Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022, en su primera novela, Los armarios vacíos, nos cuenta su infancia y su adolescencia, una cruda realidad infantil que busca una salida a través de la educación, una lucha entre escuela pública y privada, una realidad social dura la que vive con su familia de la cual quiere escapar. Ha sido un placer descubrirla.
Denise Lesur, protagonista de la novela, vive atrapada en una infancia que no le gusta, su padre tiene un bar y su madre una tienda; todo está en la casa impregnado de los olores y la gente que las visita, gente humilde y con pocos recursos para pagar. Ella quiere escapar de ese mundo en el que no hay cultura y hablan mal; sus padres hacen un gran esfuerzo y la llevan a la escuela privada donde conoce otras realidades y siente vergüenza de lo que diariamente debe vivir en su casa, una furia interior le hace escribir con rabia.
Una escritura cruda, arrojada al papel brutalmente, desprovista de cualquier autocensura. Frases aceradas, tensas, como escritas con urgencia para no olvidar, para no retroceder ante tanta verdad.
Dice el autor del blog “Leer es vivir dos veces” que la propia autora explica en una entrevista que se trata de “una escritura rebelde, hablo del cuerpo femenino, de la menstruación, y del cambio de clase social. Tuve que idear un marco de ese estilo y pensé en el del aborto, que aunque no fuera totalmente cierto a pesar de que yo misma lo había vivido también, era el elemento que necesitaba para mi libro. En ese dolor, en esa violencia, hallé el marco de la ruptura de los dos mundos de Los armarios vacíos. Y, por último, en esa época leí Los herederos, de Pierre Bourdieu, que me influyó profundamente y que habla sobre las instituciones escolares que provocan mayor diferencia social al excluir las clases más desfavorecidas”.
Leer este libro me ha hecho retroceder a mi infancia y considerar con más ahínco el esfuerzo que también hizo mi familia por empeñarse en darme estudios, por no contentarse con lo que hacían las otras niñas que directamente se quedaban en casa después de los estudios primarios.
La lectura es dura, apasionante a su vez, hay una contradicción en lo que Denise quiere y lo que siente; ella sabe que debe estar agradecida a sus padres por hacer el esfuerzo de haberla llevado a una escuela privada y darle estudios, pero a la vez, los odia por la forma que tienen de ser tan ruda y primitiva, lejos de cualquier atisbo de cultura. Esa contradicción entre lo que quiere y lo que siente está continuamente en “Los armarios vacíos”.
Puedes leer la reseña completa en El Diario de la Educación, publicada el 1 de marzo de 2023
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