Hace casi exactamente 3 años empecé sin querer un proceso que terminó convirtiéndose en una cobra artística (para los no iniciados en el concepto, cobra es como llamo yo a las obras que hago para restarle importancia, hacerlo menos pomposo y reírnos un poco de lo pretencioso que puede llegar a ser el ARTE): fotografiar la disposición de la loza en el escurridor.
Cuando Sofía y yo vivíamos en ese piso, dentro del reparto de tareas que hacíamos, a mi me tocaba recoger la cocina. Pasaba muchas horas en la cocina, tanto cocinando como sobre todo, limpiando. Limpiar y recoger la cocina siempre me ha relajado. Es una tarea que, además de tenerme en contacto con el agua (que tiene un poder relajante para mi) siempre me ha servido como ritual pacificador en medio del caos cotidiano. La cocina recogida se ha convertido poco a poco en los últimos años en mi constante de Perdidos.
Por otra parte, ante tanta fotografía en redes sociales de cosas guays (comidas guays, lugares guays, gente guay, actividades guay…) me parecía que era necesario reivindicar una actividad de esas que es invisible pero que sostiene una casa y por tanto la vida. La cocina y todo lo que tiene que ver con ella forma parte de ese universo de retaguardias (lean y escuchen a Carolina para ampliar sobre el concepto) que todos los hogares tienen y que en muchos casos, son el corazón de quiénes conviven en ellos.
Formalmente hablando, me atraía la relación orden-caos que supone la disposición la loza. Al colocarla, se sigue un cierto orden para construir una arquitectura efímera. Pero los resultados hablan de la generación de una estructura aleatoria.
Por último, las fotografías se produjeron en un momento muy importante. Durante el proceso, Sofía se quedó embarazada. Nos dimos cuenta de que debíamos abandonar ese piso porque no respondía a nuestras necesidades. Por tanto, la serie debía llegar a su fin. Os dejo con las fotos, desde la primera hasta la última (un total de 7 meses).
Una foto publicada por Felipe Remix (@abrelatas) el
Una foto publicada por Felipe Remix (@abrelatas) el
Fin Una foto publicada por Felipe Remix (@abrelatas) el
Hola.
Mi nombre es Felipe y trabajo desde hace años en una ONG de gestión cultural. Ahora mismo esa empresa o los detalles asociados al trabajo no son demasiado importantes ni relevantes en relación a lo que estoy a punto de contar.
Todo empezó hace unos años. Recuerdo que estábamos mi compañera de trabajo Sofía y yo en una inauguración y decidimos ir a hablar con una Roberto Martínez: director de la oficina de Innovación y Economía Social de la Junta de Andalucía. En ese tipo de contextos es muy importante mostrarse y hablar. Hacerse ver. Pactamos una estrategia: yo le iba a entrar y ella apuntalaría el tema. Ella conocía mejor que yo los detalles del proyecto del que queríamos ofrecerle. Seguimos el plan pactado. Pero tras un rato, el señor Martínez solo se dirigía a mi. Yo estaba muy incómodo puesto que no iba a ser capaz de defender el proyecto como ella. Por otra parte, me parecía un gesto feo suplantar el rol de una compañera de trabajo. Pero ella no nos interrumpió y nosotros seguimos la conversación. Al final no conseguimos el proyecto.
Años más tarde, sucedió otra cosa que me llamó poderosamente la atención. Debíamos ir a una conferencia a Soria para presentar nuestro trabajo. De nuevo, nos repartimos lo que teníamos que decir. Fuimos bastante rigurosos en el tiempo de exposición que íbamos a dedicar cada uno. Usamos materiales parecidos y el discurso era complementario. Cuando llegó el turno de preguntas…solo me hacían preguntas a mi y no a ella. Intenté en varias ocasiones cederle la palabra porque estaba incluso contestando a preguntas que correspondían a su parte. Pero ella rehusó hablar.
El último incidente ha sido la clave para entender qué estaba pasando. Recientemente nos contrataron para asesorar a una Fundación. El trabajo era una oportunidad de poner en valor el trabajo y el capital simbólico acumulado durante años en la ONG. Era realmente un premio a todo ese proceso y a todos esos aprendizajes generados gracias a decenas de personas y proyectos con las que hemos colaborado. Iniciamos el proyecto ella y yo, pero dejamos claro que ella sería quien lo liderara, puesto que es la persona del equipo con la capacidad analítica más holística y profunda. Estábamos muy contentos porque el trabajo era un premio al trabajo colectivo. Pero en la primera reunión sucedió algo increíble. Tres personas de la Fundación, dos mujeres y un hombre, no se dirigieron en más de dos horas a Sofía. Al principio ella intervenía activamente pero tras un rato, dejó de hacerlo.
Cuando salimos, frustrado y bastante preocupado por el tema, me acerqué y le dije: «Sofía, lo siento mucho, esto es realmente un problema de machismo…y lo que es peor es que sucede incluso con mujeres y personas que consideramos afines. Intentaré esforzarme porque no vuelva a suceder». Ella me miró fijamente y me dijo: «Felipe, debo confesarte algo…tengo el poder de la invisibilidad». Y así fui como descubrí que mi compañera de trabajo Sofía, además de ser una profesional increíble, tiene un super-poder que yo no tengo: el de volverse invisible. Es una superheroína.
Eso o aún hay mucho machismo.
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Aclaración: La persona que aparece en la fotografía junto a Sofía NO tiene nada que ver con la historia que aquí hace referencia, la elección de la imagen es casual y corresponde al contexto habitual de trabajo en el que nos desenvolvemos habitualmente en la no-autoficción.
Hace unos días Rubén y yo llegábamos de Polonia a Madrid. La conexión para volver a Sevilla era pésima. Un vuelo de Ryanair (esa compañía que practica al extremo el concepto de «miseria calculada»). que llegaba a las doce de la noche a Madrid y como era imposible coger un tren a esa hora, debíamos hacer noche. Retraso. De una hora. Genial, nuestras ilusiones de participar en la FIESTA DE LA DEMOCRACIA se iban al carajo. Por si fuera poco, me escribe Mario y me dice que se habían trasladado a Vallecas.
A las 1:30 llegamos al Hostal Olmedo. Un hostal de una estrella pero con un sistema de videovigilancia que está a medio camino entre Black Mirror y Minory Report. Una voz nos iba indicando donde se encontraba nuestra habitación desde la recepción, que a su vez está EN OTRO EDIFICIO. Decidimos llamar a esa voz Hal. Luego descubrimos que el chico colombiano que llevaba la recepción durante la noche se llamaba Alberto. Bueno, Halberto a partir de ahora.
Teníamos mucha hambre y decidimos irnos a comer algo. No lo sabíamos (porque estábamos algo desubicados) pero el hostal estaba en realidad muy cerca de Sol. Casi nada más acceder a la plaza presenciamos una escena muy desagradable: un grupo de chicos latinoamericanos se peleaba usando entre ellos unas máquinas de estas que generan descargas eléctricas. A Rubén se le quitó el hambre. Un chico que pasaba por el lado dijo en tono jocoso con acento madrileño: «Y luego esta gente votará».
No pude evitar indignarme con el comentario y me acerqué a preguntarle: «¿Y tú a quién vas a votar?». No sé si me lo vería en la cara pero supongo que mi tono ya me delataba que votante del PP no soy. «A Podemos no, desde luego, no quiero que esto se convierta en Venezuela». Tras marcharse, Rubén y yo comentábamos lo increíble que puede llegar a ser la construcción de un relato determinado si tienes muchos medios. Da igual la de veces que cualquier integrante de Podemos pueda explicar, matizar o ampliar qué significa ese estereotipo que se ha creado sobre ellos: a la hora de la verdad, gana el relato simplificado. Gana la construcción de la ficción más veces repetidas. Y quizás ahí haya que reconocer que el poder establecido le ha ganado terreno a Podemos en los últimos meses.
Luego nos pusimos a charlar sobre las personas que están muy implicadas en procesos municipalistas. Rubén me decía que aunque hay personas que entregan su vida de forma muy generosa por una causa común, al final hay algo en el hecho de hacerlo que podría responder a cuestiones inconscientes. Que lo hacen por los demás pero también por ellos mismos. Puede ser, le dije, pero al final estuvimos de acuerdo en que lo relevante ahora mismo esas personas están poniendo en juego su salud, su tiempo, su físico y sus contradicciones para provocar un cambio político. Y aunque luego salga mal, para aquellas personas que no estamos tan implicadas, es algo que yo agradezco muchísimo.
Tras comentar un poco las posibilidades en las distintas ciudades, decidimos irnos a dormir porque estábamos cansados. Ya eran las 2:30 y al menos yo tenía que coger el tren a las 10 de la mañana del día siguiente. Al llegar al hostal me acosté pensando en lo emocionante que es este momento y me daba rabia no estar haciendo el esfuerzo de encontrarme con algunos de esos amigos y amigas que lo están dando todos. Cerré los ojos imaginándome sus cuerpos cansados bailando, sonriendo, esperando a que la ciudadanía de un voto de confianza al cambio. Y de repente sonó el teléfono. Era Guille.
– ¿Dónde estás?
– En…un hostal (le contesté algo aturdido porque ya había empezado a conciliar el sueño).
– Yo estoy camino del Patio.
– Ah, pensaba que estabais en Vallecas, me lo dijo Mario antes.
– Sí, sí. Están todos por allí, pero yo tenía que hacer una cosa. Oye, ¿te vienes al Patio?
– Puff. Tío, me acabo de meter en la cama, pensaba ir a veros pero es que estáis más cerca de Sevilla que del hostal.
– Exagerado. Vente, anda.
– Cabrón. Venga, me visto. ¿Para dónde voy?
– Vente para el Patio.
Muchas son las personas que conozco involucradas en procesos políticos de la denominada «nueva política». Unas pocas no me caen demasiado bien, hay bastantes a las que tengo dosis de cariño respeto y luego hay unos cuántos a los que quiero y admiro. Guille es una de las personas que están en el último grupo. Tuve la suerte de compartir durante año y medio el blog de Sinsentido Común, donde junto con Silvia hacíamos experimentos de escritura a medio camino entre la política, la ficción, el humor…no salió bien, pero yo disfruté y aprendí muchísimo de ambos. Guille es la persona más imaginativa que conozco. Su capacidad para construir mundos posibles es tan grande y poderosa, que lo he visto ser capaz de construir relatos complejísimos a partir de situaciones muy urgentes y comprometidas. Y me refiero a cualquier contexto: una charla, un taller, un texto, una asamblea, un encuentro, una reunión…Guille siempre es capaz de sintetizar posibles soluciones a problemas del común, generando una historia que a los demás nos gusta, nos compromete, nos seduce.
Cuando llegué al Patio no había nadie. Allí estaba con su mochila y con una cara que denotaba mucho cansancio pero también una cierta satisfacción por haber hecho lo mejor posible. Como de costumbre, nos dimos un abrazo. Cuando nos apartamos del abrazo, lo miré a los ojos y le di las gracias sinceras por lo que nos escribió cuando terminó nuestro Festival. Nos escribió un mensaje por telegram a Sofía y a mi que nos hizo llorar. Como casi siempre era un relato certero y recogía muy bien nuestro estado de ánimo. Su único defecto (que en realidad en el fondo es una virtud) es que ante los halagos y las despedidas responde queriendo pasar al siguiente capítulo. Así que rápidamente, y sin dejar que nos recreáramos demasiado en eso, me llevó con cierta prisa a un lugar cerca del Patio.
Aparentemente parecía un edificio de viviendas como otro cualquiera. Guille llamó al bajo y salió un señor mayor en bata que nos abrió la puerta del portal no sin antes mirar a izquierda y derecha en la calle. Una vez dentró, abrazó a Guille y le dio una llave. El hombre se fue a su casa y Guille me señaló a unas escaleras que daban acceso a la parte baja del edificio.
– Quillo, ¿de qué va esto? (Le dije mitad expectante mitad extrañado).
– Quiero enseñarte una cosa.
Bajamos la escalera. A priori parecía dar acceso a los aparcamientos del edificio o a una especie de sótano. Llegamos abajo y había pequeño pasillo oscuro. Guille encendió la luz y abrió otra puerta. Cuando la abrió, y antes de poder asomarme, una corriente de aire muy fresca me sacudió levemente la cara. Guille se echó a un lado y a un metro de la puerta extendió su brazo derecho, sonrío y me invitó a pasar.
Hay cosas en la vida que son tan increíbles que no hay fotografía, texto o vídeo que sea capaz de captar lo que uno siente durante un momento. Este fue uno de esos momentos. Al principio no podía creer lo que estaba viendo. Hasta donde mi vista podía alcanzar, mirando de frente, a la izquierda y a la derecha, todo era verde. Todo eran plantas y árboles de diferentes colores y tamaños. Hectáreas verdes. Mientras pisaba incrédulo el césped y me accedía podía ver la cara de satisfacción de Guille por mi cara de absoluta incredulidad. Por más que miraba no era capaz de reconstruir cómo había sido posible todo aquello que veía así que de los nervios empecé a reírme y a decir en voz alta «Joder, joder, joder».
– Llevamos años trabajando en esto, pero más intensamente en los últimos meses (me dijo Guille).
– Pero tío, ¿cómo es posible?
– Pues…al principio identificamos que en este edificio no se usaba el parking y la gente apenas tenía coche. Es un edificio donde viven principalmente personas mayores algunas de las cuáles tienen problemas de movilidad. Una chica que es ingeniera y que lleva participando en el Patio un par de años nos dijo que había leído e investigado sobre proyectos de huertos urbanos y jardines de interior, así que de forma espontánea organizamos una reunión y vinieron unas 40 personas, entre las cuáles estaban más de la mitad de los vecinos del bloque. Con el paso del tiempo nos enteramos de que otras comunidades cercanas estaban interesadas y algunas arquitectas se interesaron por el proyecto para ver cómo podían conectarse sin riesgo unos parkings con otros y unos sótanos con otros. Y casi sin darnos cuenta, en unos meses había miles de personas trabajando en esto…
Ni siquiera fui capaz de responderle. Estaba tan emocionado con lo que estaba viendo que me dejé llevar paseando y admirando los diferentes tipos de planta, pequeñas plantaciones de tomates y patatas, zonas para niños con columpios…una vez estuve a unos 100 metros de Guille y con los ojos empañados en lagrimas de la belleza que suponía aquello, me giré y le grité:
– ¡Guille! ¿Y cómo se llama todo esto?
Se acercó, llegó hasta mi, me puso la mano sobre el hombro y mientras mirábamos juntos al horizonte me contestó:
– «Ahora. Se llama Ahora».
The spanish and xenophobic people always refer to latin-american people as «Sudacas». This is a typical way to objectify the huge diversity of a big geographical scope. They do the same with the people coming from Senegal, Morocco or Ghana: they call them «africans». So this language creates stereotypes. As Beatríz Preciado says, every single word is a battlefield. There is a fight of imageries.
Today, one friend sent my this twit from a magazine of the famous spanish newspaper ElPais:
He aquí las historias de mujeres peruanas que lideran movimientos sociales en España http://t.co/TAIu67KmJ7 pic.twitter.com/5Jd5PfCU1C
— ELPAÍS PlanetaFuturo (@Planeta_Futuro) abril 23, 2015
Translation: «Here you have the stories of the peruvian women who are leading social movement in Spain». In the picture we can see Aída Quinatoa, who is not peruvian. She is ecuadorian. This is a small mistake, I know. Also because later, they shared their apologizes because of that mistake. But it shows the problem I mentioned before. This lack of professional rigour talks about how embedded is xenophobia in our society.
May be some of you could consider that I’m exaggerating. But really, If you google «Aída Quinatoa», you can read and watch different contents in which it shows that Aída is clearly ecuadorian. It cannot be just consider as a «little mistake». We are living dark days for migrants. The mediterranean sea is a cementery and Europe is a fortress for the newcomers. So we urgently need to rethink the way we are living together. The way we build narratives of the newcomers. And in that sense, every single word is important. Because if not, probably soon we will be consider as «Euracas». And it could be fair.
Esta es última vez que voy a vivir un 5 de Abril de esta forma. Durante los últimos 11 años los primeros días de abril siempre fueron muy estresantes (porque solo los expertos del Trivial-ZEMOS98 saben que hasta 2003 se celebraba en Enero). Mucho por hacer y la sensación de que todo avanzaba pero que al mismo tiempo quedaban demasiadas tareas pendientes. Una obsesión enfermiza porque todo estuviera pensado, preparado, listo, pendiente. Planificar la responsabilidad de recibir a invitados, agasajarlos, cuidarlos…Son semanas especiales. Hoy es distinto. El Festival ZEMOS98 se acaba y esta es la última vez que voy a vivir un 5 de Abril de esta forma.
Tengo que decirlo para creérmelo. No creo que seamos conscientes de la decisión que hemos tomado hasta que pase mucho tiempo. Pero realmente esto ya no era sostenible. Hoy Ada se ha marchado al pueblo de sus abuelos maternos porque es la única forma de que Sofía y yo podamos afrontar con garantías esta semana de trabajo intenso. Mientras se marchaba y aunque probablemente esto en su vida sea anecdótico, sentía que es la representación gráfica del ‘crac’ del Festival. Es doloroso decirlo, pero hacer el Festival, el esfuerzo que supone, ha dejado de ser sostenible en nuestras vidas. Como decíamos en la carta, no es simplemente una cuestión económica. Pero denunciar el ninguneo institucional no puede obviar lo evidente: no nos es rentable hacerlo. Y decido contar que se va con sus abuelos para evidenciar que sin esas redes familiares (formadas por personas que usan poco o nada redes sociales) nuestra vida (no solo el Festival) no sería posible en estos momentos. A esas personas, muchas gracias.
Esta es la última vez que voy a vivir un 5 de Abril de esta forma. El miércoles tengo cita con el quiropráctico. Antes no creía ni en los quiroprácticos ni en los productos homeopáticos. Ahora me echo Traumel (producto homeopático) y cada 3 meses asisto al quiropráctico. Voy desde que una protusión cervical me provocó un pinzamiento de un nervio que me hizo explorar umbrales de dolor antes no conocidos para mi. Eso fue justo antes de que naciera Ada. Pero hay más: tengo una tos persistente provocada por un diagnosticado reflujo gástrico. Desde hace 3 años, cuando llega esta época, me dan ataques alérgicos que antes no tenía y me tengo que encomendar al Aerius. Tengo manchas en la piel que antes no tenía y tengo antecedentes familiares de cáncer de piel. Aunque me encanta hacer deporte no lo practico apenas y lo noto. Mi cuerpo y mi cerebro necesitan descansar. Es algo que parece prohibido en esta época. Suena ruin, pero si pudiera, pillaría una máquina del tiempo para transportarme hasta el 20 de Abril. Las dos semanas que vienen nos van a dejar los cuerpos hechos polvos.
En todo este tiempo que hacíamos el Festival han pasado muchas cosas. Me he mudado de casa 5 veces, han fallecido dos de mis abuelos y algunas personas muy importantes a mi alrededor. He viajado muchísimo, mucho más de lo que hubiera imaginado. He conocido a muchísima gente interesante y bonita y a unos cuántos capullos. He probado cientos de sopas (me encantaría decir miles). Dejé de jugar al fútbol (que formó parte de mi vida casi 12 años como actividad semanal). Gané y perdí peso muchas veces (aunque el resultado actual es de unos 15 kilos más de los que tenía cuando empecé a trabajar en el Festival. Conocí a Rubén. Conocí a Sofía. Vi nacer a Ada. E incluso asistí a ver el Gran Poder con mi abuela.
El Festival ZEMOS98 ha sido nuestra escuela de vida. Lo hemos dado todo, señoras y señores. Lo-he-mos-da-do-to-do por este proyecto. Nuestra biografía está atravesada por él. El otro día me escribía una persona diciéndome “Voy a poder asistir a vuestro evento”. Me sentó mal que lo llamara “evento”. Soy consciente de lo estúpido del enfado. Pero “evento” es como yo llamo a algo a lo que vas por obligación, a algo así como de marketing o de emprendedores o de industria del entretenimiento. Lo que nosotros hemos hecho no era un evento. Es una experiencia que nos cambió la vida y que se la ha cambiado a otras personas. Me da igual si a alguien le suena pretencioso, hay varias historias que hemos recibido tras publicar la carta que así lo corroboran.
Por supuesto la hemos cagado muchas veces. Quién nos conoce sabe perfectamente que llevamos varios años reconociendo errores y también saben que la auto-exigencia ha sido una de las claves para convertirlo en algo tan especial para tanta gente. Más allá de las etiquetas (que tanto gusta poner a quienes se obsesionan por reducir la complejidad a un consumible informativo) nos hemos esforzado mucho en enmendar nuestros errores, que han sido muchos. Durante un tiempo, esos errores eran cometidos por inexperencia. También los hemos cometido por confiar demasiado en nuestra intuición. Pero últimamente, la mayoría de errores los cometíamos porque nos veíamos forzados a ello. Cometer un error siendo consciente de ello es muy duro. Hemos perdido dignidad en los últimos años. Hemos mantenido esto porque el Festival era como una hija para nosotros. Pero se acaba. Y esta es la última vez que voy a vivir un 5 de Abril de esta forma.
Así que lo que nos queda es terminar. Despedir. Clausurar. Hay varias actividades muy bonitas, como los códigos fuentes de mi querido Rubén o de Belén Gopegui. Como mi gran amigo Fran actividades muy bonitas, como los códigos fuentes de mi admirado Rubén o de Belén Gopegui. Como mi gran amigo Fran y su musa y compañera de viaje María Salgado. Como el gran Niño de Elche presentando disco. Como un documental donde han trabajado intensamente Lucas y Sofía. La presentación de un proyecto europeo donde hemos seguido tejiendo lana con María y Nuria. Como 4 presentaciones de proyectos internacionales que se enmarcan dentro de un Hackcamp (ya sabéis que nos encanta codificar actividades con nombres que para algunos son poco accesibles y para otros muy inspiradores; vamos a ‘morirnos’ manteniendo ese sello) que es una movida loca donde va a participar 80 personas muy listas y muy majas de más de 10 países para discutir y producir sobre bienes comunes, nuevos medios, política…uno de esos saraos que dan sentido a lo que hacemos, vamos (http://17festival.zemos98.org/Hackcamp-reclaimthecommons).
Esta es la última vez que voy a vivir un 5 de Abril de esta forma. Pero ha llegado el momento. Así que, del “si me queréis, irse” al “si me queréis, venirse” al Festival. Tenemos que demostrar (cuantitativa y cualitativamente) que 17 años han tenido sentido. Que no tener un CV personal porque no hemos trabajado en otra cosa tiene sentido. Los títulos de crédito nos esperan el 19 de Abril y si queréis, nos gustaría que nos acompañarais en este final.
En estos momentos estoy escribiendo desde la planta alta de Atocha Renfe. Se ha producido un incidente que ha provocado la movilización de diferentes fuerzas del Estado y cuerpos policiales. Todo comenzó cuando un pasajero indignado se dirigió al mostrador de Atención al Cliente. Yo estaba justo al lado preguntando sobre una duda que tenía acerca de la web de Renfe. Escuché como el cliente indignado se quejaba: «Es que yo cambié el billete de ida…¿pero cómo es posible que me anulen el billete de vuelta si solamente cambié el de ida?…Pero mire, si no cojo el tren de las 14h no podré asistir a un acto familiar muy importante para mi…». El hombre se afanaba en vano. Los trabajadores de Renfe, con su cinismo adiestrado, estaban dándole largas y obligándole a que se comprara un billete nuevo. Como era lo mismo que yo tenía que hacer, decidí seguirle. Sigue leyendo
Teniendo en cuenta que he recibido muchas menciones y comentarios en Twitter, me veo en la obligación de publicar esta nota.
En primer lugar quiero pedir disculpas públicamente a @feminazida. Hay cosas en este proceso que no he hecho bien, pero me gustaría compartir qué ha pasado, simplemente para evitar especulaciones sobre mi postura, aclarar intenciones y tratar de zanjar esto de forma amistosa.
El 22 de Octubre le escribo este correo:
Hola!
Ayer vi tu VINE sobre Pablo Iglesias y muchas feministas riéndose de su frase de «No soy un macho alfa» (y luego, jeje https://pbs.twimg.com/media/B0ZMPfnCQAAup54.jpg). El caso es que estoy escribiendo un artículo para #interferencias de @eldiarioes sobre el tema y me gustaría contar con tus declaraciones porque voy a usar el Vine para ilustrar la crítica. Si quieres participar, necesito un par de datos y te mando un par de preguntas. Seguramente obviaré las preguntas y haré entrecomillados. Mi idea del post está inspirado en el Vine y es un poco responder a su declaración con un «SÍ, CLARO».
– Me gustaría que me dijeras cómo quieres aparecer citada y a dónde quieres que enlace (twitter? a tu nueva web?)
– Si no te importa, solo soy capaz de reconocer a Beatriz Preciado, ¿me puedes decir quiénes son el resto de mujeres que aparecen en el Vine? Es para citarlas.
Y ahora, la chicha. Para ponerte en antecedente, yo hice esta vídeo-remezcla https://vimeo.com/99470593 donde pretendía criticar un poco lo mismo. Es una escena de la peli Magnlia donde Tom Cruise hace de un personaje repugnante que da talleres para hombres sobre como seducir a mujeres (rollo Alvaro Reyes). El caso es que cambié la cara de Tom Cruise y puse la de Pablemos y cambié el cartel del taller y puse uno de Podemos Universo. Total, te cuento todo esto porque me gustaría que ilustraras con palabras lo que dice el Vine entre líneas. ¿Qué argumentos darías para contarrestar que el niegue «ser un macho alfa» más allá de lo evidente (y es que se le está proyectando como héroe salvador, hombre que viene a solucionar todos nuestros problemas, nuevo mesías, etc.? ¿Con qué argumentos crees que podemos «combatir» el hecho de que él se proyecte a través de «lo culto» y «lo académico» en oposición a la idea de macho más estereotipada?
Quiero sacar el texto mañana para que no pierda efervescencia, si no tuvieras tiempo de contestarme, lo entendería. Lo siento de antemano por la premura, es algo que se me ha ocurrido esta misma mañana.
Un abrazo
A lo cual ella respondió este email:
Lo siento pero no voy a participar de críticas, entiendo, instrumentalizadas.
No me gusta que otro hombre cis blanco utilice la crítica a unos privilegios de opresión que comparte para hacer un pseudo análisis político. Apuesto por que las personas seamos conscientes de desde donde escribimos, sobre todo si no reconoces al resto de feministas que aparecen en vine, lo que aclara mucho tu lugar.
No voy a rellenarte una argumentación de un texto, que no entiendes, de hoy para mañana para que tengas tu artículo listo cuando no eres capaz de entender todo el trasfondo que hay detrás.
Si lo creo conveniente publicaré este hilo de mails.
Otro abrazo
Y minutos más tarde, este otro correo:
Pd. Me gustaría que mi vine no participara de un medio que se financia con cosas como por ejemplo publicidad de Bankia y otras empresas que le destrozan la vida a las personas, pero su uso es libre y ya es una decisión tuya.
—-
Finalmente publico el artículo, titulado «Militancia y masculinidad«, con declaraciones de otras personas como Carolina León, Elena Cabrera, Miranda Islatempestad, Rubén Martínez o Nico Sguiglia, y en el que se incluye su vine y la siguiente frase “…este Vine de Nombre Real de Feminazida (que ha declinado hacer declaraciones al respecto)”.
Ahora me resulta necesario aclarar algunas de cosas:
Dicho esto, solo me gustaría aclarar que por más que sea un hombre cis blanco con privilegios, por más que no sepa quiénes todas las feministas que aparecen en el vine, por más que @feminazida y otras personas ayer me hayan cuestionado y deslegitimado a raíz de su denuncia pública sin conocer mi versión de los hechos… el feminismo en el que yo creo debe permitir un disenso no basado en la guerra, debe permitir que activismo y pedagogía vayan de la mano sin por ello convertir el feminismo en una lucha tibia e institucionalizada y sobre todo, debe servir para que compartamos contradicciones, no que nos las tiremos a la cara.
Por último, reitero de nuevo mis disculpas a @feminazida y a todas las personas que se sintieron ofendidas.
PD: Publico los emails amparado en este twit.
capítulo 1 – 20 de Febrero de 2014
Lo que váis a leer a continuación fue realmente escrito en las fechas que vienen indicadas. La post.producción del texto es mínima. Tan solo he quitado algunas cosas que realmente me daban vergüenza compartir y he corregido algunas faltas de ortografía. Si quieres saber de qué va esto antes de empezar, lo intento resumir a priori. Se trata de algo tan sencillo como compartir qué he sentido en varios momentos diferentes sobre lo que significa ser padre hoy. Notaréis desorden. No es un texto brillante ni tampoco académico. Pero sí es muy sincero.
Escribir en tiempos de crisis es muy difícil. La actualidad es una tempestad que golpea nuestro sentido de la atención y mantener una identidad en paz con uno mismo y su entorno es muy complicado. Porque nuestra vida es precaria y porque somos vulnerables. En medio de un maremagnum en el que no estar al pie del cañón parece ser considerado a veces como un acto de disidencia, me retiro por unos instantes a un lado para compartir uno de los eventos más importantes que están transformando mi vida. La paternidad. Sigue leyendo
Este texto lo escribí hace dos años. Un casero ingrato acababa de negarnos la posibilidad a Sofía y a mi de renegociar las condiciones del contrato de alquiler del piso en el que vivíamos. Desde entonces, me he mudado dos veces de casa y una de oficina. En los 3 casos, me dediqué a luchar porque los contratos no incluyeran condiciones que las inmobiliarias y los propietarios han impuesto como un statu-quo, pero que en muchas ocasiones son incluso ilegales. Mi colección de anécdotas sobre «cosas que piden propietarios que no están en la ley pero ellos defienden como lo que hay que hacer» es bastante amplia. Es algo que me genera mucha violencia. Parte de esa violencia intenté volcarla en este texto que escribí para ser leído a modo de slam.
» (…) Había que jugar a toda costa. En los letristas y luego también en aquellos situacionistas encargados de realizar la teoría revolucionaria del s.XX, se reflejaban el estilo y las ideas del primer romanticismo. Schiller había sentenciado que «el hombre sólo juega cuando es hombre en el pleno sentido de la palabra, y sólo es enteramente hombre cuando juega». La frase gozaba de ese misterio que tanto gustaba a los letristas. Seguir jugando… (…)»
Servando Rocha.
La Facción Caníbal. Historia del Vandalismo Ilustrado.