La Colina de Peralías
26.03.2017

«La hora de clase» Massimo Recalcati

por Dolores Álvarez

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La editorial ANAGRAMA nos hace un buen resumen del libro:

«Hoy que la Escuela vive inmersa en una perpetua crisis como institución, baqueteada por continuos cambios de planes educativos y supresiones de asignaturas en aras del imperativo de la productividad, este nuevo libro de Massimo Recalcati, gran éxito de ventas en Italia, se antoja particularmente oportuno. Al hilo de su propia biografía escolar, que arranca con el dudoso honor de haber sido el último alumno en Italia suspendido en segundo de primaria, pero que acabará enderezándose gracias a una serie de inolvidables maestros, el autor reflexiona, con su característico estilo analítico capaz de aunar a Freud y a Lacan y ponerlos al alcance del lector, sobre el estatuto de la educación en una sociedad que ha vivido el colapso de toda referencia de autoridad, como ya analizara en su anterior ensayo El complejo de Telémaco.

Bien lo saben, y lo padecen, los profesores, humillados social y económicamente, llamados a menudo a compensar las deficiencias de educación de las familias, pero cuya soledad ante la ya de por sí difícil tarea educativa se ve agravada por la desintegración del pacto generacional, que los enfrenta a una alianza, hasta hace veinte años impensable, entre alumnos y padres.

Frente a un modelo escolar basado en la tríada de informática, inglés y empresa, en la filosofía de las competencias, en el fácil acceso a la información, Recalcati defiende la Escuela como centinela del erotismo del saber, como lugar de resistencia contra el hiperhedonismo contemporáneo, reivindicando el papel del maestro-testimonio que sabe abrir nuevos mundos a través del poder erótico de la palabra y del saber que ésta es capaz de vivificar en los alumnos.

«Un libro apasionado sobre la hora de clase como el único lugar en el que se supera la falsa antítesis entre conocimientos y competencias y en el que puede prender el chispazo de la pasión por el saber» (Giorgio Israel, Il Messaggero).

«Una profunda reflexión sobre lo que significa la enseñanza en una sociedad sin padres y sin maestros» (Nuova Scintilla).

«Un hermoso libro que nos recuerda que una hora de clase, impartida como es debido, puede cambiar nuestra vida» (Lelio Demichelis, La Regione Ticino).

«Un sentido elogio de la educación entendida como descubrimiento de la dimensión erótica del saber» (Fabrizio Coscia, Il Mattino).

«Este libro trata de lo que significa, delante de veinte o treinta chicos, deber, poder transformar una hora de clase en un diálogo apasionado que atienda, al mismo tiempo, a la materia que se enseña y al ciudadano del mañana al que dotar de forma y de conciencia de sí mismo» (Corrado Augias, La Repubblica).»

Mis reflexiones sobre este interasante libro:

  • El profesor o la profesora debe ganarse el respeto de su alumnado, debe solventar la soledad que puede sufrir en el aula porque allí nadie va a ir a solucionarle los problemas y si recurre a un cargo directivo para que le ayude, en ese momento está perdiendo la autoridad para el resto del curso. Entiendo como autoridad el hecho de que la palabra sea escuchada y se ponga en valor, esto no quiere decir que la única verdad la tenga el docente, en absoluto, se trata del respeto y la consideración hacia la persona que está tratando de orientar y acompañar al alumnado en su aprendizaje y pensamiento autónomo.
  • Hemos de considerar, como docentes, que no poseemos todo el saber ni toda la verdad de lo que expresamos. Actualmente tenemos a nuestro alcance mucha información de cualquier tema que es imposible acaparar. Es de personas sabias reconocer que no se sabe todo y que la mejor forma de enfrentarse al conocimiento es buscar uno mismo los caminos para aprender aquello que nos produce curiosidad, de esta forma llegaremos a sentir entusiasmo y llegaremos al aprendizaje que se queda alojado en nuestro cerebro de por siempre, ese que no me hace falta memorizar, ese que sale de mi interior porque lo he aprendido de verdad.
  • El docente debe poner todo el entusiasmo en lo que esté trabajando, de esta forma se lo transmitirá al alumnado. Ya sé que es difícil, no todo el mundo posee vocación por lo que transmite, más si te ponen a dar una materia ajena a tus estudios o tus intereses personales, pero es imprescindible para que esa emoción cautive al estudiante, no cabe la menor duda. La transmisión de conocimientos aprendidos en un libro único como modelo, no deja huellas y por tanto es un aprendizaje de usar y tirar, no deja poso cultural en las personas en proceso de aprender. «Donde hay enseñanza auténtica, no hay oposición entre instrucción y educación, entre contenidos cognitivos y relaciones afectivas, entre nociones y valores. Porque la auténtica enseñanza siempre está recorrida por el cuerpo, por la pulsión, al tener como meta más alta la transformación de los objetos del saber en cuerpos eróticos» (pos. 1039)
  • Ejercemos influencias que pueden ser decisivas en el futuro de las personas en proceso de aprendizaje. Es frecuente que asociemos las materias que aprendimos con la personas docentes que nos guiaban en ella, así odio o me encanta esa asignatura porque el profesor o profesora de aquellos años me marcó totalmente. En el libro se cuenta una anécdota de cómo una profesora cambió totalmente el rumbo de los estudios del autor y todo empezó porque le leyó una redacción en clase que él había hecho. El trabajo del docente es uno de los trabajos más importantes en la formación de las personas.
  • La institución escolar no puede separarse de la vida, de la sociedad, del entorno más próximo. Hoy en día existen medios tecnológicos que no podemos ignorar, al revés, hay que enseñar a utilizarlos, hay que meterlos en clase y hacer un uso adecuado de ellos, de esta forma integraremos la tecnología en nuestros futuros aprendizajes, dándoles el valor que poseen en nuestra sociedad en desarrollo de la información. Prohibir en clase la tecnología significa que cerramos las puertas de la clase al conocimiento expandido, se aprende en cualquier momento y en cualquier lugar, no puedo negarme a ello. De igual manera no puedo cerrar las puertas a la sociedad, debo colaborar con ella, con las asociaciones que tengo más cercanas, en el barrio, en la ciudad, en otros centros…
  • La Escuela-Edipo (basada en el poder de la tradición, en la autoridad del Padre, en la fidelidad del pasado, en la confabulación del padre y el maestro, en saberes y pensamientos únicos…) genera conflictos de rebeldía, sobre todo en la adolescencia donde se quiere reafirmar la propia personalidad y se pone en contra de todo aquello que se imponga por la propia autoridad, sea en la escuela o en la familia.
  • La Escuela-Narciso ( basada en el hedonismo, en el culto al Yo por encima de cualquier cosa, es la escuela sin traumas en la que el padre defiende al alumno por encima del docente, no se tolera el fracaso ni el pensamiento crítico, se ignoran los conflictos entre generaciones y se persigue un ideal de rendimiento) Provoca conflictos entre las familias y el profesorado ya que no se analizan las dos partes, presuponiendo que el estudiante siempre lleva la razón ante el problema con el docente. En ella el profesorado parece que va perdiendo identidad. «La palabra pierde todo peso simbólico y se ve sobrepujada por una cultura de la imagen, que tiende a favorecer una adquisición pasiva y sin esfuerzo» (pos. 329)
  • La Escuela-Telémaco (Demanda de la figura del padre, como le ocurrió a Telémaco, se echa en falta la ausencia del adulto como referente en las funciones educativas y como autoridad en el proceso de aprendizaje) Esta escuela quiere restituir el valor de la diferencia entre las generaciones y poner al docente  como figura central en el proceso de «humanización de la vida». Telémaco va a buscar a su padre para que ponga orden en su hogar. esta escuela intenta restablecer la autoridad del docente poniéndolo en su lugar.
  • Si el deseo de saber no se estimula no hay posibilidades de aprender de forma singular el conocimiento que se transmite. Se trata de hacer que el alumnado se interese por su forma propia de construir el conocimiento, de llegar a sus propios pensamientos, de descubrir su forma de aprender, no de engullir pasivamente lo que otra persona ya ha descubierto o está transmitiendo del saber anterior.

«La erótica de la enseñanza se sustenta en cambio sobre el amor por el saber que es amor por una carencia que nos atrae y causa el deseo de conocer. Eso significa que el saber no es hormigón (¿armado?), ni papilla asfixiante que hemos de tragar, útil unicamente para generar anorexia mental, sino que es lo que da lugar a una transformación del sujeto de la que proviene el deseo de conocer como condición de todo posible saber» (pos. 807)

Libro altamente recomendable para todas aquellas personas interesadas en el mundo de la EDUCACIÓN.

 

 

 

 

 

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