Con frecuencia hay un sector de la población que actualmente se queja por el tiempo que nuestros niños y niñas pasan delante de una pantalla. Sin embargo no nos llegamos a plantear que nuestra forma de educar, en algunos casos, está caduca, sin asombros, sin motivar la curiosidad por el aprendizaje; se lo damos todo preparado para que el niño o la niña engulla cualquier conocimiento, que en muchos casos no se les razona y esperando a que después los zampe en un examen que va a ser el que lo va a calificar y darle el grado de sapiencia.
Evidentemente, lo que encuentran en las pantallas es más atractivo, más dinámico, más adaptado a sus edades… sería inútil competir con esos maravillosos vídeos que te enseñan de forma virtual muchos de los conceptos que nosotros queremos hacerles ver y comprender solo con nuestra voz. Pero… ¿por qué no los tomamos como nuestros grandes aliados?. Afortunadamente en la mayoría de las clases hay hoy medios para poder usar esas tecnologías que tanto nos pueden ayudar, ignorarlas es negar la realidad que estamos viviendo en la vida cotidiana. Pocos casos de personas conozco, aunque los hay, que se nieguen a utilizar los móviles inteligentes, que se nieguen a utilizar las redes, que vivan de espaldas a lo que dice la tele… ¿Por qué la escuela quiere cerrar las puertas de los avances? Hay un sector del profesorado comprometido con las tecnologías que está obteniendo buenos resultados en cuanto a motivación y aprendizaje, que a su vez está aprovechándose de todos las nuevas formas de aprender.
La escuela necesita trabajar los medios para educar, para que los espectadores no se dejen llevar por lo que se vende como bueno en esas pantallas, hay que hacerles ver que nuestra actitud debe ser crítica ante lo que recibimos y que para eso hay que formar a personas emocionalmente fuertes y preparadas ante lo que se nos presenta. No olvidemos también que de esta forma la atención a una educación inclusiva es más potente porque el aprendizaje significativo nos llevará a esa atención a la diversidad de nuestro alumnado.
Hace falta una Educación integral en la que no olvidemos ningún aspecto de los que continuamente tiene el alumnado a su alrededor. Si nos dedicamos a instruir, llenando las cabezas de nuestros niños y niñas con conceptos que van a memorizar pero que no van a formar parte de su poso cultural en el futuro, olvidándonos de todas las interacciones que tiene a su alcance, con los medios, con la red, con las pantallas en general, vamos a dejar un espacio vacío por el que puede recibir interacciones no deseadas que van a modelar su conducta y su pensamiento. Hace falta una Educación que les haga espectadores y usuarios críticos ante lo que ven y con lo que interactúan. Pero en todo esto, además, no podemos olvidar los últimos avances de la Neurociencia en la que se nos demuestra que el ser es más emocional que racional, como nos dice Mora Teruel, a pesar de las teorías filosóficas que nos decían lo contrario.
Joan Ferrés en su libro Las pantallas y el cerebro emocional (2014) reflexiona sobre las influencias de los medios de comunicación y sobre la necesaria educación integral para crear una actitud crítica y creativa ante dichas influencias que inciden directamente en el cerebro de las personas espectadoras o usuarias. Nos relata la propia editorial que el libro nos introduce en una reflexión apasionante sobre la influencia del cerebro emocional, nos advierte, la interacción crítica con el nuevo entorno social, la construcción colaborativa de conocimientos y la potenciación de la creatividad que solo serán posibles desde la capacidad para reflexionar y gestionar nuestras emociones porque en la era del cerebro no se puede comprender la razón y la conciencia sin entender los mecanismos emocionales e inconscientes que subyacen a ellas
Apasionante es este tema que se trata en el libro, anteriormente mencionado, porque con su lectura vas más allá de lo que estamos acostumbrados a que nos enseñen; de forma exhaustiva va poniendo ejemplos, basados en investigaciones reales, que nos hacen ver cómo juegan con los espectadores (con la música, con los colores, con los sabores, con los sentidos en general…) intentando recoger emociones que los lleven al terreno deseado, con fines totalmente comerciales, nada de educar a la población en general. Está claro que en todo este mundo mediático han estudiado más las emociones que nosotros en el mundo educativo porque como decía Maturana referenciado por Ferrés «Las emociones constituyen el fundamento de todo lo que hacemos, incluso el razonar» (pos. 450) «Rescatar las emociones dentro de una deriva cultural que ha escondido las emociones, por ir en contra de la razón, es una de las aperturas de mirada propuestas por el doctor Maturana y sus colaboradores, pues da cuenta de que la deriva natural del ser humano como un ser vivo particular tiene un fundamento emocional que determina esta deriva (Wikipedia).
En resumen, tenemos que contar con los medios en la escuela y con ellos educar al alumnado para que sea espectador crítico ante la avalancha de influencias que se les avecina, negar su presencia es falta de entroncar la educación con la sociedad que le ha tocado vivir.
(Imagen The Australian)