Mono. Obsesión. Soy más infeliz que escribiendo. Me lo paso peor. Me falta algo. Me río menos. Hago menos caso a los demás porque casi siempre ando ausente. Pensando en la obsesión. Cosas irracionales, gente que no existe. Compulsiones, ideas, palabras-frases. Así no se puede vivir. Hay que escribir. Escribir cualquier cosa que no dirías pero de un modo en el que siempre lo dirías. Obligatoriamente.
Estoy lejos de CASA. Lejos de escribir. Lejos de la casa de Came. Fantasías Diurnas.
Copiamos un logo. Copiamos un eslogan. Copiamos los medios de producción. Robamos sentido. Imitamos ideas. Editamos un libro. Jugamos a copiar, copiar, copiar.
Mientras escribo, LA AUTOEXIGENCIA Y LA AUTOINDULGENCIA (conviviendo), una bloquea lo que la otra permite. Pienso en la figura del editor. Pienso en preguntar. Pienso en la entrevista en Teleráma a Gallimard. Por pensar. Pienso que necesito una editora/editor.
Lo más chungo de autoeditar no es dejar que tu familia te preste dinero, ni aprender a hacer un presupuesto, ni encontrar un a nómina de colaboradores entre tus amigos a los que pagarás cuando/como puedas, ni pedirle a tu socia librera que una vez editó libros que te presté un ISBN, ni ir tú misma al depósito legal, ni averiguar cuál de las licencia copyleft te va mejor. Ni freir a tus mentores de cabecera con mails preguntándoles por su parecer sobre las nuevas pruebas de portada o por el giro del nuevo relato. Ni pedir un par de teléfonos de imprentas económicas pero de calidad. Ni fiarte del impresor para elegir el tipo de papel. Ni pasar el corte de pedirles a los dos amigos correctores profesionales que tienes que te hagan de pantalla y segunda corrección espectivamente, a cambio de nada por empeño de ellos o en todo caso de intercambio de ejemplares. Lo peor tampoco es ir de librería en librería dejando grupos de cinco (regalando uno al librero) libros en depósito, de los que probablemente jamás veas el margen de beneficio, pero te interesa que estén ahí. Lo peor no es devanarte las neuronas en busca de un modo chulo y elegante de llamar la atención sobre tu libro en la red. Ni convencer a tus family-inversores de que el módico precio del libro es algo más que el reclamo más justo para atraer lectores, porque crees-sabes que los los precios de los libros están inflados para poder resistir el beneficio de la cadena innúmera de intermediarios y trabajadores. Lo peor no es no tener distribuidora, lo que, probablemente, por lo que sabes, sea mejor. Lo peor no es tener que mendigar solapadamente (¿esto es viable, mendigar solapadamente? Ah, sí, el clásico sablazo) reseñas a tus críticos conocidos ni a tus amigos que cliquen al Me gusta de tus páginas.
No, lo peor de AUTOEDITARSE es no tener un editor.
Sí, la herida tiene dos trayectorias, pero en la enfermería de la plaza había un torero y un médico, en el incendio, bombero y accidentado, (qué raro meter sucesivamente en una enumeración torero y bombero), en el mar, pez y pescador, en la panadería, panadera y harina, en la educación educando y educador, en el sexo, arriba y abajo. El onanismo literario, además de otros muchos peligros que ya analizaré, tiene uno muy triste: la soledad. Me siento como cuando Sheldon y Leonard trataron de donar esperma en la clínica de reproducción asistida. Ni siquiera les dejaron esforzarse con las revistas para dar vida a un bebé anónimo. Necesito una pareja, un grupo, una familia. Hoy no puedo serlo todo. Estoy cansada. Creo que es importante ser plaza y no pasillo, como dice Alba Rico. No creernos que solos todo lo podemos. Nos han engañado. Era al revés. Con amigos puedes, solo no. Y en la edad adulta, el juego es el trabajo y los amigos, los colaboradores. La fiesta es el proyecto.
Me estoy yendo por las ramas, quería hablar de la indispensable figura del editor literario y vuelvo a hablar de mí. AUTOFICCIÓN. AUTOEDICIÓN. A lo mejor lo mío es un problema de diván, como el de Betty Draper o Tony Soprano. Por hoy cierro la entrada. Suena a verdadera paradoja.
¡Que alguien con tiempo y pequeña financiación lo haga! Lo importante es que no sea una editorial, que se una PLATAFORMA DE CONTENIDOS. Pero que haya editores. Oh, lalala. Editores más como se entiende en televisión o en prensa: el que EDITA los contenidos, organizándolos.
Aquí estaba→ Parece lo más parecido pero funciona más desde la «idea de negocio» que desde el criterio literario.Creo.+Spotify que Bandcamp.Buena tip
De momento, me conformo soñando poder asistir al BookCamp II, que coordina@marabales. El próximo findesemain en Kosmopolis, BCN.
Estoy probando una nueva técnica de gestión del tiempo muy divertida, por lo sencilla y efectiva. También da cortecillo, porque es de esas cosas de los americains que no sabes del todo si son una genialidad o una absoluta chorrada. La técnica en sí de llama The Pomodoro Technique
En principio se llevaba a cabo con un reloj de cocina (de ahí su nombre y logo). Yo lo uso en una aplicación llamada Focus Booster y me está resultando bastante útil. Pero bastante. También me ha gustado la web de Pomodoro, su estética estilo McSweeneys, tan dosmilera y friendly. Y lo mejor, te puedes descargar The Book→( Download the Pomodoro Technique® book for free or order it on the Internet or from your bookshop). En Download te permite descargarlo en PDF o leerlo directamente en Scribd. También te indica como pedirlo en librería o comprarlo por internet. Me gusta como conviven las opciones libres y comerciales, aunque el Pomodoro Book está subido con la Licencia CC Compartir Igual-Non Commercial.
Aprendiendo, bicheando y escribiendo.
Pongo el tomate a girar…
Gracias a Marta G. @teclista se abre la veda de repensar la opción Non Commercial.
Veamos, siguiendo a Marta, ¿cuántas opciones serias hay de que alguien se quiera lucrar y se forre con mis cuentos? Me gustaría que mi repercusión/visibilidad me diera como para inquietarme. O no. Si no, no estaría haciendo esto. ¿Afectará la opción Dominio Público a mis canales de distribución y a mi deseo de recuperar la pequeña inversión-préstamo que haré para autoeditarme? Sería bueno que afectará, es más, que desbarartará todos mis planes. Que la visibilidad fueramayor, el flujo muy flujo y el dominio dominado (por lo público).
Veámos: una reflexión. ¿Sabéis cuánto gana una autora en una liquidación anual por las ventas de un libro?
Hipotético caso: un libro de 16, 00€, con una tirada de 1.000 ejemplares, cuya primera edición se agota justo antes de la liquidación anual por parte de la editorial…. ¡La autora percibiría la increíble cantidad de 1.600€ brutos!
Requete-wow! Los libros pueden ser más baratos, las tiradas más bajas y no se suelen agotar a la primera. En muchos casos se da que, siendo el libro un pelotazo inesperado (como en realidad lo sería que un libro de relatos de a 16,00€ de una escritora no mediática agotara su primera edición sin apenas difusión), antes de llegar a ese momento -descontando el adelanto, que señoras y señoras, YA no es tan habitual- todos los intermediarios y actores de la cadena de edición: editor, maquetador, corrector, imprenta, distribuidos, transporte, librero, hayan cobrado por su trabajo y la autora o autor no hayan visto un pavo. Y que para cuando llegue la exigua liquidación, siempre llega y siempre suele ser exigua, la autora se sienta como el último microbio de una cadena en la que apenas participa.
Entonces, siendo así las cosas, ¿por qué los autores tenemos tanto miedo a la Autoedición Libre, al Dominio Público y veneramos por pulsiones atávicas al Copyright?
¿Llegara el Tío Mat de sus viajes por la Cultura Libre con el saco cargado de Licencias poco restrictivas para todos? (¡Gracias, Marta, seguimos pensando en streaming…!)
Y ahora un buen desayunaco y a escribir, que hoy me he propuesto acabar el relato Arquetipo de una plaga (toma titulazo!) y corregir Gente Grande…
Seguimos buffering and dancing…
Hoy he dedicado parte del día a ver el tema de las licencias de Creative Commons, de momento, para la versión papel. Todo el rato estoy pensando en el libro en papel. Aún no he pensado cómo lo compartiré on line, aunque sé que lo haré y con CC, obvio. Bien. Pues pasé parte de la mañana creando la página de créditos. Para la edición me he puesto a copiar paso a paso la edición de bolsillo de Passer l’hiver de Olivier Adam, en Pontes. Ese libro de relatos me encantó y ya copié en su día la edición en español que hizo de Errata Naturae para guiarme en la casi-autoedición primera de El Sur: intrucciones de uso. Pero, claro, al llegar a la página de créditos me encontré con el Copyright de Pointes y pasé al Plan B. Copiando Emprendizajes de los Trafis. En otro post hablo de este libro y de su edición y distribución. En principio elegí la Licencia 3.0 Compartir igual, que era la misma que usaba Jaron. Pero luego me eché atrás imaginando trabajos a partir de los relatos (por ejemplo, dramaturgias, el trauma del teatro) con los que no estuviera de acuerdo y que no pudiera suscribir. Pero luego me dí cuenta de que yo estoy todo el rato remezclando cosas de los demás, citando y sin cobrar.
Remezclando ideas, pasajes, partes de cosas de otrxs.
Alora, lancé la pregunta al Twitter y al FB. En el FB silencio (lo que demuestra que el FB está hecho más para las relaciones que para el intercambio y/o la difusión de ideas) obtuve respuestas a favor del SHARE ALIKE/COMPARTIR IGUAL.
Pues ante 3 compartir igual, y de tal procedencia, empecé a quitarme el miedo y volví la primera intuición. Volví a pensar que las licencias más cautelosas del CC son como jugar a medias. FInalmente me quedo con la licencia:
Remix es la clave. Quién dijo miedo. Et voilá!
Y tengo otra duda final pero la compartiré mañana. Hoy ya muy cansada (además de esto, he estado corrigiendo dos relatos). Estoy esperando un mail de Blas Trafis pa ver si me la aclara y os la cuento.
Ça va? Parafraseando a quien ya sabéis: Autoeditar cansa. Tela.
Paquirri en la enfermería no pudo equivocarse: hay que trabajar a dos bandas. Escribir y Autoeditarse. Tarea de bipolares, placeres redoblados. Cuando te cansas de escribir, te empollas los archivos sobre Literatura Digital, Cutura Libre y Gente que se lo Guisa y Comparte. Cuando te saturas de información y de ansiedad de acción vuelves al trabajo-hormiga, a la pelea gustosa: al teclado-pilot, al cuaderno-documento. La herida tiene dos trayectorias: Paquirri en la enfermería no pudo equivocarse.