(Este artículo fue publicado en el Magazine INED21 el 9 de mayo de 2015)
La inteligencia emocional facilita el acceso a todo tipo de conocimiento (Carbonell, 2015) Fue Gardner el primero que definió esta inteligencia, pero Goleman la desarrolla más ampliamente y la define como “Conjunto de habilidades psicológicas que permiten apreciar y expresar de manera equilibrada nuestras propias emociones, entender a los demás y utilizar esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento”
Película: Momentos de una vida
Educar emocionalmente es una tarea compleja que debe estar integrada en los centros educativos, no podemos dejar de influir en la educación del alumnado solo a agentes externos porque pueden ejercer influencias negativas que en algunos casos pueden llegar a transformar a esa persona que con tanto esmero estamos criando. Sí, quería decir eso “criando”, precisamente para resaltar que las familias tampoco han de preocuparse solamente de alimentar, vestir, medicar… a sus hijos e hijas sino que deben preocuparse también por educar y hacer crecer su mente y espíritu para así formar ciudadanos y ciudadanas que ejerzan un papel en la sociedad totalmente activo. Una vez más podemos destacar que la tarea educativa debe llevarse en común entre familia y profesorado.
En este papel la escuela tampoco puede estar pasiva, la escuela es un agente socializador para el alumnado y necesita que esta tarea se trabaje en ella porque así se pondrán fuertes pilares para defenderse de aquellos agentes socializadores negativos que se puedan encontrar en las redes o en la calle y que puedan aportar aprendizajes negativos.
“Alguien les tiene que ayudar consistentemente a aprender a ser tolerantes, empáticos, comprensivos, dialogantes, asertivos o pro-activos, y, al mismo tiempo, a dejar de ser intolerantes, obcecados, insolidarios o abusivos, y no se puede dejar esta decisiva labor exclusivamente en manos de la calle o de familias que en algunos casos pueden estar obstaculizando más que ayudando en la formación integral de sus hijos o hijas” (Vaello, 2009)
Película: Momentos de una vida
Pero después de estas premisas podemos detectar que una parte del profesorado no siempre se comporta con el alumnado de forma empática, tolerante, comprensiva, dialogante, solidaria, asertiva… y entonces es cuando tenemos un grave problema porque el profesorado, en gran medida, es el espejo en el que se mira el alumnado y si él no lo hace, ellos y ellas se confunden y no saben por dónde tirar. De nada vale el refrán “Haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga”. Volvemos a insistir, por tanto, que el docente debe ser ejemplar para que el alumnado aprenda de lo que dice, de lo que ve y de cómo actúa. También es ejemplar que si en algún caso se equivoca, pida perdón y rectifique.
Es evidente que el profesorado necesita reciclarse cada día, leer mucho y aprender de experiencias de compañeros y compañeras; hoy en día con las RRSS podemos aprender, hacer cursos, conocer experiencias, leer lo que dicen y hacen otros docentes, asistir a encuentros… en definitiva, ir reciclándonos para mejorar la educación en todos sus aspectos.
Los docentes necesitan una estabilidad emocional para poder percibir las emociones del alumnado, sobre todo en esa etapa de Secundaria donde los adolescentes y las adolescentes están con las emociones a flor de piel, están reafirmando su personalidad, quieren sobresalir u ocultarse con su timidez ante los demás…
Parafraseando a Goleman (1996): “La educación de las emociones denominada “Alfabetización Emocional” (también, escolarización emocional), pretende enseñar a los niños y a las niñas a modular su emocionalidad desarrollando su Inteligencia Emocional.
Los objetivos que se persiguen con la implantación de la Inteligencia Emocional en la escuela, serán los siguientes:
Detectar casos de pobre desempeño en el área emocional.
Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en los demás.
Clasificar sentimientos, estados de ánimo.
Modular y gestionar la emocionalidad.
Desarrollar la tolerancia a las frustraciones diarias.
Prevenir el consumo de drogas y otras conductas de riesgo.
Adoptar una actitud positiva ante la vida.
Prevenir conflictos interpersonales.
Mejorar la calidad de vida escolar, familiar y comunitaria.
Aprender a servir con calidad.
Para conseguir esto se hace necesaria la figura de un nuevo Profesor y Profesora, con un perfil distinto al que estamos acostumbrados a ver normalmente y que aborde el proceso de “Alfabetización Emocional” de manera eficaz para sí y para sus estudiantes. Para ello es necesario que él mismo o ella misma se convierta en modelo de equilibrio de afrontamiento emocional, de habilidades empáticas y de resolución serena, reflexiva, creativa y justa de los conflictos interpersonales, como fuente de aprendizaje ejemplar para sus estudiantes. Este nuevo Profesor o Profesora debe saber transmitir modelos de afrontamiento emocional adecuados a las diferentes interacciones que los niños y las niñas tienen entre sí”
Si educamos emocionalmente, la sociedad estará más equilibrada y podremos vivir en comunidades más democráticas, más solidarias, más dialogantes… y, en resumen, con más interés en que la ciudad marche bien en todos los sentidos.
Dolores Álvarez Peralías
Bibliografía
- Carbonell, J (2015) Pedagogías del siglo XXI. Barcelona, Octaedro.
- Goleman, D (1996) Inteligencia emocional. Barcelona, Kairós.
- Gardner, H (2010) La inteligencia reformulada: Las inteligencias múltiples en el siglo XXI. Barcelona, Paidós.
- Vaello Orts, Joan (2009). El profesor emocionalmente competente. Barcelona, Graó.
- http://www.monografias.com