importante como la pedagógica” (Decreto franquista de noviembre de 1936).
Por esa labor de depuración entraron en la cárcel Juana y Lali, dos maestras comprometidas con una educación de la Institución Libre de la Enseñanza (ILE), donde se respetaba al alumnado, se le enseñaba a pensar y luchar por sus ideas propias, donde se les atendía plenamente en su desarrollo como persona.
Evidentemente esas ideas de libertad no eran bienvenidas en un régimen que quería que todas las personas siguieran los mismos esquemas, sin ideas propias y con la incultura de quienes no saben defenderse por ellos mismos. Por este motivo mataron a Lorca, a Miguel Hernández, desterraron a Machado… y a otros muchos que aún están desaparecidos, sin haber podido ni siquiera enterrar dignamente sus cuerpos para la tranquilidad de las familias.
A Lali le achacaron: irreligiosidad manifiesta, ser simpatizante de partidos del llamado Frente Popular, y desafección al Movimiento Nacional. Por este motivo la Comisión Depuradora la juzgó, llegando a invalidarle el título de Maestra.
Nada sirvió de todo lo que hizo en su primer destino como maestra rural en aquel pueblo de Cádiz. “Las caras ávidas por aprender de sus zagales, la letra torpe de los que no sabían escribir, los versos de Machado resonando en sus boquitas, las asambleas, las cuentas matemáticas que sumaban o restaban fanegas del campo, las obras teatrales, las salidas para buscar hojas en otoño…Todo aquello en lo que Lali se dejó la piel para que los hijos de los campesinos, de los yunteros, de los desheredados, tuviesen al menos una oportunidad”.
Creo que es necesario visibilizar estas historias para hacerles un merecido reconocimiento a las maestras, sobre todo en estos tiempos en los que la sociedad parece que está dormida y hay movimientos que giran hacia la derecha. Es necesario hacer patente que la sociedad del progreso debe avanzar hacia adelante con opciones que respeten a las personas y luchen por una escuela pública donde se tenga en cuenta a las personas en su proceso de desarrollo, se atienda a la diversidad y se luche por la búsqueda de una sociedad democrática donde se respete la justicia social.
El libro se lee muy bien, aunque con dolor de lo que sufrieron injustamente estas personas. Recomendable para docentes y cualquier persona que piense que hay otra forma de hacer educación y que no pueden repetirse esquemas del pasado que nos hagan vivir tales barbaridades.
Como cada año, Toni Solano me recuerda que el blog cumple años, en este caso llegamos a la Mayoría de edad, dieciocho años manteniendo este blog. Gracias, Toni, por el recuerdo y por seguir compartiendo tus ideas y pensamientos que son muy acertados en el mundo educativo.
Cumplir los dieciocho años me recuerda que ya es algo en la vida, ya tiene derechos legales y puedes hacer todos los trámites de la vida adulta. En el caso del blog, La Colina de Peralías, ha sido así desde su inicio, nadie podrá impedir que por este medio se expresen las opiniones que redunden en una reflexión educativa; el blog está lleno de consideraciones educativas porque ese es el terreno en el que me muevo, me sigue entusiasmando leer sobre educación y aquí se comparten mis reseñas de libros, con toda la libertad que Internet nos puso en nuestras manos hace ya unos buenos años.
Mantener abierto este blog me hace sentirme activa y así lo haré hasta que la razón y el entendimiento me acompañen. Cuando la gente se queja en las redes sociales de lo mal que está la educación, que está volviendo hacia atrás, hacia un mundo conservador, siempre miro hacia adelante porque sí hay otra gente que lo están haciendo muy bien, que están concienciados en cómo se debe educar, que lucha cada día por la atención a la diversidad, que aprovechan las tecnologías como instrumentos favorecedores pero que en ningún momento olvidan a las personas que van a educar e intentan hacer una educación personalizada, a pesar de las trabas de ratio que impone la administración…
Por esa gente sigo aquí, porque quiero que mi nieto (Mario) y mis nietas (Lola, Emma y Amanda) tengan la mejor educación y se formen con un pensamiento crítico ante la sociedad que vivimos, no reproduciendo solo los esquemas de las editoriales, en algunos casos muy desubicadas del mundo en el que estamos. Una educación igualitaria y libre para formar una ciudadanía responsable en la que se persiga la justicia social, en la que se atienda la diversidad y en la que se atiendan los recursos naturales que tiene el planeta.
Con esta motivación me levanto cada día, a pesar de llevar trece años jubilada. Espero que durante algunos años más me mantenga con fuerza para seguir el ritmo que llevo y este blog pueda seguir cumpliendo años porque esa será la señal de que me mantengo alerta a los cambios necesarios para que otra educación sea posible y la sociedad vaya mejorando a un ritmo adecuado.
En definitiva, un blog no es nada si no se le alimenta, si no se comparte, si no se le critica… Espero que sea de vuestro agrado y me sigáis leyendo y siguiendo en redes, donde voy compartiendo todo lo que veo, pienso o leo.
Gracias, de corazón, a zemos98 que me permite alojar este blog durante tantos años.
Pedagogía del decrecimiento de Enrique J. Díez Gutiérrez, editado por Octaedro en 2024, nos ayuda a reflexionar sobre el estilo de vida que llevamos y qué transmitimos a nuestro alumnado. Es necesario poner en el centro los valores humanistas: la justicia social, las relaciones cercanas, la cooperación, la redistribución económica, la participación democrática, la solidaridad, la educación crítica, el cultivo de las artes, etc. Con el decrecimiento llegaremos a ser mejores personas y estaremos más pendientes del cuidado del planeta y de la colaboración con las personas.
No es posible el crecimiento continuo en un planeta limitado. La economía en la que estamos inmersos acrecienta las diferencias de clases, cada vez hay más gente pasando necesidades mientras que unos pocos cada vez son más ricos. Al mismo tiempo, el planeta es esquilmado, saqueado en sus recursos limitados y empujado hacia una catástrofe ecológica que pone en serio peligro la vida sobre la Tierra y la supervivencia de las futuras generaciones.
El decrecimiento es la opción deliberada por un nuevo estilo de vida, individual y colectivo, que ponga en el centro los valores humanistas: la justicia social, las relaciones cercanas, la cooperación, la redistribución económica, la participación democrática, la solidaridad, la educación crítica, el cultivo de las artes, etc. El decrecimiento implica apostar por nuevas formas de vida, donde el bien común impere ante el bien individual de unos pocos.
El decrecimiento implica construir nuevas formas de socialización educativa que antepongan el mantenimiento de la vida y el bien común a la obtención de beneficios económicos de unos pocos. Esto es lo que debe permanecer en el corazón de los centros educativos: la configuración de un nuevo imaginario colectivo en las futuras generaciones que permita que aprendan a cambiar el mundo y hacerlo más justo, sostenible y habitable.
Parece como si esto del decrecimiento fuese algo político que nada tiene que ver con la educación. Nada más lejos de la realidad, en la escuela estamos aportando modelos de una sociedad futura y esto no puede obviar el entramado social en el que estamos inmersos.
La sociedad debe dar un gran giro para respetar la diversidad que habitamos. Los modelos que actualmente imperan no respetan las necesidades de todas las personas y nos van, además, creando necesidades cada día a las que muchos ciudadanos y ciudadanas no pueden acceder. Escuché a alguien que decía: ¿Cuándo llegará para mí la operación salida?. Los medios de comunicación se afanan en demostrar que todo el mundo va de vacaciones, especialmente en los períodos veraniegos. Pues no, hay gente que no puede salir, que no puede costearse unos días fuera de la vivienda habitual. Transmitir esa generalidad puede ser ofensivo para aquellas personas que viven con lo justo y no pueden permitirse ciertos lujos.
Nos dice Yayo Herrero en el prólogo del libro que debemos luchar por una educación enfocada a la resolución de los problemas sociales, económicos, sociológicos, una educación que se vuelque en la consecución del bienestar para todos y todas… Debemos ser capaces de impulsar, con urgencia, importantes cambios económicos, culturales y sociales. Es preciso educar para la adquisición y conciencia de una identidad “terrícola”; para conocer la historia y evolución del territorio y los ecosistemas; comprender la organización cíclica que permite la regeneración y el mantenimiento de la vida; aprender a vivir con una reducción de la energía; visibilizar y repartir los cuidados… Es imprescindible hacer y entender todo esto desde la educación.
El libro de Enrique J Díez apuesta por una educación que sea reflexiva y crítica con los valores que rigen la sociedad. Una sociedad en la que la ciudadanía sea consciente del camino que va recorriendo sin que los poderes establecidos marquen los cánones. Apuesta por combinar el decrecimiento y la pedagogía antifascista como práctica reflexiva para situar la educación como una opción digna por la supervivencia.
El decrecimiento implica un cambio de mirada sobre la realidad y construir nuevas formas de socialización que den prioridad a las personas y no a la rentabilidad económica. La educación tiene que afrontar este problema de capitalismo individual y luchar por el bien común para que el mundo sea más justo, más democrático, más sostenible y más habitable. Es una gran tarea que debe empezar en la escuela para que en el futuro tengan opiniones personales y no se rijan por las dictaduras de los poderes que no respetan la diversidad ni la ciudadanía democrática.
Después de darnos los rasgos que podrían caracterizar a una sociedad decreciente, Díez nos dice que el decrecimiento es la opción deliberada por un nuevo estilo de vida, individual y colectivo, que ponga en el centro la justicia, el bien común, los valores humanistas y que estos sean las prioridades que nos muevan: las relaciones cercanas, la cooperación, la participación democrática, la solidaridad, los cuidados de la vida, la educación crítica, el cultivo de las artes, el bien común, etc.
Nos propone Díez que reflexionemos sobre la comercialización en los centros educativos. Esto de que “generosamente” una marca te da materiales para que los pongas en práctica y ,casi sin darnos cuenta, nos estamos haciendo fieles a esa producción que primero empieza en la escuela y después se traslada al ámbito familiar.
El libro da mucho que reflexionar y es necesario que docentes, educadores y agentes culturales, hagan una lectura crítica y se empiecen a poner en marcha medidas que nos saquen de la vorágine comercial en la que la escuela está inmersa y que no ayuda nada en la atención a la diversidad, ni en la formación de una ciudadanía responsable con la sociedad y con el planeta que habitamos.
“Para avanzar hacia una sociedad del decrecimiento, se requiere una auténtica revolución educativa y un ambicioso programa de educación ética y política contrahegemónica para transformarnos de sujetos y sociedades neoliberales en sujetos y sociedades ecológicas poscapitalistas”.
Puedes ver la reseña completa en El Diario de la Educación, publicada el 29 de mayo de 2024.
Este texto ha sido elaborado de modo colaborativo por Juan José Acedo Bartolomé, Dolores Álvarez Peralías, Cruz Boria Sarmiento, Pedro García Ballesteros, Soledad García Gómez, José Antonio Jiménez Ramos y Rosario Santos Cabotá
La ASOCIACIÓN REDES ha tenido la oportunidad de organizar la asistencia de 50 personas invitadas al preestreno de la película “Los buenos profesores” el pasado 14 de mayo, gracias a la gestión de “Cero en Conducta” (Mercedes Ruíz) la distribuidora Filmax y la dirección de MK2 Cinesur Nervión Plaza de Sevilla.
Al final no estuvimos las 50 personas invitadas por diversas cuestiones personales, pero conjuntamente con los espectadores y las espectadoras que habían pasado por taquilla, la sala tenía un magnífico aspecto a pesar de las circunstancias de ser una versión VOSE (Versión Original Subtitulada en Español) y dedicada al mundo de la educación, que no es precisamente que esté en el “mainstream” del cine actual, aunque parece ser que sí en el cine francés. En los últimos años el cine francés ha apostado por mostrar la realidad educativa, valga como ejemplos: “Hoy empieza todo” (1999), “Ser y tener” (2002), “Los chicos del coro” (2004), “La clase” (2008), “Profesor Lazhar (2011), “La profesora de Historia” (2014)…
Hemos de destacar que la película nos atrapó desde el comienzo, con mucha curiosidad por lo que iba a suceder, y ello se apreciaba en el silencio emocionado del público que no se levantó de los asientos hasta el último segundo del último crédito.
El director de la película, Thomas Lilti director de la serie “Hipócrates”2 y de la película del mismo nombre3 , ha montado un retrato muy cercano a través del claustro de profesores y profesoras y nos hace partícipes de la humanidad que inunda toda la película y que resulta muy emotiva para las y los docentes. Esta película se inscribe en lo que empieza a ser un género del cine francés, cine centrado en entornos escolares. Sigue leyendo
El libro de Pedagogías bárbaras, de Joaquín Martínez y Andrea Perales (Colectivo DIME) publicado por Octaedro en 2024, nos invita a la reflexión, después de sus respectivas experiencias llevando a la práctica proyectos educativos en contextos desfavorecidos.
El dilema «escuela o barbarie» debe replantearse: ¿Quiénes son bárbaros? ¿Quiénes descuidan y excluyen o quiénes cuidan del planeta e incluyen a toda «la canalla»? Durante siglos se han denominado bárbaras las culturas de los pueblos colonizados, las zonas rurales y el melting pot urbano. Todavía hoy llaman brujas a las mujeres que educan y cuidan sin someterse a los hábitos del patriarcado. Se consideran impuras las relaciones interculturales con tales sujetos (no con castas ni culturas dominantes) y contaminantes las prácticas de educación intercultural.
Pues bien, en este ensayo, según los autores, pretendemos demostrar con experiencias probadas que las «pedagogías bárbaras» son pertinentes para afrontar la emergencia climática, la conflictividad en las aulas, la reproducción de la pobreza y el fracaso planificado de les bárbares en el sistema público y universal. Consideramos regeneradora la diversidad ecológica, cultural y funcional y convertimos en ley la «escuela de aprendices» (comunitaria, multinivel) en la ekumene. Podemos ver, a través de sus proyectos, cómo pueden llevarse a cabo experiencias transformadoras que enriquecen a la ciudadanía, precisamente en entornos desfavorecedores.
Es necesaria una reflexión sobre la educación que estamos viviendo, hay colectivos que están sufriendo la segregación de esta sociedad que se rige por cánones estandarizados en los que no se respeta la diversidad cultural, a pesar de estar establecida por ley. La sociedad es diversa y la escuela no puede estar ajena a esta realidad, debe hacer un gran esfuerzo por respetar las distintas culturas que están conviviendo con desiguales oportunidades.
“Uno de los prejuicios que aquejan en mayor medida a quienes la critican, pero también a sus defensores, consiste en asociar la interculturalidad con los grupos sociales minorizados, como si no fuera un objetivo primordial de la Educación pública desde el regreso de la democracia”.
Nos recuerdan los autores que la Lomloe dice: ”Cooperar y convivir en sociedades abiertas y cambiantes, valorando la diversidad personal y cultural como fuente de riqueza e interesándose por otras lenguas y culturas”. Sigue leyendo