18.03.2019
Dolores Álvarez Peralías nació, allá por los años cincuenta, en Gerena, un pueblo perteneciente a la provincia de Sevilla. Allí vivió una infancia feliz hasta los 14 años que por motivos de trabajo trasladaron a su padre a la capital (Sevilla). En Gerena hizo hasta 3º de Bachiller de una forma muy particular porque en el pueblo no había Instituto. Nos lo cuenta así:
«Había dos escuelas en Gerena, una de niños y otra de niñas, en ellas hacíamos la Educación Primaria, pero en aquellos años no todas las niñas estudiaban porque algunas se iban a trabajar a muy temprana edad. Las que teníamos la suerte de seguir estudiando estábamos en la escuela con todas las niñas hasta los diez años, y si después queríamos seguir el Bachiller teníamos un problema porque en el pueblo no había Instituto. Algunas familias optaban por mandar a sus hijas e hijos a colegios internos de la capital y las que no podían soportar esos gastos se quedaban en el pueblo haciendo los estudios primarios. En mi caso, mi familia optó por enviar a mi hermano a un colegio interno y a mí me dejaron en el pueblo. Para sacarme el Bachiller me daban clase los mismos maestros, una vez finalizada la jornada, alternábamos las clases en la escuela o en las casas de los maestros. De todo el grupo de niñas de mi generación, unas cuarenta, solo seis optamos por seguir estudios, las demás seguían en la escuela o bien se iban a trabajar en casa o en el campo. Lo más duro que recuerdo de esta etapa era tener que ir a Sevilla a examinarme, por libre, con profesorado que no conocíamos y en un ambiente de crispación total por no saber si lo que habíamos estudiado nos iba a servir, a pesar que el libro de texto se seguía con toda rigurosidad. A partir de cuarto y hasta PREU estuve en un colegio de monjas, en Sevilla«
En un principio pensé estudiar Filología, igual que mi hermano, pero yo tenía claro que mi mundo era el de dar clases, me gustaba el papel del docente y tenía vocación para ello. Cuando terminé PREU, justo ese año, salió el Plan Experimental de Magisterio (1971) y no lo dudé, podría haber entrado en la universidad pero opté por Magisterio para alcanzar la titulación de Diplomada. Fueron tres años muy interesantes porque como era un plan nuevo el profesorado se esmeraba en que saliésemos bien preparados. Terminé la carrera en septiembre y a mediados de octubre ya estaba trabajando en la escuela pública, de la cual no me he separado hasta el año 2011 en que me jubilé, después de 36 años de servicio en primaria y en Secundaria.
Cuando mis hijos fueron mayores y podían quedarse solos, junto con un grupo de amigos me planteé hacer Pedagogía, porque sentía muchas ganas de saber más y dar respuestas a los planteamientos que cada día nos hacíamos en la escuela. Fueron unos años de mucho trabajo, compaginaba la jornada matutina, llevando la dirección de un colegio, con la asistencia a clase, diariamente, a la Facultad de Ciencias de la Educación, en Sevilla. Era duro porque además los fines de semana nos lo pasábamos haciendo trabajos o estudiando. Pero terminamos felizmente la carrera y además hicimos los cursos de doctorado, el ansia de aprender siempre fue una constante en mi deambular por los pasillos.
Yo estaba en El Viso del Alcor desde 1981, localidad en la que vivo desde entonces, en el colegio de Primaria «Blas Infante». Se hizo un estudio en la localidad y ese colegio desapareció para convertirlo en instituto, los compañeros y compañeras que estábamos en la segunda etapa de EGB tuvimos la opción de adscribirnos al primer ciclo de ESO. Así fue como entré en Secundaria, dos años como Jefe de Estudios y después como directora del IES Profesor Juan Bautista, que fue en lo que se convirtió el edificio del colegio desaparecido. Formé equipo con antiguos compañeros y pusimos en marcha el nuevo centro.
Como todo comienzo las dificultades no faltaron, adaptaciones físicas, nueva plantilla, gente muy de su materia pasando del entorno general… Afortunadamente, con paciencia y mucho tacto, el centro iba tomando una identidad y el alumnado se encontraba feliz.
Mi constante en todo momento fue crear un buen clima de centro que favoreciera el aprendizaje. Por encima de la enseñanza está la educación, el compartir, el llevarse bien, el respeto, la inclusividad, el trabajo en grupos colaborativos… tanto el profesorado como el alumnado iban trabajando de forma que el centro conformara su identidad y la comunidad se sintiera orgullosa de las personas que trabajan en favor de una mejor educación porque sí es posible hacerlo de forma diferente y crear un buen clima de trabajo que sea el nexo que una a sus miembros.
En ese IES «Profesor Juan Bautista» me jubilé, después de 13 años de directora, más diez en Primaria. Puedo decir que me sentí realizada por la labor emprendida, que no era nada fácil. Los alumnos y las alumnas que me encuentro por la calle me lo recuerdan y me hacen sentir orgullosa.
Sigo en la tarea de luchar por una mejor educación, no he desconectado de seguir pensando cada día en cómo se podría hacer mejor en el mundo educativo.
Asisto cada año a los encuentros de EABE de los cuales algunos he participado en su organización y puesta en marcha. De igual forma asisto a otros eventos educativos que se celebran, este último año he estado en #eduhora (Madrid) y en #eduhorchata (Puerto de Sagunto). Cada martes participo en los debates de Twitter de la #eduhora.
Leo y escribo, más que cuando trabajaba, evidentemente el tiempo es mi mejor aliado. Sigo activa en mi blog La Colina de Peralías y cada jueves tengo una Reseña de libros educativos en el Magazine Ined21
Me sigue apasionando la educación y creo que cuando pierda esta ilusión, algo no funcionará en mi cerebro.
Os dejo un vídeo de una entrevista que me hicieron Pedro Jiménez y Beatriz Rodríguez para un proyecto de Fernando Trujillo.