Quizás porque nunca lo he tenido en abundancia. Quizás porque me han educado a conformarme con poco. Quizás porque siempre pensé que nunca tendrÃa demasiado… he llegado a la conclusión de que los pequeños papelitos verdes (antes con la cara de Pérez Galdós y ahora europeos) son mi mayor enemigo. El dinero mueve montañas y remueve mis tripas.
En mis 27 años nunca he jugado al Monopoly. No lo tenÃamos en casa, pero eso no me sirve como excusa. Lo tenÃan mis primas y algún amigo. Creo que tiene que ser un juego bastante divertido para que repose en los cajones de cada familia española. Nosotros éramos una excepción. Tampoco jugué nunca a Hotel.
No he jugado con demasiadas muñecas, desde pronto recuerdo tener juegos de mesa para acompañar a mi hermana, siete años y medio mayor que yo (el Tragabolas, el Enredos -que no Twister, eso es una modernidad de ahora-, el Intelect -una imitación del Scrabble-, por supuesto el ParchÃs -que me aburre muchÃsimo-, la Oca, un tablero de ajedrez, el Quién es quién…). Ni siquiera nos faltaba un trivial ni un scatergories, pero nosotros, para ahorrar algo, claro, marcábamos tendencias con las imitaciones: Trivio 3000 y S’categorias.
Lo único que estaba relacionado con el dinero era un pequeño casino que los Reyes Magos nos trajeron una vez… allà se apostaban fichas de colores!
Yo no entendÃa nada de comprar y vender calles, edificios… a priori simplemente me aburrÃa. PreferÃa jugar al Cluedo en casa de mi tÃa Encarna. Ahora cuando lo pienso y hago un ligero psicoanálisis creo que todo era inseguridad, ya que al no gustarme mucho la pasta, dudaba de mi eficiencia económica, que a dÃa de hoy sigue estando bastante limitada.
Escribo esto como forma de desahogarme. Estoy carnalizando este año aquello de «El dinero no da la felicidad, pero ayuda a conseguirla». Nunca he aspirado a nadar en la abundancia, pero estarÃa más tranquila sobreviviendo más holgadamente. Hace una semana toqué fondo, o algo parecido y descubrà que tengo envidia, que me canso, que me agota que el mundo esté tal mal repartido, que no siempre hay comida en la nevera, que tengo que agudizar mi mente todavÃa más para sacar pelas de donde no las hay, que me revienta que exista gente que no valore lo que cuesta hacer ciertas cosas, que esa gente me da pena. Me cayeron lágrimas, mocos y babas y descansé tranquila.
Lejos de lo que yo pensaba, mi ángel de la guarda me hizo ver que soy una persona bastante afortunada, que puedo contar con él y que voy a seguir adelante. No sé cuánto durará esta aventura, pero por ahora seguiré intentando permanecer en este barco contra viento y marea.
El dinero estipula baremos de todo tipo y hace que nos dividamos en clases y grupos. Cuanto más tenemos más pobres podemos llegar a ser. En la escena de la obra que ahora trabajo en clase, (Modigliani, de Dennis McIntyre), Modigliani me pega una bofetada y justo segundos después me dice: «Tengo hambre, Bea…». Hablo de 1915, los artistas en ParÃs vivÃan de sus cuadros, se morÃan de hambre. Modigliani no está pidiendo un menú completo con patatas y hamburguesa, está diciendo que el hambre lo está volviendo loco, desequilibrado… ¿Cómo resistÃan entonces?
Ahora eso parece imposible, pero estoy segura de que hay gente en esta gran ciudad que siguen condicionados a ser bohemios de principios de siglo.
El dinero solo sirve para comprar, ¿vamos a vendernos?
Money – Pink Floyd | Letra
Money for nothing – Dire Straits | Letra
Money money (BSO Cabaret) | Letra
Uff!! me lo acabo de leer y que intenso. Desde luego es muy personal. Siento tus penurias económicas y espero que pronto se mejore.
Mi relación con el dinero es algo diferente, nunca lo he tenido hasta hace unos años que aprobé las oposiciones (y no es que lo tenga es que da seguridad) y por eso creo que lo valoro bastante, por desgracia en muchas ocasiones… en fin que es un asco. Besitos