Se acaba un año en el que he escrito muchísimo. Es probablemente el año en el que he escrito más que nunca públicamente en mi vida. Gracias a Sofía, por ser la persona que más me hace pensar, quién me ayuda a encontrar la palabra precisa y la que en muchas ocasiones me hace la cobertura doméstica para que pueda escribir. Gracias a Juanlu, por ser el mejor p e r i o d i s t a que he conocido, por enseñarme a titular y a enfocar pero sobre todo por ayudarme a encontrar mi voz escribiendo. Gracias a Lucas, por tu paciencia con mi ping-pong vital, por corresponder siempre a todas mis absurdas peticiones de forma imaginativa, por enseñarme a entender las cosas que no entiendo (especialmente el Trap pero también los gatos). Gracias a Pedro, por tu generosidad infinita que siempre me anima a hacer cosas (entre ellas escribir), por tu no cinismo y por estar dispuesto siempre a participar en cualquier cosa que te pida (eso incluye incontables grupos de Telegram). Gracias a Rubén, por tu amistad parse, por obligarme a hacer flexiones de pensamiento crítico cada día y por corregirme erratas. Gracias a mi familia (mi madre, mi padre, mi hermano y también al resto) por estar siempre ahí. Y gracias a toda la gente cercana o lejana para quiénes alguna de las cosas que haya escrito este año hayan podido ser inspiradoras o útiles. Yo escribo para corregir la vida, pero sobre todo escribo para comunicarme con otras personas.
Allá van mis textos de 2018!
En eldiario.es
En medium.com
Cinco razones por los que estos stories de Rosalía son imprescindibles
“Star Wars — The Last Jedi” o como vivir en las ruinas mitológicas de nuestros predecesores
En el CCCB Lab!
Ha sido un año duro, con momentos complicados. Y más allá de lo escupido en Twitter, Facebook o Instagram, aquí quedan estos 64 textos. 11 más que el año pasado. Not bad. Nos vemos en el futuro!
Supongo que el Snapchat y el Stories deberían ser indicaciones para una generación que se obsesiona con archivar el conocimiento (la mía) y quizás en lo que nosotros vemos consumismo desmemoriado lo que haya en realidad sea una sabia intuición de darnos menos importancia y seguir adelante sin fomentar la bulimia intelectual. PERO, también siento a veces la necesidad de recordarnos qué cosas hemos hecho, independientemente de si estuvieron bien o mal. Simplemente como muestra de un rastro tangible y para no obsesionarme con el «no hice tal o cual». Por eso, ahí van mis textos de 2017 publicados en medios, en este blog o en Medium (obvio publicaciones de Facebook o Twitter):
En el www.eldiario.es
En Medium
En este blog
En Tribus Ocultas
En Playground
En Punto de Break
52 textos en 2017. No está mal. Escribir es algo que me gusta. También sé que tendría que leer más o intentar escribir más sobre aquello que me apasiona y no tanto sobre cosas que son meros deberes. Sea como fuere, a las personas que me leéis, me aconsejáis, corregís…muchas gracias y espero hacerlo mejor en 2018!
Ayer Rafael Nadal logró varios hitos históricos: nadie en la historia había ganado 10 veces Roland Garros. Además, se ha convertido en uno de los jugadores que ha ganado su primer y último Grand Slam con más diferencia de años (ganando en 2005 su primer Roland Garros y doce años después su número diez). También lo consiguió de una forma increíble: cediendo solamente 35 juegos en todo el torneo (Borg ganó en el 78 cediendo solamente 32) y sin ceder ni un solo set. Estos datos, sumados al palmarés de Nadal, lo convierten objetivamente en uno de los mejores tenistas de la historia y en el mejor jugador de todo los tiempos en tierra batida.
Justo en el momento en que Wawrinka fallaba su volea de revés desde el fondo de la pista y Nadal se tiraba al suelo boca arriba llevándose las manos a la cara, muchos de los que somos sus fans y seguidores nos emocionábamos al pensar lo increíble de lo que acababa de conseguir. Cuando el año pasado se retiró por una lesión en la muñeca y después de que el año anterior hubiera sido eliminado por Djokovic en cuartos de final, muchos aficionados y sobre todo algunos analistas deportivos vaticinaban el inicio de la decadencia de Nadal. Inesperadamente, 2017 está siendo el año de los viejos rockeros y tanto Nadal como Federer se han repartido más del 90% de victorias entre los torneos de pista rápida y los de tierra. Larga vida a los deportistas longevos.
Tal y como terminaba el partido y comenzaba la ceremonia, además de miles de aficionados, los políticos y sus equipos de comunicación se apresuraban en redactar ingeniosos y certeros tuits. Nadie quería perderse la fiesta. De repente y tras la elegante aportación del torneo al emitir un vídeo de homenaje a los 10 títulos y tras unos momentos de silencio, el maestro de ceremonias avisaba de que iba a sonar el himno español. Plano de la bandera de España. Se funde con primer plano de Nadal. Se emociona. Llora. No es complicado imaginarse a Albert Rivera de pie en casa, en shorts y con un polito chupicool, su GinTonic y pensando: “Esta es la España que yo quiero”.
Lo problemático y lo complejo es que como todas las manifestaciones masivas y como todo fenónemo donde la amplificación mediática se entrelaza con lo popular, muchas personas no quisieron perderse la fiesta y Rivera no fue el único que pensó algo parecido. Celebraron la victoria de Nadal desde Pablo Iglesias hasta Rajoy, desde el aficionado al tenis de ideología anarco-comunista que se fue a tomar un café mientras sonaba el himno hasta el liberal que cree en el poder de las startups y para el que Nadal representa al emprendedor perfecto (“ambición y esfuerzo”, como decía Albert Rivera en su tit).
En ese maremagnum social que ayer celebraba lo de Nadal (casi 4 millones estaban viendo ayer el partido), no deja de resultar curioso que muchas de las personas que se esmeran en separar deporte y política sean de las primeras que se apresuran en decir que “Nadal representa a España”. Nadal, siendo el gran tenista que es y uno de los mejores deportistas de todos los tiempos, no representa ni debería representar la quintaesencia de lo español. Citemos tres motivos:
– La analogía de que el éxito Nadal se sustente solamente en trabajo y sacrificio esconde otros motivos igual o más centrales que ese. Cuando su padre vio que empezaba a despuntar, habló con su tío Toni y le ofreció centrarse exclusivamente en entrenar a su sobrino y cobrar por ello. En el mito del emprendedor como un “self-made man” que lo consigue todo con “ambición y sacrificio” (como diría Rivera), falla un poco que los Nadal hayan sido una familia exitosa en los negocios (no obstante son propietarios de hoteles, restaurantes, firmas deportivas, etc.) y que por tanto a Rafael Nadal no le ha faltado nunca de nada. Puestos a ser tramposos, se podría decir que Rafael Nadal ha sido lo que es gracias a que su familia les pagó una Renta Básica a él y a su tío para poder dedicarse a lo que más les gustaba…
– El modelo educativo en el que se sustenta el éxito de Rafael Nadal dista mucho de basarse en “el trabajo por proyectos” (el modelo constructivista y que poco a poco va triunfando en el sistema educativo español) y en el fomento del aprendizaje significativo. El modelo educativo de Rafa Nadal, contado por su propio tío en conferencias, entrevistas y en algunos libros, es un batiburrillo intuitivo que mezcla una especie de disciplina militar con el conductismo psicológico. Agassi, en el libro autobiográfico que publicó el año pasado, contaba que su padre llegó a darle drogas como speed para que jugara más despierto, y que una vez lo consiguió y fue el número uno, se sintió tremendamente solo. Y aunque no parezca el caso de Nadal dado que cuenta con una red familiar que lo apoya, lo cierto los éxitos deportivos de Nadal no deberían encumbrar y legitimar un modelo educativo que se basa en muchos preceptos que la pedagogía contemporánea ya ha ido descartando..
– Nadal es el tenista del siglo XXI, pero cierta masculinidad que representa se quedó en el siglo XX. En un mundo que tiende de forma orgánica hacia las relaciones abiertas y el poliamor, donde el feminismo ha establecido y sigue deconstruyendo una crítica hacia los relatos que refuerzan el amor romántico, Nadal ha presumido en más de una ocasión de llevar toda su vida con su novia de siempre y ella cumple en los espacios públicos con lo que se esperaba de las mujeres de hombres exitosos en lo público: discreción. Por otra parte, la composición de la familia de Nadal sigue una estructura patriarcal. Su padre es el capo de los negocios, tanto la madre de Nadal como Xisca, su pareja, , se dedican a “temas sociales” a través de una Fundación que han creado para el caso. Sin hacer una enmienda a la totalidad y sin negar que obviamente hay valores rescatables en el modelo de clan (la lealtad, sin ir más lejos), lo cierto es que muchas familias españolas son mucho más complejas y con estructuras no patriarcales. Así que el hecho de que Nadal sea el perfecto deportista-guerrero no lo tiene porque convertir en un ejemplo de masculinidad ejemplar para la sociedad española.
En definitiva, Nadal es indudablemente uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. Es emocionante ver cómo ha pasado de ser un joven hortera que ganaba por agotamiento a sus rivales llegando siempre a golpes imposibles, a un tenista maduro que ha mejorado su revés, su saque y que es capaz de anular a futuras promesas como Thiem o al gana-finales Wawrinka (que llevaba un parcial de 3-0 a su favor en finales de Grand Slam). Es, de hecho, muy emocionante ver que hace historia en el tenis y en el deporte consiguiendo gestas que nadie antes logró. Pero por favor, no lo convirtamos en la quintaesencia de lo español ni espejo en el que los niños deben mirarse porque claramente, todo lo que tiene de extraordinario como deportista lo tiene de ordinario como ciudadano.
Comienza La La Land. La primera escena equivale a mil bebés echándote babas encima al mismo tiempo que asistes a la fiesta de fin de curso de la Escuela de Arte Dramático de tu ciudad y mientras alguien te grita al oído frases motivacionales sacadas de libros de autoayuda. Impresionante, no me sentía tan empalagado desde que veía con mi hija la película Trols. Pero una vez pasado el susto oficial y cuando aparece Ryan Gosling en coche, recuerdas que todavía puede convertirse en un psico-killer y aniquilar a todos esos bailarines contentos y decides darle una oportunidad a la película.
La verdad es que ver a Ryan Gosling y pam! Ese hombre por el que todos los heteros nos planteamos nuestra condición sexual. Esa mirada que Joey de Friends describiría tan bien como “tú pon cara de oler un pedo…nadie sabrá si realmente se trata de un sentimiento muy profundo”. Esa sonrisa de “he estado yendo a un psicólogo durante un año pero ya lo tengo todo controlado”. No sé si quiero que sea mi mejor amigo y abrazarlo o si le sometería a alguna técnica de tortura para intentar descubrir qué carajo le pasa.
Luego está Emma Stone. Con ese vozarrón. Con esa sensualidad manufacturada. Con esos atuendos maravillosos de Privalia. Emma nos mete en ese loco metarrelato de que una actriz interprete a una actriz y nos demuestre lo injusto y cruel que puede ser el sistema de castings. También Emma proyecta ese nosequé que no sabes si quieres bloquearla en Whatsapp o untarla en Nocilla.
A ver, si no te vas a ir a casa (porque la entrada cuesta lo suyo y aunque el cine Avenida de Sevilla no te mortifique con 20 minutos de publicidad, sí le hizo la puñeta a Sofía, que con su embarazo cumplido y una ciática dolorosísima tardó en subir 20 escalones unos 10 minutos porque el cine no está adaptado para personas con movilidad reducida) lo lógico es que te autoinduzcas en alguno de los caramelitos sinestésicos que ofrece la película. Ese atardecer, ese cortejo, esos pantones pastelosos. Esos zapatos nuevos destrozados a base de rozaduras.
Cuando sales del colocón de luz y color hay algo que empieza a incomodarte: más allá de las destrezas técnicas, del uso comercial de la máquina de la nostalgia y de documentados homenajes que hace la película una y otra vez, ¿cuál es la historia? Simplificando mucho es: oda al amor romántico y si quieres, puedes. Vale que Ryan anima a Emma a perseguir su sueño. Pero…¿en serio ella termina siendo actriz famosa y no dramaturga? ¿en serio ella quería ser madre a toda costa con un tío rancio y encorbatado? ¿En serio el mensaje es que “si cada uno lucha por su lado puede conseguirlo”? Porque diera la sensación de que en la cara B que ambos se imaginan, sus sueños se cumplen pero más modestamente. ¿Qué carajo significa eso? ¿Es a su vez crítica a la crianza? ¿Significa que dos artistas un poco obsesionados con sus filias no pueden saber aceptar los cambios y las limitaciones que implicaría en sus vidas el tener hijos?
Bueno venga, que es solo una película. Que tampoco importa tanto que el garante del jazz sea un blanquito, por más que la frase de “el jazz es compromiso y conflicto” sea bella y que el único negro que con un papel primordial es un vendido que introduce elementos comerciales para no mantener la esencia del mismo…Venga va, tampoco importa tanto que él sí sepa de cine pero Emma no tenga ni puta idea de Jazz. Tampoco importa tanto que el modelo de irrealidad que impone el formato musical termine pareciendo una estrategia de evasión de una realidad que nos ha golpeado en 2016 de todas las formas imaginables, rescatando la función más conservadora que el cine pueda tener (la belleza por la belleza, la historia como verdadera evasión de la realidad y no como diálogo con ésta). Vamos, por favor, que no hace falta hacer propaganda para hacer cine de nuestro tiempo.
Que no, que no y que no. No voy a caer en decir que la peli es una mierda. Voy a cerrar mi primera y única crítica cinematográfica ‘ever’ diciendo que es una pedazo de mierda de color pastel, muy sinestética que defiende unos valores propios del coaching de curso online para emprendedores, un tipo de relaciones amorosas propias del siglo XX y un modelo de vida basado en el “si quieres, puedes” que como bien sabemos en España, es una basura que pone toda la responsabilidad en uno mismo y no en las condiciones externas. Eso sí, es hype y ya se sabe lo que pasa con ellos: que por lo menos nos permiten activar conversaciones sobre quiénes somos y quiénes no queremos ser.
Durante el Festival Pixelache asistí a una mesa redonda titulada «Empathy, Technology and the emergence of Collective Intelligence«. Al inicio, una de las moderadoras de la sesión, Katri Saarikivi, expuso varias ideas interesantes: la primera era el deseo de que los ponentes (Marte Roel, Katherine Bear, Oliver Kochta-Kalleinen, Jana Ristola y Aleksander Nikulin) no tuvieran más poder que el público. Para lo cuál, encarecían especialmente a éstos que hicieran intervenciones cortas y una disposición de sillas distinta a la habitual (no en línea y enfrentándose al público, sino en un semicírculo). La segunda (y muy en relación a la primera) era dar poder al público a partir de lo que llamaron «Time-outs»: interrupciones a mano alzada para poder dirigir la conversación en una dirección distinta a la que los ponentes estuvieran proponiendo.
El experimento era interesante puesto que realizar una mesa redonda sobre inteligencia colectiva y dar las herramientas a un público como el de un Festival como Pixelache estaba abocado al hackeo (o auto-hackeo). Y sucedió: durante más de una hora se sucedieron intervenciones que o bien ponían en cuestión la incoherencia del formato con respecto al tema propuesto (hasta el punto de forzar a que parte del público bajara a ocupar el espacio en el que estaban los ponentes y que nadie se sentara en una silla) o bien simplemente desjerarquizaban y la conversación haciéndola desordenada pero menos centrada en el poder que se otorga por defecto a los ponentes en una mesa redonda. Al final, el resultado fue un evento confuso y equívoco, pero un magnífico ejemplo de que hay que explorar formatos en donde se rompan las relaciones de poder tradicionales que imponen los espacios académicos y la distinción entre «los que saben» y «los que no saben».
Mi participación en cambio no tuvo nada que ver con las cuestiones relacionadas con la temática. En un momento dado en el que me estaba pareciendo mitad interesante/mitad aburrido, decidí empezar a usar la herramienta web arementalkingtoomuch.com.
La web es una herramienta que ofrece una forma muy simple de visualizar si los hombres están dominando la conversación. Al cabo de 20 minutos, pude contabilizar que el 75% de la palabra había sido dominada por hombres. Y lo dije. Contabilicé el tiempo durante una hora entera. Y el reparto total fue de 60% hombres y 40% mujeres. Sin embargo, me di cuenta de que lo realmente interesante sería poder tener una metodología más completa para poder analizar las cuestiones de género (o las derivas machista) en conferencias, reuniones o encuentros. En definitiva, eventos donde la conversación y el reparto de la palabra juega un papel esencial.
La metodología implica a bastantes personas, pero de alguna manera creo que puede ofrecer una fotografía más completa que la web arementalkingtoomuch.com.
Si el evento convoca a una comunidad ad-hoc que probablemente no vuelva a permitir que compartan habitación las mismas personas, lo interesante es anunciar al inicio el uso de esta metodología y compartir los resultados durante el propio evento, básicamente para poder modificar o corregir posibles problemas. Si el evento forma parte de una serie y las personas van a volver a verse (como las asambleas o plenarios de determinadas organizaciones o grupos) puede analizar por completo una sesión y luego exponerse los resultados en la siguiente sesión.
Lo que es seguro y este es el punto de partida es que en los eventos suele haber una deriva machista que se naturaliza como parte del devenir de los mismos, tratándolo como algo natural y no como una construcción social y cultural que puede y debe ser analizada, deconstruída y transformada.
Érase una vez una hormiga llamada Generosa. Generosa era muy trabajadora. Como también lo eran sus amigas Inquieta, Observadora, Analítica, Forzuda, Impetuosa, Paciente o Voluntariosa. Generosa siempre estaba dispuesta a ayudar a todo el mundo con sus tareas.
Un día, Analítica se puso enferma. Estaba muy preocupada porque estaban construyendo un nuevo Hormiguero y las obras debían ir más deprisa porque el Invierno se acercaba. Cuando Generosa se enteró, le ofreció a Analítica hacer su trabajo.
Analítica aceptó encantada puesto que sabía que cumplir era muy importante y que alguien tendría que sustituirla hasta que se curase. El problema es que Generosa justo estaba trabajando en el transporte de alimentos con Forzuda y como el Invierno se acercaba, ¡también estaba muy atareada!
Generosa, por su naturaleza, decidió no decirle nada a Analítica sobre lo atareada que estaba con el Transporte, asegurándole que cubriría su baja sin problemas. No quería que se sintiera mal y sabía que Analítica era muy inteligente y no permitiría que Generosa tuviera trabajo en exceso.
Pero es que además, ¡Generosa tampoco le dijo nada a Forzuda! Muy preocupada, tomó la decisión de no decirle que ayudaría a Analítica para que ésta no dudara de que podía cumplir con sus responsabilidades. Y es que Generosa…era muy generosa.
Cuando comenzó la jornada de trabajo, Generosa se afanaba en ir y venir, de un sitio para otro, tratando de transportar todo lo que podía al tiempo que en sus descansos, corría para hacer las tareas de Analítica en labores de Construcción. Durante un tiempo, todo fue bien. Pero poco a poco, el cansancio hizo mella en Generosa, que fue incapaz de realizar bien ambos trabajos.
Cuando por fin Analítica se reincorporó al trabajo, llamó apurada a Generosa. «Amiga, ¡solo has hecho la mitad del trabajo que me correspondía!». Y en medio del silencio, se coló la voz por teléfono de Forzuda que le decía muy preocupada a Generosa: «¡Amiga, solo has hecho la mitad de tu trabajo!».
Ayer fue una noche blanca. Aunque en Sevilla oscureció y no se produjo ningún extraño fenómeno natural (como en Rusia), lo cierto es que una luz permaneció encendida. La de los cambios que ilusionan. En Las Islas Baleares se ha producido uno.
Conocí a Joan Carles en 2003. Tengo un recuerdo bastante vívido de cómo fue todo. Su proyecto junto a Francesc Felipe “Noches Blancas” era mucho más que un cortometraje. Proponía toda una serie de formatos más allá del cortometraje (un documental, un juego, un videoclip, una obra de teatro, textos…) que, a pesar de la flexibilidad de nuestro criterio (nuestra convocatoria no distinguía entre ficción, documental, animación, etc. como sí hacían muchas otras muestras o festivales) nos ponía en un aprieto editorial (y no era un aprieto económico puesto que no dábamos premios en metálico) ¿Cómo podíamos premiar algo que ni siquiera estaba concebido? ¿Cómo hacer ver que nos encantaba que alguien concibiera el audiovisual más allá de la pantalla y lo expandiera a otros universos narrativos y en otros formatos? Aquello se solucionó de forma digna dándole una “mención especial a la mejor propuesta multimedia”.
Joan Carles, un urbanita mallorquín mudado a la cosmopolita Barcelona, educado, elegante y un poco empollón pero con una sensibilidad cinematográfica que hacía de él una mezcla entre Michael Winterbottom y Manuel Huerga, se presentó en el frío salón de sctos de la Casa de la Cultura de El Viso del Alcor para asistir a nuestra modesto Festival ZEMOS98 (en su quinta edición). Allí empezó nuestra amistad. Pasaron los años y Joan Carles seguía con sus proyectos audiovisuales y convirtió nuestro Festival en una cita ineludible para él. A día de hoy, compite por ser la persona que más veces ha asistido al Festival con mi gran amigo Quique (@enfermero).
Joan Carles siempre se ha caracterizado por una cosa: es una persona que todo lo que tiene de inteligente y educado lo tiene de meticuloso provocador. Siempre dentro de los límites de lo socialmente permitido, es de ese tipo de persona que gustan de discutir y confrontar detalladamente sus verdades con las de los demás. Vamos, que es un cabezota y que me ha tocado las narices profundamente unas cuántas veces. Como aquella vez que me dijo: “Lo que pasa es que estás alienado porque no estás viendo series de televisión” (eso fue antes del boom de Perdidos o de The Wire, solamente habían emitido Los Soprano, pero ahí estaba el tozudo JC explorando historias innovadoras narrativamente.
En 2009, también hicimos una pieza titulada “We TV” para Metrópolis de La2 donde, de una forma un poco pedante, pero muy útil como formato de debate para clases sobre audiovisuales, trazábamos nuestras ideas sobre lo que debía ser “la televisión del futuro”. Por el camino pusimos en pie junto a Alberto Tognazzi y a los amigos de El Festivalito embed.at. Un intento de plataforma-revista-red sobre lo que llamamos “audiovisual integrado”. Luego el proyecto mutó y entró María Yañez, Joan Carles se tuvo que ir a Irlanda a trabajar en Apple por culpa de la crisis y nuestra relación cambió.
El distanciamiento en realidad no fue solamente una cuestión geográfica. Nos distanciamos ideológicamente. Mientras él mantenía un cierto bienestar (a pesar del desasosiego de estar lejos), ZEMOS98 abrazaba de lleno la precariedad y nos forzaba cada vez más a politizarnos (más de lo que ya estábamos). Esto siempre ha puesto nervioso a Joan Carles (cuando la narrativa política deja de explorar matices y contradicciones y se convierte, sea del signo que sea, en un panfleto, en un texto plano y casi propagandístico). Eso, sumado a nuestras diferentes maneras de concebir el discurso de Helen Fisher, pusieron nuestra relación prácticamente en un punto de no-retorno.
Pero Joan Carles hizo dos cosas que hicieron que nuestra amistad se recuperara. La primera fue venir a uno de nuestros Festivales dedicados a Copylove. Para el punto en el que estábamos, aquello era como venir a la boca del lobo. Asistir a un evento que amaba (y la prueba es la cantidad de veces que vino; dudo que fuera solo por amistad, era también por los contenidos) que se había convertido en una cosa que a él ya no le apelaba tanto. Y la otra fue invitarme a formar parte de un posible proyecto (que 2 años después aún no ha salido…) que podía ser un cambio radical a nuestras vidas profesionales y en el que no tenía motivos aparentes para hacerlo.
Desde entonces, las cosas cambiaron y a pesar de nuestras diferencias, hemos cuidado esa amistad. Por eso hoy estoy muy feliz por él. Joan Carles ha sido nombrado director de la televisión pública de las Islas Baleares (IB3). Todo un reto profesional que me consta que le hace mucha ilusión y que además, tras varios años investigando Youtube y tras su paso por Apple, hacen de él una persona perfecta para intentar una revolución en contenidos y formados desde un ente público.
Aunque él es muy pudoroso y detestará que haya contado algunas cosas, este texto es para celebrar en la distancia su nombramiento, para presumir de amigo y para desearle toda la suerte del mundo. Brindo por muchas noches blancas en el audiovisual público de las Islas Baleares.
PD: En otros países no es tan raro que personas con 35 años accedan a puestos de máxima responsabilidad. Nuestro país necesita más de este tipo de cambios que aseguren un relevo generacional y los cambios que se necesitan hacer en las instituciones públicas. Veremos cómo se lleva JC con la “dependencia del rumbo”…ánimo!
PD2: He publicado este texto en Facebook, por si quieres comentarlo allí porque te resulte más fácil 😉
PD3: La imagen corresponde a un fotograma de «Noches Blancas».
Año 2017. Gobierna en España una coalición entre PSOE y Ciudadanos. Pedro Sánchez es presidente. La crisis ha aminorado pero los niveles de paro de gente joven siguen siendo muy altos (43%). Las mareas han vuelto resctivarse y los procesos movilización política se han reiniciado tras un año a la expectativa. Podemos, que había seguido su deriva-partido, intenta en vano reconciliarse con los movimientos sociales. Los niveles de violencia de género no han descendido y surge la Marea de Madres. La Marea de Madres parece a priori un movimiento naif pero termina acaparando la atención transversalmente. Recoge diferentes luchas feministas pero termina sin quererlo apelando a algo desatendido por los partidos. Poner la vida en el centro y los cuidados como eje de la economía es su principal reclamación. La Marea de Madres reúne también a no madres y a hombres. A pesar de las contradicciones, crece. En 2018 la se ha convertido en un grupo de presión social con mucha legitimidad. A quiénes les piden que se conformen en partido. Hay debate. Disenso. Pero también hay necesidad de cambiar la política desde dentro. De nuevo. Similares debates.
¿Qué hará la Marea de Madres?