jochimet
07.11.2015

Le entiendo, Sr. Marina

por José Antonio Jiménez Ramos

Que le quede claro Sr. Marina, lo entiendo y no poco. No es necesario que se explique más, esto es lo suyo. Usted está donde siempre, «al sol que más calienta» y además no tengo ninguna intención de que cambie de opinión, manténgase en ella hasta que el sol caliente de otra manera. No hace falta que diga mucho más, ya sabemos que el corcho flota y que la flotabilidad es algo muy utilizado en el mundo de las ideas, ya lo dijo Marx, Groucho «Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros».

Como decía un buen profesor y sindicalista y persona comprometida con la escuela pública, Agustín Moreno en una publicación reciente, «Quizás les viniera bien al ministro y a Marina darse una vuelta por ellos (centros de difícil desempeño para la función docente) para que no hagan propuestas tan superficiales como alejadas de la realidad«. O si quiere mejor, le ofrezco la oportunidad de conocer un centro muy normal dentro del contexto urbano donde vivimos y donde está la escuela pública, se trata del CEIP San José Obrero de Sevilla, olvídese por un rato de su famosa Universidad de Padres que ya sabemos lo que es y compruebe con qué recursos humanos y materiales se mueve un centro donde CONVIVE alumnado de 30 países diferentes. Cuando se dé ese baño de realidad siga flotando en su corcho a la espera de cualquier sol con tal de que le caliente.

Como le decía, todo esto está muy claro, se viene intentando desde hace un tiempo por distintas administraciones educativas, en concreto la que mejor conozco, la andaluza, que como sabe lleva en manos de un partido de distinto sol que el actual estatal. Pues bien esa administración andaluza ya puso en práctica el mal llamado «Programa de calidad y mejora de los rendimientos escolares en los centros docentes públicos» y en él se puso en marcha lo que usted, Sr. Marina, ahora propone, pagar más a los «mejores», en función de resultados «evaluables». Todavía a fecha de hoy, hay profesorado que está cobrando ese complemento. Por cierto que el mencionado Plan fue anulado por el Supremo en el año 2012. Aviso a navegantes y el que avisa no es traidor.

En cualquier caso, la claridad es algo que le debe dejar orgulloso, porque no oculta sus intenciones/objetivos, lo dice muy claro en la carta que dirigió al nuevo ministro:

Lo que me interesa es convencer a la ciudadanía –y a usted también– de que con ese presupuesto podemos tener, en el plazo que he indicado (5 años), un sistema educativo del mismo nivel que el de Finlandia. El objetivo sería (1) reducir el abandono escolar al 10%, (2) subir 35 puntos en la clasificación PISA, (3) aumentar el porcentaje de alumnos excelentes, que es menor que el de otras naciones, y (4) ayudar a los alumnos a adquirir las destrezas necesarias para integrarse en la sociedad del siglo XXI.

Más claro, agua, la excelencia como bandera y ayudar al alumnado (tampoco estaría mal un poco de lenguaje no sexista) a que tengan las destrezas necesarias para integrarse en la sociedad del siglo XXI.
Verá usted, tengo muy claro que la evaluación es necesaria en cualquier actividad humana y, por tanto, en la educación y diría más, es imprescindible para mejorar. Ya sé que usted está de acuerdo con esto, pero probablemente en lo que no estamos de acuerdo es en los procedimientos de evaluación. Digo esto, porque intuyo que sus referencias a PISA y a sus indicadores es una especie de totem que no comparto. Es un principio que condiciona los procesos evaluadores y que de camino justifica cualquier propuesta de mejora de los docentes, Si se necesitan docentes que alcancen aquellos objetivos nombrados, necesitamos que esos docentes estén más capacitados para conseguirlos, es una cuestión de perogrullo. Y, por tanto, es necesaria potenciar la capacitación profesional a través de una mejor formación inicial y continua en esa dirección. Y además una vez recibida ese profesorado se deberá someter a los indicadores que permitan entender que los objetivos se cumplen (10%, 35 puntos, aumentar porcentaje, destrezas, etc)
De esta manera se le entiende muy bien, no tengo dudas, hasta el punto que me permito decirle que no estoy de acuerdo. La evaluación educativa es un proceso que no puede estar condicionado por unos indicadores, en su mayoría instrumentales, cuantitativos y mercantilistas. Una evaluación democrática tiene que ser antes que nada formativa y, sobre todo, contextual, no sirve de ninguna mejora que se vaya a conseguir mejores datos, no sirve de mejora que hablen bien los medios, de la educación española, tampoco supone ninguna mejora que la OCDE felicite al gobierno de la nación (que no tiene competencias sobre la aplicación del sistema educativo) por un incremento en la puntuación del alumnado examinado. En definitiva no puede ser que la evaluación sea la excusa de la mejora, cuando en realidad se trata de unas pruebas más o menos bien redactadas, ese no es el criterio de mejora de los rendimientos escolares.
Por otro lado, no se puede decir que la LOMCE es una pésima ley y a continuación compartir el argumentario de la propia ley en su preámbulo que da sentido a todo lo que se desarrolla en la misma. Usted, Sr. Marina, está en el lado oscuro de la educación, en el lado de los que creen que la educación escolar es el mejor sitio para segregar y adiestrar a los mejores trabajadores y trabajadoras para que cumplan con los objetivos marcados por las ideas neoliberales, que sustentan a organismos como la OCDE. Usted, Sr. Marina no engaña a nadie, ni ahora ni antes y con sus propuestas de cara al Libro blanco sobre la profesión docente lo único que hace es quedarse en la zona de confort de las ideas que sustentan el poder actual. Realmente lo entiendo, Sr. Marina, pero como habrá podido comprobar, por mucho prestigio que tenga entre los gobiernos de ahora y de antes, no estoy de acuerdo con usted.

“Calidad de la educación; educación para la calidad; educación y calidad de vida, no importa con qué enunciado se encuentren, educación y calidad, son siempre una cuestión política, fuera de cuya reflexión y comprensión no nos es posible entender ni una ni otra. No hay, por último, educación neutra ni calidad por las que luchar -en el sentido de reorientar la educación- que no implique también una opción política y no exija una decisión, también política, de materializarla.”

Del libro Educación y Política de Paulo Freire

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comentarios

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Xabi dice:

Perdona, me gustaría saber qué quieres decir con el comentario sobre la universidad de padres.

Hola Xabi, muy sencillo, si clicas en el enlace lo comprobarás, no obstante te lo explico. Marina ha montado una empresa que se llama Universidad de Padres donde imparte cursos para formar a padres y madres, esa universidad partía de la base de que los recursos educativos y de formación que se generaran se podría a libre disposición de todas las personas y eso no ha sido así. La Universidad de Padres se ha convertido en chiringuito que cuesta una pasta y, por tanto, no está a disposición de todas sino, de unas pocas personas que se lo puedan permitir. Más Info http://universidaddepadres.es

Alfonso Díez dice:

Le felicito por su artículo-respuesta. Sin embargo, sigo viendo carencias en sus argumentos, como en los de quienes critican y denostan ahora a Marina, y son las que, al margen de las razones esgrimidas, no proponen sino seguir igual. Es decir, hay como un fatalismo al respecto, en el sentido de que nada se puede hacer, porque, ¿quién evalúa al evaluador? ¿qué instrumentos de evaluación son válidos?… o, simplemente, no hay forma de evaluar justa y acertadamente. Vale. No hay nada que hacer. Sigamos así, pues. Y aceptemos la inevitable existencia de malos profesores frente a los buenos, que aquéllos en los centros hagan la vida imposible a éstos, quienes, en consencencia, sufren la discriminación, la desprotección y el desdén, cuando no los ataques del coletivo docente y de la propia administración educativa. Es más que sabido este sufrimiento de los buenos profesores, los más inquietos, renovadores y comprometidos. ¿Cómo arreglamos esto? ¡Dígame alguna forma, por Dios! Algo hay que hacer, por favor. Y, para terminar, ¿no huelen todas estas airadas reacciones a puro y duro corporativismo docente? Un saludo.

Alfonso Díez dice:

Se me coló una falta de ortografía: se dice, denuestan; no denostan.

José Antonio Jiménez Ramos dice:

Hola , Alfonso, gracias por su comentario. Entienda, de entrada, que el artículo no pretende exponer cuales serían las metodologías de evaluación, apunto alguno perfil, partiendo de la base de que la evaluación es imprescindible en educación. Pero no culaquier evaluación, debe ser democrática desde el punto de vista de que debe ser un proceso colaborativo, comprometido con procesos de mejora y por tanto tiene que ser formativa, antes que correctiva y sobre toda no puede ser sancionadora ni siquiera motivadora vía remuneración económica. Las metodologías a emplear darían para un artículo en profundidad, pero, por ejemplo, el propio Marina tiene una trabajo muy interesante de evaluación de competencias profesionales que debería utilizarse para llevar a cabo de la evaluación, pero eso requiere un compromiso muy fuerte de las administraciones porque al tiempo que se evalúa al profesorado se evalúa todo el sistema, con sus aportaciones positivas y sus fallos, con sus fortalezas y con sus carencias y, sobre todo, no puede ser una evaluación estandarizada, porque es injusta.
En cualquier caso, Alfonso, el objetivo del artículo es mostrar lo que hay detrás de estas propuestas, la intención neoliberal de establecer unos marcos de referencia que el propio Marina expone y que yo copio en el artículo y que son claramente relacionados con elementos cuantitativos y exclusivamente de aprendizaje y poco educativos. Saludos

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