De cómo encontrar un blog, del que era fiel seguidora, después de casi un año sin visitarlo. Y de cómo encontrar una sorprendente historia en él. Ahora la eternidad se escribe con tiza.
Hace casi un año que mi macaria me dio un susto. Justo unos dÃas antes del comienzo de la 10a edición de ZEMOS98 me dejó tirada. Perdà documentos, archivos, pero una de las cosas que más me pesa era la lista de blogs que tenÃa sindicados en el Vienna. Aquella hilera de blogs la fui creando desde el verano y todos desaparecieron de un golpe. No retuve en la memoria ni la cuarta parte de aquellas webs y sé que no eran muchas, pero para mà era todo un logro.
No he vuelto a usar ningún lector de feeds, ahora me da pereza. Pero cada vez que recuerdo alguno y logro encontrarlo… le dedico toda mi novelerÃa y me llevo semanas visitándolo. Es el caso de El sr GarcÃa, blog imprescindible sobre todo para inspiración de montajes y diseño.
Entre sus últimas entradas se encontraba un curioso minipost sobre Arthur Sace ilustrado con esta foto:
La inquietud me llevó a donde él enlazaba y asà descubrà Urbanario. Su carta de presentación dice que Urbanario es un blog sobre:
Actuaciones artÃsticas no reguladas y espacio público. Graffiti, postgraffiti, intervención urbana autónoma, culture jamming y arte público outsider.
Su autor, Javier Abarca, es artistas y desde 2006 imparte una asignatura sobre arte público autónomo en la Facultad de Bellas Artes de Aranjuez, Universidad Complutense de Madrid.
En este espacio pude leer el peculiar relato sobre Mr. Eternity, el predicador de la eternidad. Fue alguien que creció en Sidney a principios del siglo XX en un ambiente hostil. Alcohólico, hijo y hermano de alcohólicos, cometió pequeños delitos, no recibió ninguna educación… Pero en 1930 Arthur se convirtió en un religioso que creyó que su misión era expandir un mensaje durante el resto de los dÃas de su vida. Entonces sacó una tiza del bolsillo y repartió ’eternidad’ en buena parte de Australia hasta mediados de los 60s.
Por más que leo sobre esto no me deja de sorprender. Si pensáis que pudo ser el primer rastro de graffiti estáis equivocados, leed la historia de Kyselak, un montañero que vivió en el imperio Austrohúngaro entre 1799 y 1831.