Todos vivimos alguna vez en el trabajo la idea del sprint, la idea de anotar cuando queda solo un segundo, la de idea de llegar in extremis a un golpe que parecÃa imposible de devolver. Deprisa y corriendo. Pásamelo ya. Te acabo de contestar. Lo necesito para YA.
La pregunta es, ¿En qué pueden estar afectando las herramientas de comunicación digital con las que convivimos diariamente? Esas herramientas no es que se estén introduciendo en la sociedad…no. Ya están dentro. Muy dentro. No es casualidad que programas de televisión de audiencia generalista como Buenafuente o Sé lo que hicistéis acudan a los Trendic Topics para completar y mejorar su guiones (y como ejemplo, los #perezrevertefacts).
Por supuesto y lejos de la interpretación apocalÃptica o sesgada de algunos medios o personas (como pudiera ser el reduccionista mensaje que da Tote King en su videoclip «Redes Sociales«) todas estas herramientas tienen un lado muy positivo. Están democratizando la comunicación. Y la gran noticia es que, como dice este vÃdeo realizado por Henry Jenkins y sus alumnos, entre todos estamos fomentando las capacidades creativas que serán clave para la ciudadanÃa del futuro.
Pero…todos los que llevamos un tiempo experimentando estos contextos, reconocemos que existe una cara B en el uso de redes sociales. Y un ejemplo de ello es el hipertrabajo.
No puedo documentarlo empÃricamente, pero conozco a muchas personas (yo mismo) que harÃan las siguientes declaraciones sobre su relación con algunas redes sociales (y tomaré como ejemplo Twitter):
¿Cuáles son las consecuencias del hipertrabajo? ¿Estamos forzando la máquina tanto que pronto los únicos que se sentirán actualizados serán los Community Managers? ¿Estamos ayudando a desactualizarnos imponiendo un ritmo que nadie puede seguir? ¿Estamos fomentando el consumismo cultural? ¿Estamos siento autocrÃticos con las deficiencias comunicativas que -por supuesto- tienen estas herramientas?
Honestamente, tengo más preguntas que respuestas, me encantarÃa que me ayudárais a completar lo que pienso (esta es una reflexión muy unida al trabajo que se inició con el #cultivo12 en el 12 Festival Internacional ZEMOS98). ¿CompartÃs esas contradicciones? ¿Cómo las gestionáis?
Se preguntan cosas similares aquÃ. http://www.clubdecreativos.com/blog/pandemia-2-0
Pues es una buena pregunta, yo no puedo definir claramente como gestiono mi vida online. Pero es muy duro como me doy cuenta de que, por ejemplo, tengo una «reputación» en twitter muy distinta a la que tengo en facebook y no se si deberÃa preocuparme. Es raro, porque en mi vida real soy igual con todo el mundo independientemente de donde me encuentre.
Qué buena la idea del Condensador… esa misma idea me la daba @abrelatas en otro contexto y en otra disquisición y he estado rebuscando este esquema (que aún no teniendo del todo que ver con lo que estamos hablando) que me parece ilustrativo.
http://jjdeharo.blogspot.com/2009/03/un-modelo-de-uso-de-twitter-para.html
Qué bueno este post y los comentarios leche!
«Porque los amigos -sin partido, sin instituciones, sin referencias fuertes de identidad- hoy más que nunca sirven para pensar la vida» LeÃdo en un mail de este podcast http://www.unalineasobreelmar.net/
[…] económicamente hablando. En la mayorÃa de las ocasiones quienes creen en estos proyectos acaban hipertrabajando, precarizando todos los ámbitos de su vida, incluso dedicando tiempo limitado a la […]
Hoy precisamente he estado discutiendo algo parecido con un conocido:
Twitter, Facebook, Flickr, Youtube, las redes privadas y blogs en los que participas… Son ecosistemas con leyes ligeramente distintas que producen formas de relación y comportamientos a veces muy diferentes.
En Flickr somos por lo general más amables y menos beligerantes; en YouTube somos espectadores o productores, pero hay poca conversación; Facebook y Twitter aunque ofrecen productos muy similares generan grupos de contactos muy diferentes (¡pero mucho: Twitter es centrÃfugo y FB es centrÃpeto!).
Luego están los que son ligeramente diferentes: Posterous, Friendfeed, Buzz, Wave… Algunos no llegan a definirse como ecosistema y fracasan. No se trata tanto de la calidad del servicio, de la utilidad o la fiabilidad, sino de que la comunidad de usuarios encuentre el modo de establecer sus reglas de juego a partir de lo que el diseño de la herramienta permite.
Saltamos de una red a otra afectados por un sÃndrome de Zelig permanente, adaptando nuestras aportaciones al perfil de nuestros contactos (aquà este comentario no lo van a pillar, aquà va a generar polémica, aquà hay ‘ropa tendida’, etc.).
Además la virulencia con la que surgen nuevos servicios que tratan de hacerse un hueco marcando su diferencia con otros (qué propio eso de la economÃa-levadura) hace que constantemente se estén definiendo escenarios de comunicación que producen nuevos usos a veces imperceptiblemente diferentes pero que pueden acabar generando cambios en el modo de intercambiar información. Twitter, por ejemplo, deriva del sms y acaba por convertirse en algo completamente distinto.
Es algo que da vértigo y que es previsible que deba serenarse alguna vez, cuando nos cansemos de redefinir nuestra personalidad en cada entorno. Espero que cuando eso suceda no sea por establecimiento de una ‘pax romana’ en la que el medio que más crezca fagocite a los demás.
Yo por mi parte he dejado de probarlo todo y sólo uso servicios que o bien ofrecen algo interesante o bien han generado comunidades más o menos definidas.
Quizá el próximo paso podrÃa ser un concentrador que permita gestionar con eficacia el enorme flujo de información y ruido que estamos generando entre todos.