Trabajo por talleres, allá por los años ochenta…

por Dolores Álvarez

Hace unos años, allá por los ochenta, un grupo de amigos y amigas nos vinimos a un colegio que se acababa de inaugurar el año anterior y por tanto tenía muchas vacantes para poder colocarnos todos juntos. Ese colegio se había llenado con niños y niñas de todo el pueblo, sin mirar de dónde vivían, algunos de sitios muy lejanos a donde se situaba el edificio, se hizo así y ya está; hoy esta distribución del alumnado, afortunadamente no se hace con tanta ligereza.

Fue un comienzo difícil pero nuestro amor por la Educación, sí, esa que va con mayúscula, nos hizo investigar para que el alumnado verdaderamente disfrutara con lo que aprendiera. Nos enteramos que en un colegio de una localidad cercana se hacían talleres por la tarde, en esa época aún teníamos la jornada partida, así que nos dispusimos a aprender qué llevaban a cabo con ese proyecto novedoso. Nos gustó la idea y decidimos ponerla en práctica en nuestro centro.

Lo primero que hicimos fue nivelar al alumnado de segunda etapa, sí, nivelarlo por conocimientos (algo que hoy en día está totalmente denostado y demostrado que la interacción entre el alumnado hace avanzar más que retroceder… pero en aquella época fue algo que creimos conveniente y así lo hicimos ya que el nivel curricular era muy distinto entre el alumnado).

La jornada de por la mañana se dedicaba a dar las asignaturas instrumentales, cada uno en su nivel y procurando que el tutor o la tutora estuviera el mayor tiempo posible con el alumnado. Los grupos eran A, B, C, D, E y F (correspondiendo a 6º, 7º y 8º de EGB). Por la tarde se hacían talleres en los que ellos y ellas se apuntaban según sus intereses (Cocina, costura, albañilería, teatro, cabezudos, coro, pintura, jardinería, carpintería, taller de prensa donde se hacía el periódico «La Colina»…). Recuerdo que yo tuve un nivel A (quería decir los más bajos en conocimientos y de difícil comportamiento) pero creamos un grupo en el que salieron leyendo, haciendo tareas… y, sobre todo, aceptando normas de convivencia.

La participación de las familias fue fundamental, padres y madres iban todas las tardes a ayudarnos con los grupos para así poder abrir el abanico profesional. Las madres costureras hicieron con el alumnado las ropas de los cabezudos y el día de carnaval dábamos un brillante paseo por el barrio; se hicieron bancos de mampostería para los patios (que aún perduran), con el taller de cocina se trabajaban las recetas y se elaboraban exquisitos platos que después el alumnado degustaba, los talleres de teatro dieron pie a las veladas, celebradas antes de la finalización del trimestre. Se representaban pequeñas obras con la finalidad que participara todo el alumnado, allí se empezó a hacer karaoke, belenes vivientes, coros… Las familias asistían hasta llenar el salón, era una tarde de convivencia que daba fuerzas para seguir innovando y preocupándonos con esmero por la Educación del alumnado.

Se creó comunidad y los trabajos revirtieron en el propio centro. Poco se ha escrito sobre ello, a ver si alguien va haciendo historia y escribe sobre el tema; sería muy bonito contar con la participación del alumnado que hoy ronda por las décadas de los 40 o los 50 años.

Desde aquí os animo a que contéis vuestros recuerdos de aquellos años para así poder completar la historia de ese magnífico colegio público «Blas Infante» que desapareció con la implantación de la nueva ley, a finales del siglo XX.

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