El arrendador de ilusiones

por abrelatas

Este texto lo escribí hace dos años. Un casero ingrato acababa de negarnos la posibilidad a Sofía y a mi de renegociar las condiciones del contrato de alquiler del piso en el que vivíamos. Desde entonces, me he mudado dos veces de casa y una de oficina. En los 3 casos, me dediqué a luchar porque los contratos no incluyeran condiciones que las inmobiliarias y los propietarios han impuesto como un statu-quo, pero que en muchas ocasiones son incluso ilegales. Mi colección de anécdotas sobre «cosas que piden propietarios que no están en la ley pero ellos defienden como lo que hay que hacer» es bastante amplia. Es algo que me genera mucha violencia. Parte de esa violencia intenté volcarla en este texto que escribí para ser leído a modo de slam.

El arrendador de ilusiones,
me pega collejas y tirones
me pide un aval de mil millones,
y me cobra por mis emociones.

El arrendador de ilusiones,
un tipo que mira sin galones,
que sueña con napoleones
y pone precio a tus intuiciones.

El arrendador de ilusiones,
ahora me deja sin contrato,
con rebaja ya no hay trato,
si no pagas eres non-grato.

El arrendador de ilusiones,
se hace pajaritas con billetes,
de oro brillante son sus retretes,
celebra a solas sus banquetes.

El arrendador de ilusiones.
No tiene casas con salones.
No tiene cosas de colores.
Él posee tus sensaciones.

El arrendador de ilusiones.
Oferta esperanza low cost.
Demanda almas de robot.
De todo ello hace spots.

El arrendador de ilusiones,
se contrapublicita así mismo,
te factura aquí mismo,
te vende a ti mismo.

El arrendador de ilusiones,
te conduce hasta el abismo,
te vende un billete de vuelta,
y te envía al ostracismo.

El arrendador de ilusiones,
cómo no, es español.
con diez casas y dos cojones.
con mil habitaciones y un colchón.