A veces quiero que el tiempo se pare. A veces me gustarÃa retroceder, rehacer cosas. No crecer. Huir de responsabilidades. Volver a sentir olores, sabores, primeras veces. Quiero una Alameda como la de antes, con un cÃrculo feo, con un punto de encuentro sin barra ni camareros. Alameda- Nostalgia es más que un grupo de fotos, son parte de los recuerdos de un grupo de gente que una vez se quisieron mucho.
Me gusta el pasado porque no siempre excluye al presente. Como en este caso, esta oda a tiempos universitarios no llega a desbancar mi vida actual. Son momentos diferentes. No caigamos en la simpleza de comparar.
Para mà ha sido/está siendo un curso y un año nostálgico. Más de lo normal. Y para colmo llega SofÃa y publica unas fotos (de un precoz Julio Albarrán, la mayorÃa) que hacen que mi cerebro se active y empiece un claro ejercicio de memoria sensorial.
En esa época ya habÃamos vivido grandes momentos que nos han hecho fuertes. Pero sin duda ese año lo marcaron las despedidas. Se nos iban grandes amigos. Yo personalmente me cagaba en las becas Erasmus.
Uno de los deseos que anhelaba con más Ãmpetu por aquel entonces era vivir sola. Mejor aún: vivir en uno de los pisos de mis amigos de la FCom. Probablemente fue en aquella época cuando me sentà más libre. Mi única atadura era tener hora de llegada y estar lejos de mi mundo.
Pero aquella época también tenÃa su fin y las fotos que nos regala Preescolar reflejan que algo estaba cambiando. Todo se movÃa, último año de carrera para algunos, viajes a Europa de otros tantos, comienzos de historias y de cuentos…
Al ver estas imágenes (no las he mirado ni una ni dos veces) me doy cuenta de que, al menos yo, era alguien más puro. ¿Desde cuándo no beso asà a Felipe? ¿Por qué no solemos tener la manÃa de entrelazar nuestras manos como aquÃ? ¿Ser cariñoso es algo que se diluye con el tiempo? ¿Os está pasando también a vosotros?
Era un tiempo de exposición permamente, de menos prejuicios y menos complejos. O tal vez no, pero el simple hecho de que eso ya no exista me hace recordarlo asÃ. Ahora tenemos más capacidad para rehacer, pero nos acunamos en la vagueza y no somos lo suficientemente valientes para decir «te quiero». Ahora disfrutamos del maravilloso número dos, que tanto placer nos ha traÃdo y nos traerá, pero antes del dos está el uno y los lazos estaban trazados tiempo atrás. Propongo que hagamos un mejunge, conservar y sembrar nuevas semillas, rescatar lo que ya tenÃamos…. Solo hay que quitarle un poco el polvo.
Te quiero.
Soy Manuel, amigo de Juanjo Muñoz ( en Twtter Manuelpielroja). Empecé a frecuentar la Alameda de Hércules en 1983 ( sÃ, ya, soy algo «viejo») cuando era un joven estudiante de arte en la «antifacultad» de Bellas Artes de Sevilla.Cómo olvidar los domingos de la Alameda con esas cervezas al sol tras la resaca del Sábado en los bares junto al mercadillo con toda aquella fauna de los 80 (punks, rockers, hippies, románticos, «modernos» y «colgaos» sin etiquetar) las papas rellenas de la gallega y tantos otros recuerdos, antros y lugares a los que ahora la memoria le cuesta refrescar…
A lo que voy, que me enredo, me ha gustado tu texto. Muy bonito. Emotivo.
Me has emocionado mucho, también estos dÃas son propensos. Estar sola en la oficina, con hambre y la banda sonora de Michael Nyman contribuye a la nostalgia.
Hay cosas que hasta me cuesta escribir, pero lo cierto es que yo nunca he sido tan «yo» como en esa época, aún faltándome tanto de mà por descubir entonces. Pero como dices, «el pasado no excluye al presente», y mucho de lo que hoy tenemos la suerte de tener y ser viene de ahÃ. No cambiarÃa ninguno de esos dÃas, de las conversaciones absurdas, de las serias, del tonteo, de los celos, de la amistad, de las contradicciones, de salir sin tener que quedar con nadie porque ya sabÃamos donde encontrarnos. Algunas cosas han adoptado otras formas, normal… nos cambiaron sin pedirnos permiso algunos significados!
Y aunque las despedidas nos han brindado a posteriori multitud de reencuentros, también es verdad que algo falta: la ausencia de cierta cotidianidad, el «tiempo lento», las distancias cortas, ser generosos con nuestros sentimientos… a tus preguntas añadirÃa una última ¿cuándo nos volvimos tan egoÃstas, tan recelosos de nosotros mismos? Antes nos dábamos con menos reparo.
A mi me gusta llegar hasta el fondo de estos procesos nostálgicos, agridulces, porque me enseñan mucho del futuro. Por eso, pese a lo que pueda parecer, no estoy triste =). Sólo ahora empiezo a estar mejor de hecho. Gracias Cristi, porque como dice el asunto de un mail que acabo de recibir «escribir es corregir la vida».
Yo pongo el «pronto,tú el trapo»! (era asà no?)