Nuestra amistad no estaba escrita en la arena, donde el viento puede borrarla, nuestra amistad estaba escrita en la piedra, con estilete, donde ni el viento ni ninguna tempestad puede borrarla, Como cuenta la antigua leyenda árabe.
Recuperar una amistad es ponerse al día de los acontecimientos personales o profesionales que han ido sucediendo a lo largo del silencio de los años, pero la amistad no se perdió, estaba silenciada por los avatares profesionales de cada una, estaba acallada en el tiempo, con la seguridad de que en cualquier momento de la vida podría volver a rebrotar, como el terreno que dejas en barbecho para que el próximo año salga la plantación con más fuerza.
La amistad no se pierde, es difícil que silencies a unas amigas de verdad, son muchas las experiencias vividas como para que se vayan al traste… pero sí que necesitamos recuperar el tiempo perdido, ponernos al día, sentir emociones que nos van a llevar a mucho tiempo de charlas, de cafés, de establecimientos que cierran porque hemos agotado su horario, da igual, cambiamos de tercio, lo que antes fue un café después se pasará a la cerveza, la cuestión es seguir juntas, hablando de nuestras vidas, de nuestras experiencias, de nuestros recuerdos, de momentos vividos juntas que han sido imposible de olvidar, que están grabados a fuego para no olvidarlos.
Nuestra amistad es de la buena, no accidental ni de utilidad (como decía Aristóteles) es de las que duran toda la vida, de las que no pides nada a cambio, de la reciprocidad, de las que son el compartir el fiel reflejo de la vida, de las que se ríen y pueden llorar con los acontecimientos vividos, de las que no dan puñaladas sino abrazos, abrazos con fuerza, con cariño, con necesidad de compartir eso que llevas dentro y ha estado silenciado durante años…
Gracias, Dulce y Amparo por volver a compartir y sentir juntas, por ser capaces de ponernos al día de todo este tiempo en el que hemos estado cada una por un lado, gracias por seguir compartiendo ese cariño.
18.03.2019
Dolores Álvarez Peralías nació, allá por los años cincuenta, en Gerena, un pueblo perteneciente a la provincia de Sevilla. Allí vivió una infancia feliz hasta los 14 años que por motivos de trabajo trasladaron a su padre a la capital (Sevilla). En Gerena hizo hasta 3º de Bachiller de una forma muy particular porque en el pueblo no había Instituto. Nos lo cuenta así:
«Había dos escuelas en Gerena, una de niños y otra de niñas, en ellas hacíamos la Educación Primaria, pero en aquellos años no todas las niñas estudiaban porque algunas se iban a trabajar a muy temprana edad. Las que teníamos la suerte de seguir estudiando estábamos en la escuela con todas las niñas hasta los diez años, y si después queríamos seguir el Bachiller teníamos un problema porque en el pueblo no había Instituto. Algunas familias optaban por mandar a sus hijas e hijos a colegios internos de la capital y las que no podían soportar esos gastos se quedaban en el pueblo haciendo los estudios primarios. En mi caso, mi familia optó por enviar a mi hermano a un colegio interno y a mí me dejaron en el pueblo. Para sacarme el Bachiller me daban clase los mismos maestros, una vez finalizada la jornada, alternábamos las clases en la escuela o en las casas de los maestros. De todo el grupo de niñas de mi generación, unas cuarenta, solo seis optamos por seguir estudios, las demás seguían en la escuela o bien se iban a trabajar en casa o en el campo. Lo más duro que recuerdo de esta etapa era tener que ir a Sevilla a examinarme, por libre, con profesorado que no conocíamos y en un ambiente de crispación total por no saber si lo que habíamos estudiado nos iba a servir, a pesar que el libro de texto se seguía con toda rigurosidad. A partir de cuarto y hasta PREU estuve en un colegio de monjas, en Sevilla«
En un principio pensé estudiar Filología, igual que mi hermano, pero yo tenía claro que mi mundo era el de dar clases, me gustaba el papel del docente y tenía vocación para ello. Cuando terminé PREU, justo ese año, salió el Plan Experimental de Magisterio (1971) y no lo dudé, podría haber entrado en la universidad pero opté por Magisterio para alcanzar la titulación de Diplomada. Fueron tres años muy interesantes porque como era un plan nuevo el profesorado se esmeraba en que saliésemos bien preparados. Terminé la carrera en septiembre y a mediados de octubre ya estaba trabajando en la escuela pública, de la cual no me he separado hasta el año 2011 en que me jubilé, después de 36 años de servicio en primaria y en Secundaria.
Cuando mis hijos fueron mayores y podían quedarse solos, junto con un grupo de amigos me planteé hacer Pedagogía, porque sentía muchas ganas de saber más y dar respuestas a los planteamientos que cada día nos hacíamos en la escuela. Fueron unos años de mucho trabajo, compaginaba la jornada matutina, llevando la dirección de un colegio, con la asistencia a clase, diariamente, a la Facultad de Ciencias de la Educación, en Sevilla. Era duro porque además los fines de semana nos lo pasábamos haciendo trabajos o estudiando. Pero terminamos felizmente la carrera y además hicimos los cursos de doctorado, el ansia de aprender siempre fue una constante en mi deambular por los pasillos.
Yo estaba en El Viso del Alcor desde 1981, localidad en la que vivo desde entonces, en el colegio de Primaria «Blas Infante». Se hizo un estudio en la localidad y ese colegio desapareció para convertirlo en instituto, los compañeros y compañeras que estábamos en la segunda etapa de EGB tuvimos la opción de adscribirnos al primer ciclo de ESO. Así fue como entré en Secundaria, dos años como Jefe de Estudios y después como directora del IES Profesor Juan Bautista, que fue en lo que se convirtió el edificio del colegio desaparecido. Formé equipo con antiguos compañeros y pusimos en marcha el nuevo centro.
Como todo comienzo las dificultades no faltaron, adaptaciones físicas, nueva plantilla, gente muy de su materia pasando del entorno general… Afortunadamente, con paciencia y mucho tacto, el centro iba tomando una identidad y el alumnado se encontraba feliz.
Mi constante en todo momento fue crear un buen clima de centro que favoreciera el aprendizaje. Por encima de la enseñanza está la educación, el compartir, el llevarse bien, el respeto, la inclusividad, el trabajo en grupos colaborativos… tanto el profesorado como el alumnado iban trabajando de forma que el centro conformara su identidad y la comunidad se sintiera orgullosa de las personas que trabajan en favor de una mejor educación porque sí es posible hacerlo de forma diferente y crear un buen clima de trabajo que sea el nexo que una a sus miembros.
En ese IES «Profesor Juan Bautista» me jubilé, después de 13 años de directora, más diez en Primaria. Puedo decir que me sentí realizada por la labor emprendida, que no era nada fácil. Los alumnos y las alumnas que me encuentro por la calle me lo recuerdan y me hacen sentir orgullosa.
Sigo en la tarea de luchar por una mejor educación, no he desconectado de seguir pensando cada día en cómo se podría hacer mejor en el mundo educativo.
Asisto cada año a los encuentros de EABE de los cuales algunos he participado en su organización y puesta en marcha. De igual forma asisto a otros eventos educativos que se celebran, este último año he estado en #eduhora (Madrid) y en #eduhorchata (Puerto de Sagunto). Cada martes participo en los debates de Twitter de la #eduhora.
Leo y escribo, más que cuando trabajaba, evidentemente el tiempo es mi mejor aliado. Sigo activa en mi blog La Colina de Peralías y cada jueves tengo una Reseña de libros educativos en el Magazine Ined21
Me sigue apasionando la educación y creo que cuando pierda esta ilusión, algo no funcionará en mi cerebro.
Os dejo un vídeo de una entrevista que me hicieron Pedro Jiménez y Beatriz Rodríguez para un proyecto de Fernando Trujillo.
“Este libro está dedicado a todas las personas que se han sentido incomprendidas. A aquellas que han superado prejuicios de otros y han seguido adelante. A aquellas que han superado prejuicios propios y han abrazado nuevas ideas”
Con esta dedicatoria empieza el libro de César Bona «La emoción de aprender. Historias inspiradoras de Escuela, Familia y Vida», relatos vividos en primera persona que nos llevan a ver la superación del fracaso personal y que nos hacen ver la diversidad de las personas. Son historias conmovedoras que enganchan emocionalmente y que nos dan ideas de cómo la escuela sigue sin ser inclusiva, sin atender las diferentes necesidades personales que presenta el alumnado.
«En palabras del propio César Bona, este libro “es una invitación a replantarnos lo que significa éxito y fracaso, llamando la atención sobre lo relativo de las ideas y sobre lo que podemos ser capaces de sacar de cada experiencia”. A través de varias historias vividas en primera persona, Bona presenta experiencias de superación de personas que ya habían sido catalogadas como “carne de fracaso” y que supieron levantarse y construir su propio camino. Con la intención de mostrar la historia de cada uno, el profesor maño hace una invitación directa al lector a “recordar que todos somos diferentes” y que llegar lejos puede ser un gran reto para algunos y un pequeño paso para otros».(aulamagna.com) Sigue leyendo
Siempre es bueno escuchar a Carlos Magro porque la claridad de sus ideas y la rotundidad de sus afirmaciones nos dan apoyo para la transformación de las personas, de la escuela y de la sociedad.
Carlos Magro es consultor educativo e impulsor de la campaña ‘Calmar la Educación’. “Cuando a la Educación le metemos presión desde la norma, desde lo reglamentario, vemos que fracasa. El buen maestro es el que es capaz de decir a los alumnos: hoy salimos del aula, vamos fuera, vamos a romper con lo que estaba previsto, vamos a improvisar”. Esta declaración de intenciones podría clasificar a Carlos Magro dentro de esa corriente de pensadores que anhela una transformación y un cambio educativo simplemente porque sí. “Educar es cambiar a las personas y cambiarnos a nosotros mismos”, sentencia Carlos Magro en la entrevista. (Magisnet)
Un libro diferente y de fácil lectura por varias cuestiones: Un libro comprometido con el cambio, con la sociedad, con las familias, con el sistema, dando pautas para la acción y sobre todo para la reflexión docente; cuenta muchas historias, cuentos, leyendas… que conectan con el contenido de lo que estamos leyendo; a cada capítulo le pone una banda sonora que también nos hace introducirnos en el contenido de lo que nos va a contar; es personalista, en él se vierten opiniones y experiencias personales de Mar Romera que hacen que los relatos sean más creibles; se lee muy rápido porque vas deseando conocer cuál es la historia o el tema de lo que nos va a hablar la autora en las siguientes páginas… Es de los que se puede llamar «de una sentada», a pesar de que lo vertido en él da para la reflexión de muchos momentos en nuestra vida profesional.
Tengo que confesar que elegí el libro con cierto escepticismo, pensando que iba a ser una charla más de Mar Romera que he visto en alguna ocasión en YouTube, pero os puedo decir que el libro lleva a la reflexión y se compromete bastante en beneficio de la mejora de la escuela y del sistema escolar. Recomendable para familias y docentes.
Mar Romera nació en Heidenheim (Alemania) en 1967, aunque desde muy pequeña vive en Granada.
Es maestra, licenciada en pedagogía y en psicopedagogía, especialista en inteligencia emocional, autora de varios libros sobre la escuela, la infancia y la didáctica activa, presidenta de la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci y autora del modelo pedagógico «Educar con tres Cs: Capacidades,
Competencias y Corazón».
Conoce de primera mano todas las etapas del aprendizaje, puesto que ha trabajado en la enseñanza infantil, primaria y secundaria, pero también en educación especial y formación profesional, y ha sido profesora universitaria. En la actualidad es asesora pedagógica y formadora del profesorado en varias comunidades autónomas. Se la conoce principalmente por sus ponencias sobre educación
emocional, e imparte y participa en multitud de cursos, jornadas y congresos. (PlanetadeLibros)
(Texto encontrado en el libro «La escuela que quiero» de Mar Romera)
Este cuento tiene múltiples versiones y múltiples orígenes, está contado de muchas maneras y recogido en múltiples blogs dedicados a educación. Aquí lo he adaptado para entender mejor lo que sucede. El protagonista, como no podía ser de otra manera, se llama Carlitos.
Carlitos tenía tres años. Ese mes de septiembre empezaría en el «cole de los mayores». Durante todo el verano había estado preparando su mochila. Su mochila era muy especial, se la había regalado su abuela, era la más grande, la más bonita, estaba decorada con su superhéroe favorito…
Su mamá le había contado las maravillas que encontraría en aquel nuevo cole, muchos amigos y amigas, maestras estupendas, juegos y juguetes… Su padre le explicaba que juntos aprenderían cuentos, bailes y canciones…
En la mochila guardó una caja de rotuladores preciosos, eran rotuladores de punta gorda con purpurina, de esos que pintan fácil y bonito. Se los había traído su tío de un largo viaje, y él en lugar de gastarlos los había guardado en la mochila para poder llevarlos al cole. Sigue leyendo
Complemento imprescindible después de la lectura de «Aprendo porque quiero» (El Aprendizaje Basado en Proyectos paso a paso) donde se apuesta por trabajar por proyectos como la forma de partir de los intereses del alumnado y devolverlo a la sociedad, como la forma más justa de ver que se aprende en cualquier momento y en cualquier lugar.
No puede haber educación si no se conecta con la propia realidad del alumnado, si no se enlaza con sus conocimientos previos, si no se parte de su propia curiosidad y de sus emociones. Es importante conceder a la educación el arte de contar historias ,para que el proceso de la narrativa entre en sus vidas y sea la continuación de un aprendizaje significativo, aprendemos gracias a las historias que se van enlazando con las historias de nuestras vidas.
«Aprendemos cuando el contenido de la enseñanza nos sitúa en el centro de la aventura de aprender. Cuando lo que aprendemos explica nuestra vida, nuestro contexto cercano, nuestras relaciones y nuestras emociones: El aprendizaje se produce cuando lo que aprendemos habla de nosotros». (JJ V)
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Hoy he tenido la suerte de estar en mi IES Profesor Juan Bautista con motivo de la celebración de la Semana de la Mujer #8M, me invitó el Equipo Directivo a que diera una charla a los niños y niñas de 1º de ESO, dada mi larga experiencia como maestra y como directora del centro. Gracias por hacerme revivir tantos recuerdos. Gracias al alumnado por su participación activa en el debate.
Esta mañana tenía unas mariposillas revoloteando por mi estómago, ya que desde que me jubilé no me enfrentaba a hablarle a un grupo de niños y niñas. La experiencia ha sido positiva, lo he hecho en plan debate porque a esas edades escuchar un «tostonazo», me parecía que no era conveniente ni necesario. Me interesaba más construir desde sus opiniones y hacerlos reflexionar sobre otras formas de comportamiento en la sociedad.
Lo he planteado con preguntas que dieran pie al diálogo y la reflexión para que de esta forma pudieran ellos y ellas sacar algunas conclusiones que los llevaran a actuar en igualdad desde su entorno:
Ha sido un debate constructivo en los tres grupos que he tenido, han participado tanto niños como niñas y se ha encendido la llama de la reflexión en camino hacia la igualdad (concepto que he tenido que aclarar porque no lo tenían del todo correcto)
En uno de los grupos se ha dado un momento de micromachismo porque un niño interrumpía continuamente a otra compañera que estaba hablando, lo he parado en seco y creo que lo han entendido que esa situación era la que había que cortar porque no se estaba en igualdad, se estaba menospreciando la opinión de una compañera y eso no era justo. En el último grupo (ya después del recreo) había un conjunto de niños contestando a la defensiva, como si estuviésemos atacando a los hombres, parece que no entendían el porqué de la celebración de estos actos en torno al ocho de marzo, le hemos dado los motivos y el razonamiento de por qué la mujer necesita de estos momentos de reflexión para llegar a una sociedad igualitaria donde hombres y mujeres vivan con plenos derechos y no haya momentos en que la fuerza bruta del hombre aplaste los derechos de la mujer; parece que lo han empezado a entender.
He notado mucha influencia de los medios en estos niños de 12 o 13 años que se conocen los casos de violencia con todos los detalles y que en algunos casos están pensando que el hombre debe seguir así porque él es el que trabaja y las mujeres ni buscan trabajo porque es más cómodo quedarse en casa con los hijos y las hijas.
Esta sociedad avanza muy lenta, esta lucha por los derechos de la mujer debe seguir adelante porque sigue habiendo personas de corta edad con pensamientos anquilosados, repitiendo los mismos esquemas.
Desde aquí invito al profesorado y a las familias para que se trabaje el tema de la igualdad de derechos y para que se luche por una sociedad más igualitaria, más justa, más democrática.
Este libro «Ser maestro» de Raúl Bermejo, @thinksforkids, es de los que te lees en una sentada. Parece como si tus pensamientos estuvieran cogiendo cuerpo y se fueran convirtiendo en letras negras sobre papel blanco. Son los pensamientos de la experiencia los que dan voz a esta obra, es la práctica la que va afianzando cada uno de los contenidos que se exponen. Se nota mucho que el autor es un maestro experimentado, sensible con la educación y que tiene entre sus objetivos ir cambiando la escuela desde su práctica; por eso lo explica tan sencillo, con sinceridad, por eso se lee tan rápido porque es su propia emoción la que nos hace ver la escuela desde dentro y sentir como él lo vive cada día en su propia experiencia.
«Raúl Bermejo es maestro de educación infantil y primaria en Madrid. Muchos le conocerán por su participación en el programa “La vida secreta de los niños” o por su importante trabajo de divulgación en redes sociales. Es también autor de la obra “Thinks for Kids”, libro de manualidades para realizar en familia. Tanto en este, como en “Ser Maestro”, Raúl se muestra convencido del desarrollo del potencial de los más pequeños a través de los juegos y la creatividad.» (yosoytuprofe)
En la dedicatoria del libro ya nos va dando pistas de poner al alumnado en el centro del aprendizaje, de hacer de las emociones una tarea que hay que tratar cada día, de buscar el cambio hacia el verdadero aprendizaje, sin cicatrices que nos acompañen a lo largo de la vida, haciendo de la educación un verdadero valor para transformar en positivo la sociedad que tenemos y formar una ciudadanía crítica, democrática y responsable.
«…Ellos han sido los que me han demostrado que otra educación es posible, con su alegría, sus ocasionales llantos, sus frustaciones y sus emociones. Con su motivación y sus ganas de aprender. Gracias por enseñarme a ver la educación desde vuestros ojos, llenos de inocencia y entusiasmo» Sigue leyendo