PetroGlifo
01.09.2013

Leer sin competir

por pedrojimenez

Hace unos meses hicimos «propósitos de año nuevo», era mayo, pero nos metíamos a pensar los próximos meses y años de ZEMOS98. Ahí, en lo personal, puse una cosa que se me ocurrió en ese momento: «Quiero leer sin competir». No soy un investigador académico pero hago (hacemos) investigación; como ya he dicho otras veces soy bastante desordenado con mis lecturas.

CORTE. INT DÍA.
Salón de casa normal en Sevilla, con toldo sin echar. F prepara un zumo en la thermomix. P recoge sus rotuladores para irse a casa. Hace calor fuera, pero no mucho.

F (desde la cocina con la thermomix en marcha): ¿Y qué has leído este verano?
P: Buh… ¿el verano? no sé, supongo que ha ido bien.
F (repitiendo, alzando la voz): Que… ¿que qué te has leído?
P: Ah!… te había entendido que qué tal el verano (se acerca a la cocina)… bueno, una novela que casi abandono a la mitad, una novela gráfica y Silencio de Jhon Cage.
F: Joé ¿algo de ciencia ficción?
P: No, ah bueno y un libro de poemas de Val del Omar que es una verdadera mierda, quiero escribir algo sobre esa intención tan artificial de convertir a Val del Omar en poeta…
F: ¿Y dónde lo vas a escribir?
P: mmm pues en mi blog ¿no? ¿dónde si no?

Y aquí estoy, en este post me propongo hablar de mis lecturas de este verano, no voy a hacer una ficha de lectura y tampoco seré muy exhaustivo (así que no me pidáis rigor de crítico literario). Están puestos por orden de lectura. Espero que os sirva de algo, si no, os puedo asegurar que para mi es perfecto como ejercicio de despedida del verano. Una despedida mezclada con el trabajo, pero qué mas da. Va por ti.

Decíamos:

«Silencio» de Jhon Cage (Árdora Ediciones, 2005), el libro es más que recomendable si estás dándole vueltas a dos cosas: el sonido/silencio/música-experimental y las conferencias/performances. La verdad es que ambos temas me parecen interesantes, no es que ahora mismo es lo que más preocupe pero son cosas que siempre han estado ahí presentes (mi relación con el ruido y la reflexión sobre el fenómeno de la conferencia). Lo he disfrutado mucho (aunque hay partes que directamente me las he saltado). Porque no deja de ser interesante entender la conferencia como un acto performático, que se trabaja previamente (sobre todo en urdir una estructura musical) y que genera o busca una reacción en el público que lo haga sentir extrañado (La conferencia sobre nada o los silencios prolongados o la concatenación de estructuras complejas). Pero si hay algo que he disfrutado son las historias cotidianas, las frases, citas y anécdotas del propio Cage. Más allá de toda su verborrea sobre los músicos europeos o americanos, sobre la academia o no, creo que es un magnífico narrador en modo autoficción. Todos los capítulos (todas las conferencias) terminan con una serie de anécdotas yuxtapuestas, son como al azar, con cosas muy divertidas, familiares y colaterales y de hecho terminó haciendo en 1958 una conferencia titulada Indeterminación en la que contó 30 historias de este tipo. Merece la pena su lectura porque como os imagináis hay algunas perlas, reflexiones y conjeturas a partir de lo cotidiano que son mucho más complejas que un compás de no sé cuantos tiempos. El libro lo tengo anotado, podría volver abrirlo y copiaros alguna cita pero entonces este post sería demasiado largo. Lo dejaré para otro momento.

«Un adiós especial» de Joyce Farmer (Astiberri, 2011), no soy un lector conocedor de Novela gráfica, pero me fío de la editorial, y Bea ya lo había leído. Es triste, duro y si tienes algún familiar mayor que está en fase de cuidados mejor no leerlo, o quizás sí. El libro no tiene nada extraordinario y al mismo tiempo es muy directo. Cuenta el fade out de un padre y una madre que se van apagando poco a poco con diferentes enfermedades terminales. No he vivido directamente esta situación, pero sí bastante de cerca en mi familia. El libro es autobiográfico y pone encima de la mesa una de las cosas que contaba Carolina del Olmo en su charla en el pasado Festival ZEMOS98, la necesidad que todos tenemos y vamos a tener de ser cuidados. Después de leerlo he sabido que Farmer es una de las historietistas feministas más importantes de Estados Unidos. Se nota en cómo afronta las problemáticas. Libro totalmente recomendable, triste (como la vida en sí, vamos), y recomendable. Ah, justo leyendo esto, me avisa Dani del texto de Carolina sobre el instinto maternal, se lía.

«Transductores, pedagogías en red y prácticas instituyentes», AAVV (Centro José Guerrero, 2012), solo he leído los textos teóricos, la parte de fichas de proyectos las iré viendo conforme avance en algunos de los aspectos que me interesan del libro. Tuvimos la presentación del libro en Sevilla, justo antes de irme de vacaciones, y la verdad es que lo cogí con ganas, sabedor que las conversaciones con Javier Rodrigo iban a tener un buen reflejo en el libro. He de decir que al principio (y uno de los motivos de la presentación del libro en el contexto del 98lab) era el texto de Judith Vidiella, como continuación de «Actos indocentes: hacia una pedagogía de contacto«, pero al final lo leí todo y de muy buena gana. El texto de Javier y Antonio que contextualiza todo lo trabajado en Transductores es una magnífica devolución e introducción al proyecto Transductores, no me voy a extender, pero un proceso abierto de investigación sobre prácticas artísticas, espaciales y pedagógicas que se activa con diferentes estudios de caso y que dialoga con otros elementos como el activismo y la academia. En este sentido, como ya me había adelantado Javier en Sevilla, la propuesta de Carmen Mörsch sobre la educación en museos me llevó a pensar en…. bueno en todo lo que queda por hacer en ese campo en el terreno del arte en España, de Andalucía y de Sevilla. Por último, la entrevista a Enric Villaplana y Rosa Artigal sobre las cooperativas educativas que luego se unen al sistema público me llevó a conectarlo con lo del procomún y la educación, sin duda, cuando el libro esté en pdf, haré un recorrido más específico por ese texto porque aporta líneas de investigación muy interesantes. En fin, una grata lectura con anotaciones para lo que viene en estos próximos meses y años.

«Respiración artificial» de Ricardo Piglia (Anagrama, 2001), jeje, siempre intento leer una novela en verano y claro, a veces compro cosas que luego no leo hasta que no pasa un año o dos (sí, lo sé, pero junto al muesli con chocolate de Hacendado este es uno de mis pocos vicios). Este libro, siendo sincero no sé por qué lo compré. O me lo ha recomendado Rubén o he llegado a él por alguna extraña razón/surfeo/lectura oblicua… Después de leerlo, la verdad es que tampoco lo sé. He estado en Buenos Aires, pero no tiene relación (no lo compré allí ni por ir allí), aunque hubiera sido divertido leerlo en el avión hacia allí. El caso es que lo pillé de la biblioteca (de casa), lo metí en la maleta, y me lo bebí en la playa. Pocos libros me han resultado tan «complejos» (bueno sí, el Ulises de Joyce, Vacío Perfecto de Lem o 2666 de Bolaño) pero al mismo tiempo me han agarrado tanto. Será el estilo policial, será el tono de no te cuento nada pero te lo cuento todo, será el «suspense» de la historia. Yo que sé, ha habido momentos en que el lenguaje se convertía en una especie de enrededera sobre la que es imposible soltarse. Lucas me reenvía un correo que pone «la derrota como trasgresión» y la descripción que hace Tardewski (uno de los personajes) sobre el fracaso como «forma de vida» o como acto filosófico me ha parecido bestial. También la tesis que une a Hitler con Kafka me parece a la altura de esa «imaginación no dócil» que propone Belén Gopegui. Supongo que se pueden decir muchas cosas sobre el libro, pero con esto va bien. Ah, y mientras me acababa de terminar en la tablet de leer «La Cultura es algo ordinario» [pdf] de Raymond Williams (gracias, Rubén Martínez). El libro de Piglia no te lo recomendaría sino estás de vacaciones.

«Tientos de erótica celeste» de José Val del Omar (Diputación de Granada, 2012), pocos libros me han indignado más que esta reedición del libro que en 1992 aparecía en el cofre que también editó la Diputación de Granada sobre Val del Omar. Ya sabéis que es una persona que me apasiona, pero cada vez más, estoy dándome cuenta de lo perverso que es intentar convertir a alguien en genio. El texto de Gonzalo Sáenz de Buruaga se permite decir que 30 años después de su muerte (es decir ahora en estos años) se ha conseguido que Val del Omar esté a la altura artística de El Greco (que tardó 300 años en reconocerse su obra). A ver, ¡Qué delgada – y peligrosa – es la línea que separa la divulgación de la hagiografía! ¿no? Por suerte y gracias al esfuerzo del propio Gonzalo (y al de Javier Ortiz Echagüe y Eugeni Bonet) he podido leer, en bruto los cuadernos de Val del Omar, de donde salen estos ‘poemas’. Y sí, su escritura es críptica, apasionante y deslumbrante si quieres pero convertir en poesía (él mismo reconoce que ha hecho adaptaciones valdelomarianas) textos, ideas, pensamientos, más o menos abstractos que forman parte de un proceso, y que el propio Val del Omar no escribió como poemas, hace más mal que bien a la figura de Val del Omar. No es que sea o no sea poesía, eso da igual, pero lo que sin duda no es, es buena poesía (y eso que incluye uno de los textos que más me interesan de Val del Omar). No, porque aparezcan oxígeno, fluencia o el tao, no podemos intentar construir una imagen de cartón-piedra-mística. No, Val del Omar, construye piezas, obras, ideas en proceso y esos textos tienen que estar ahí, desordenados o reordenados, pero en un sitio más más complejo que un librito de poemas, como era el cofre de 1992 (que incluía una edición facsímil de sus documentos y una VHS con el Tríptico Elemental de España) o como están los «Escritos de técnica, poética y mística de José Val del Omar» (Ediciones de La Central, 2011), seleccionados y editados por Javier Ortíz Echagüe que es mejor incluso que el catálogo de la exposición :desbordamiento de Val del Omar (en el que escribí un texto).

Y hasta aquí mi dieta de lectura de libros, luego he visto las dos temporadas de Homeland, la trilogía completa de Richard Linklater (sí, no había visto ninguna), NO de Pablo Larraín y he podido leer artículos, textos y demás cosas que iban llegando al timeline de vez en cuando.

Algunas de estas lecturas seguirán presentes en el día a día, otras irán olvidándose, pero creo que como ejercicio de devolución me voy a alegrar de leer esto cuando pase un tiempo. Espero que te guste, siempre tuyo. Un beso.

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comentarios

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Uff, que lote de lecturas, ahora me explico por qué has ido tan poco a la playa. Que te aproveche y a los demas no aproveche también. Siempre pensé que leer es muy bueno, aunque lo practique menos de lo que debiera, bueno de alguna forma tu compensas mi deficit. Besos

Me encantó saber de lo que lees, te veo disfrutar tanto! Ya sabes cuál tienes que pasarme y no pierdas más el lápiz. Besos y sigo esperando tus sugerencias para mi crecimiento.

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