Allá por los años 60, en los que la que escribe estudiaba bachillerato, era muy frecuente el uso de «Antologías literarias», eran trozos de las obras de los más importantes escritores de todas las generaciones, tanto es así que, a veces, estas antologías eran tan amplias que nos servían para dos cursos. Recuerdo que era el momento que más me gustaba de los estudios, las leíamos en clase y en casa y trabajábamos sobre esos textos ya seleccionados; es verdad que esto te privaba de leer las obras completas de los autores pero a su vez te diversificaba el conocimiento de las obras y te ibas dando cuenta de los diferentes estilos literarios que existían; insisto que para mí eran esas antologías, de los libros más preciados. Hoy ya me doy cuenta que esos pequeños textos solo hacían introducirnos el gusanillo para leer la obra completa, pero como inicio nos sirvió a las personas de mi generación para tener una visión literaria global a una temprana edad (Os recuerdo que empezábamos bachillerato a los 10 años).
Antonio Basanta en su obra «Leer contra la nada» critica este hecho que a mí me hacía tan feliz, era mejor que nos hubiesen dado la obra completa de un autor y que no se hubiera abarcado tanto en los movimientos literarios; es su opinión, muy fundamentada, que yo respeto, por supuesto, pero que como decía aquel «…pues a mí me gustaba…»
«Me declaro lector enamorado de las palabras. Tal vez porque amar es la condición que más se asemeja al leer, también él, como el amor, pura emoción. Diálogo permanente. Mutua entrega».
Leer y escuchar a Basanta es pura emoción, transmite energía para seguir con una formación permanente a través de la lectura; en el libro nos va relatando sus propias emociones con los textos y nos va contagiando de ese amor que es tan necesario cuando te pones delante de un libro, dispuesto a aprender, a hacer tuyos nuevos pensamientos, nuevos conocimientos que van a potenciar tu postura y tus aportaciones a la sociedad en la que vives. «Leer contra la nada bebe de la sabiduría de tantos otros que me han iluminado en el camino…»
Menciona a la magistral Emilia Ferreiro «Los verbos leer y escribir no tienen una definición unívoca. Son verbos que remiten a construcciones sociales, a actividades socialmente definidas. La relación de los hombres y mujeres con lo escrito (y lo leído) no está dada de una vez por todas ni ha sido siempre igual: se fue construyendo en la historia. (…) Cada época y cada circunstancia dan nuevos sentidos a esos verbos».
Uno de los disfrutes de la lectura es cuando la interpretas y te ves reflejado en lo que estás leyendo, es como decir que tú estás dentro de esa obra, que la han hecho con tus vivencias, que has participado en su elaboración… eso es una gozada. Personalmente me pasó con un libro de José Fernando Calderero «Educar no es domesticar» y con otros muchos que parece que están escritos con mis ideas y eso te hace emocionarte, imbuirte de lleno en la obra, desear acabarla pero que a su vez no termine porque estás gozando con la lectura y te ves creciendo en tus pensamientos y como persona.
«Leer es detenerse, observar, escuchar. Leer es interpretar. Leer es comprender. Leer es cosechar. Leer es tejer. Leer es surcar. Leer es elegir. Leer es discutir con el texto. Leer es transformar. Leer es asimilar. Leer es compartir…»
«No lee el que no tiene tiempo sino el que no tiene el deseo…»
Menciona Basanta a Daniel Pennac en su obra Como una novela, totalmente recomendable, y nos enumera los derechos del lector: El derecho a no leer, a saltarse páginas, a no terminar un libro, a releer, a leer cualquier cosa, a leer lo que me gusta, a leer en cualquier parte, a «picotear», a leer en voz alta, a guardar silencio… La lectura es muy personal y cada persona tiene que encontrar el camino que le lleve a disfrutar de ella. «Saber leer, poder leer, querer leer es el lema que ha de guiar nuestra labor. Y nuestro entusiasmo».
Osoro en su Animación a la lectura (2002) nos dice: » Lectura verdaderamente motivadora es la que transforma, la que emociona e, incluso, trastorna al lector. Animar a leer es hacer sentir el libro y la lectura como algo necesario desde distintas perspectivas… solo se contagia aquello que se siente, que se ama, que nos hace vibrar. Solo la pasión discreta, serena, respetuosa y sincera puede crear adictos a la causa lectora»
La actitud principal de todo verdadero lector, continúa Basanta, es la rebeldía, porque quien lee profunda y comprometidamente, se rebela: contra el pensamiento único, contra las verdades impuestas, contra el falso conocimiento, contra la superficialidad que ahoga la profundidad de las palabras, contra la devastación de la intimidad, contra la dispersión, contra la desmemoria, contra la banalización de la información, contra la ausencia del criterio, contra el feroz individualismo, contra el egoismo, contra el adanismo, contra el vacío gregarismo, contra el ruido que agosta el silencio que no calla, contra el pavor a la soledad, contra la instantaneidad que destruye la secuencia del pensar, contra la prisa que anula el valor supremo de la pausa y de la espera, contra el academicismo, contra la erudición, contra la ociosidad de pensar, contra la incapacidad de sentir, de imaginar, contra el deber de comprometerse, contra el discurso sin acción, contra la muerte de la utopía, contra la ausencia de la empatía…
En resumen, este libro es muy recomendable para las personas dedicadas a la educación, que tienen en sus deberes el fomentar el hábito de la lectura, es recomendable para las familias y en general para todas aquellas personas que quieran tener ideas propias y pensamientos que alberguen sus ideas. Es necesario en este mundo vertiginoso crear tus propias causas de fomento de la intelectualidad y así no nos dejaremos aborregar por lo que otros dicen y que a lo mejor no están en lo cierto.
[…] ANTONIO BASANTA, Leer contra la nada. […]
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