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08.09.2020

Hemos llegado al límite de lo políticamente correcto

por José Antonio Jiménez Ramos

A la atención de D. Javier Imbroda, Consejero de Educación y Deportes de la Junta de Andalucía:

Durante los últimos meses y especialmente en julio, agosto y los días que llevamos del mes de septiembre, usted ha venido realizando una serie de acciones de diverso calado de cara a la vuelta a las aulas durante este mes. Así mismo ha utilizado toda su capacidad comunicativa para defender las decisiones, aunque en ocasiones se ha visto obligado a negar lo defendido, ya que algunas contradecían las tomadas con anterioridad.

Digamos que en general, se ha mantenido en sus posiciones de «riesgo cero no existe» o «esto es lo que hay». Esa especie de posición numantina, por no aplicar adjetivos más duros, le ha llevado a un comienzo del curso que está siendo caótico, como veníamos diciendo en distintos momentos y ocasiones. 

En un par de oportunidades he publicado conjuntamente con Roberto del Tío nuestra opinión sobre como veíamos su actuación con respecto a la gestión de la Consejería. En la primera poníamos de relieve una actitud generalizada de su actividad política y en la segunda dábamos un repaso a su trayectoria al cabo del año y medio al frente de la educación andaluza. Así mismo a finales de agosto tuve la oportunidad de publicar en El Diario de la Educación un artículo sobre la necesidad de aplazar el comienzo del curso escolar. En fin no me quejo de mis posibilidades de haberle criticado lo que he creído oportuno e incluso he podido decirle «que vuelva a su casa y se dedique a lo que entiende».

No le escribo esto para justificarme, sino para decirle que todo lo anterior se puede considerar dentro del lenguaje y la actitud políticamente correcta, pero usted ha sobrepasado esas líneas la semana pasada con motivo de una visita a un colegio. Ante las preocupaciones de unas maestras sobre la falta de seguridad en las aulas de su centro y tras estas facilitarle, incluso, algunas medidas para mejorar la situación de las aulas y los centros, como el desdoble y una vez que se terminaba la conversación no se le ocurrió mejor idea que pedirle a las personas que tendrán  que trabajar en condiciones tan inseguras como las del centro, que tuvieran «fe e ilusión».

Y hasta aquí hemos llegado, por distintas razones que le voy a facilitar a continuación:

Usted, según consta en su biografía en el portal web de la Junta de Andalucía, es Doctor en Ciencias de la Educación, no es cualquier cosa y además, según tengo entendido lo consiguió en 2014, es decir en una época de madurez. Se le supone, pues, un nivel alto de conocimientos, sobre todo, en una materia como la de su tesis doctoral «Gestión deportiva: Análisis de la fidelización y satisfacción de los usuarios en los centros deportivos«. Aunque no sea un tema muy educativo, se le supone que conoce en profundidad conceptos como fe e ilusión.

Desde luego si nos vamos al título es evidente que de fidelización (acción de fidelizar) debe saber bastante. Claro que también debería saber que fidelizar es la acción de crear fidelidades y esta a su vez es una cualidad de las personas fieles, que como todos sabemos son los que tienen fe en una creencia ya sea religiosa o no. Por tanto, le pide a las maestras que le preguntan, que sean fieles a sus acciones, pero no por convicción científica, sino por creencia que según el DRAE es una de estas dos cosas: «1ª Completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos; 2ª Religión, doctrina.»

Es decir para que nos enteremos, en este caso hay que tener fe como quien tiene una creencia, que como todo el mundo sabe no quiere decir que sea una verdad científica. O crees o no crees sin más, es una cuestión subjetiva, no hay garantía de nada, hacer un acto de fe es una acción gratuita y generosa hacia algo o alguien. 

Pero sigamos. Ilusión, bonita palabra. Vayamos al DRAE de nuevo: 1ª. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
2ª. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.
3ª. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.

¿Con cual acepción se quedaría Sr. Imbroda? Porque cualquiera que usemos es para salir corriendo. En una pandemia de las características que tenemos, hay que ser ligero de casco para tener ilusión, algo fútil, efímero, inconsistente, engañoso pero atractivo. No estamos en la noche de los Reyes Magos, estamos ante una tragedia de medidas aún inconmensurables, miles de personas muertas, caídas brutales de la economía y tenemos que agarrarnos a una ilusión. Tratar de tener ilusión en una situación como la actual es como recurrir a lo desconocido para resolver los problemas como si de magia se tratara. Si no fuera porque hemos avanzado en muchas cosas podríamos pensar que estamos en la Edad Media, donde lo desconocido determinaba la vida de las personas.

Pero usted no se ha quedado ahí, no sabemos por qué extrañas circunstancias se ha vuelto de cubrir de gloria al afirmar que «los niños (para usted no existen las niñas o simplemente las excluye como si fueran muebles) estarán más seguros en las aulas que en la calle».

¿Es usted consciente de lo que dice? Si fuera verdad, habría que trasladar todas las medidas del protocolo escolar a la calle. Acabaríamos con la movilidad como la conocemos, habría que hacer pruebas serológicas a la totalidad de la población, no se podría salir a ningún sitio, si no es con autorización o un horario determinado. ¿A quién pretende engañar? O acaso, ¿está usted diciendo que si se producen contagios en la escuela, no será por la situación de la misma, sino que será responsabilidad de la familia y de agentes externos?  En la calle se obliga a mantener distancias sociales, ponerse mascarilla en todo caso, no puedes reunirte con mas de 10 personas, etc., etc., y eso es un riesgo brutal, mientras en las aulas de 40 m2 25 niñas y niños son un grupo de convivencia que cuando salen fuera tratan con hermanos, padres y madres, tíos y tías, abuelas y abuelos y sabe dios con cuánta gente que no forman una burbuja.

¿Conoce la dimensión de sus palabras? Con ellas consigue un enfrentamiento que nadie quiere. Las críticas no se pueden despreciar y tratarlas con arrogancia, hay que asumirlas y procurar entenderlas. Usted actúa de incendiario, cuándo tanta gente ve problemas en la vuelta a las aulas no es por gusto, afirmar que las escuelas son más seguras que las familias es tan grave que a partir de la primera desgracia, usted será el máximo responsable.

Sinceramente, la situación es tan díficil que solo se me ocurre una auténtica maldad. Usted sabe, o al menos debería saber, que la bajada de la ratio solo es cuestión de prioridad política y la educación pública no es su prioridad ni de su gobierno, debería saber también que las instituciones están para coordinarse, pero eso tampoco les preocupa, con quejarse tienen bastante. Todo esto me lleva a pensar que la Consejería que usted desgobierna tiene un objetivo en este momento, conseguir un cierre brusco de las escuelas y echarle la responsabilidad a los demás, a Salud, a los ayuntamientos, al profesorado y a las familias por no ser seguras.

Por esto y por todas las tareas que no ha hecho durante el verano:

¡¡DEDÍQUESE A LO QUE SABE HACER!! 

Vuelva a prestar sus servicios al deporte en cualquiera de sus facetas y si quiere pongáse al frente de su anterior empresa que tanto ha crecido en este tiempo.

Usted ha sobrepasado las líneas de lo políticamente correcto, les ha faltado al respeto a las familias, el profesorado, el personal de apoyo y a todo aquél que esté relacionado con la educación.

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