Entorno de Posibilidades
09.05.2012

hay una diferencia

por silvink

está todo dispuesto. Las piernas flexionadas, el ángulo adecuado respecto a la canasta, la línea de 6,25 a raya. Te miro y escucho tu boca moverse en silencio al decir: “Ready!”. Pero no puedo. Paso el balón en el último instante. Soy el 7. Soy ala pivot y desde hace unos meses cogí miedo a tirar. Sin más. Aunque tirar está dentro de las obligaciones de un ala-pivot. Es lo que se espera de un pivot. “Tira. Tira”. No puedo. Soy el número 7 y soy ala pivot. Tú eres el 5 y eres base. Base. Base. Base con alma de pivot y estatura de base. Yo soy el 7. Y a mí lo que me gusta es defender en la zona, doblar la cintura, extender la mano, proteger, pelearme en la defensa. Pivot con alma de base y estatura de pivot. Y no es una jodida metáfora. “No digas jodida”. A ti te gusta escaparte con el balón, subir por medio del campo, cruzar la zona y entrar a canasta. “¡¡Sudando la camiseta, ¿eh?!!”, ha dicho el entrenador desde el banquillo. “A veces parece tonto”. El árbitro pita lucha. Te toca saltar. Base. Base. Golpeas la pelota, flexionando la muñeca hasta el límite, haciéndomela llegar. Yo la atrapo. Entro. Uno, dos, arriba. Encesto. “Entrar no me da miedo, es tirar”. Chocamos las manos. Somos tope equipo. Las botas hacen ñic-ñic sobe el parqué. Venimos de lejos a entrenar a esta cancha. Somos de basket. Chicas de basket. Decimos cancha, finta, triple, pasos, amago, zona, soltamos un ¡ah! con mucho aire cuando lanzamos un tiro, como vimos hacer a las tenistas negras en las retransmisiones televisivas. Nos caemos y rodamos por el suelo. Hacemos teatro. Nos tendemos la mano y nos levantamos. Estamos en la liga regional de Castilla pero merendamos palmeras de chocolate. De la tienda de las xinas. Ellas son así: -.- Nosotras somos así: =) Nosotras tenemos pelusa, bigote y barba. Ellas no. Ellas venden las palmeras de xocolate xinés. Para que nos colguemos del aro en los entrenamientos. “Ready!” No puedo. No puedo tirar. “Estoy leyendo a Jim Carrol” “Y qué?”. “No es un buen poeta, me parece un poco jeta”. Esta cancha tiene eco. Como todas las canchas. “Además de que casi no habla de partidos de basket, no los describe, sólo de colocones y polvos de baño”. Poeta. Nos gusta esperar a que enciendan las luces de la cancha en primavera. Auque aún no sea necesario, las siguen enciendendo a la misma hora. Son luces melancólicas pero nos hacen existir. Sentadas en el jodido, jodido, jodido suelo de la cancha. Somos chicas de basket. “No sé cuándo mierda le cogiste ese jodido miedo a tirar”. “No digas jodido. Suenas traducida”. Desde el andén contrario, a la salida de la cancha, del entrenamiento, me has gritado: “¡Jodidoooo!”. Y pasa el tren. Después de llegar a casa, meter la ropa del entrenamiento en la lavadora, cenar, ver tele y dormir, yo sueño que tiro a canasta mientras tú empiezas un libro que se llamará Ready. Y posiblemente perdimos la liga. Pero tu libro se presenta hoy

 

 

 

 

 

             serena williams colgada de ready

texto remezclado a partir de ideas, títulos, imágenes que habitan en ready más cachitos de conversaciones/mails y recuerdos inventados.

02.05.2012

resaca

por silvink

Te despiertas sola. Ves un papelucho en la mesilla, unas letras deformadas por el vidrio y por el agua, junto al resto del contenido del bolso –klínex, máscara, khol, pintalabios, monedero, metrobús- que vaciaste buscando el paracetamol efervescente antes de dormir. Antes del vaso de agua. Coletazos de una gripe. Papelucho arrugado escrito a mano. Un nombre y un número de teléfono. Piensas en el siglo pasado, en la letra de tus amigos, que conocías y reconocías sin excepción. Ahora, en este siglo, para saber cómo escribe alguien debes acceder a unas ciertas intimidades relacionales o laborales. Ahora todos escribimos con las tipografías que nos ofrece el mercado. Las letras. De cada cual. De todos.

Contexto.  Rebobina, empieza el capítulo. La serie se titula Resaca. Tercera temporada. Sinopsis: la serie trata de una mujer que lo pierde todo paulatinamente porque tiene repetitivos blancos de memoria, o de consciencia, durante los que puede llegar a hacer cualquier cosa, acometer cualquier empresa, adoptar cualquier personalidad, investirse de las peores o mejores cualidades y llevar a cabo audacias de las que sería incapaz en sus momentos de lucidez. Podemos decir que estas pérdidas de “identidad” explora y apura a fondo los “valores” y “hábitos” a los que no suele recurrir en su conducta habitual, fuera de los blancos. ¿Qué harías tú si fueses/si pudieses ser libre y tus actos quedaran impunes, para los demás y para tu conciencia? Podría ser la pregunta principal que encarna el personaje de la serie. Cuando acaban los blancos, vuelve a su ya de por sí desordenada vida. En cada blanco pierde un objeto y son esos objetos los que nos ayudan a reconstruir su historia, como espectadores. Todos los capítulos comienzan son su voz en off sobre imágenes e insertos de cosas sucedidas en los blancos. Después entra la cabecera. En este capítulo se trata de un papelito con un número de teléfono escrito a mano.

Comienza el último capítulo de la tercera temporada.

Voz en off: Las tres últimas veces que me quedé sin móvil se dieron las mismas tres circunstancias: era de noche, tenía fiebre y estaba con mi amiga D. Creo que el número tres es suficiente para marcar un patrón. Para tratar de investigar qué pasa aquí. Mirar con más profundidad los hechos. Como una etnografía del desastre. La realidad parece querer decir algo. Adelante…

22.04.2012

las ideas y las cosas

por silvink

esto empieza un día del pasado verano que pasé casi entero (el día, no el verano) llorando a intervalos (pucheros) mientras imprimía artículos en casa de mis padres para un taller que tenía que dar al día siguiente. Aún no había instalado la impresora en el que sería mi lugar de trabajo (de ahora en adelante, ofi, aunque suene a corbata, e incluso, ¡porque suena a corbata!) porque tampoco había ido aún a la fiesta en la que Irene me dijo que se quedaba un puesto libre y que por qué no “me venía” con ellas a “nuestra ofi”. Tengo dos impresoras, una de inyección de tinta, multi función, todo-en-uno (copia, escanea, imprime) y otra láser con un tóner que cuesta su peso en oro. Un amigo dijo un día, o quizá fue un amigo que simplemente le dio al Me gusta de una página llamada: “¿Qué contiene la tinta de los cartuchos de impresora, sangre de unicornio?”. La láser la compré en un media markt, hace unos años, unos cinco años ya. En el media markt de sevilla, que está nada más pasar la estación de tren de santa justa. La compré con mis padres, es decir, me la compraron, por mi cumple, ellos siempre hacen eso, me “regalan” cosas prácticas para que yo no crea que están pendientes de lo que necesito. Me la compraron junto a un ordenador de mesa (pc) HP (HP ya no fabrica pc,s) y a un monitor sony bastante grande que ahora tengo en la ofi, junto con el pc HP y las dos impresoras, básicamente, todo ello, muerto de risa, porque ahora me paso el día cargando un portátil samsung que es el que uso y que también me regalaron hace un año y medio mis padres, también, sí, ellos, cuando un virus me paralizo el pc HP y me quedé en bragas, sin nada, sin poder trabajar, y era mi cumple, y reyes (mi cumple cae muy cerca de reyes y entonces sumaron ocasiones, como suelen hacer, y me hacen, me hicieron un regalo tocho, esta vez, el portátil este que te digo que ahora cargo de un lado a otro en una mochila marca north face con cremalleras de color rosa pálido). Y están ahí, en la ofi, arrumbados, tanto el pc como las impresoras, porque no soy capaz de instalar un módem externo, el hp venía sin router wi-fi y sólo por eso, ahora, de golpe, parece que ya no sirviera para nada, cuando es un ordenador que está perfecto, salvo por los iconos del escritorio, que se quedaron un poco pixelados de más después de la operación a corazón abierto que le hizo Ale, el amigo informático que lo salvó in extremis del ataque del virus. Ahora mismo estoy pensando que podría usarlo entonces para ESCRIBIR porque una vez leí una entrevista a Zadie Smith, la súper-escritora-guapa-tope-londinense, en la que recomendaba, tipo “consejos para escritores”, tener al menos un ordenador sin conexión para poder escribir-escribir. Pero, claro, si también te pasa que cada día te resulta más difícil escribir para documento de texto a pelo y piensas más bien en modo pantalla, con fondos y dibujos, aunque sea hechos con el paint, y enlaces y colores, pues qué haces, cómo lo haces. Sobre el monitor, encima de la pantalla, hay una pegatina pequeña, redonda y brillante de lo que parece un tigre o una leona y al lado otra pegatina rectangular que dice PORQUE TE QUERRÉ SIEMPRE, así en mayúsculas de color blanco sobre fondo negro. Sí. La segunda impresora, la multifunción que tampoco tiene cartucho o tiene uno vacío y reseco dentro de la carcasa, también me la compraron ellos, mis padres, aunque luego la pagué yo, de algún modo, vendiendo unos libros que llevaban en cajas en el trastero de su piso desde que me había mudado a Sevilla, hace ahora casi diez años. Bueno, pues que mi madre y mi padre recortaron y reunieron los cupones de la esquina inferior izquierda de la contraportada de El País durante los días y las semanas indicadas, solicitaron un código vía mail, fueron en coche a Carrefour, intercambiaron los cupones más una cantidad en metálico por la multifunción, volvieron a casa y en otro viaje en coche me la llevaron hasta Sevilla. Fíjate tú el trajín. A cambio, yo vendí, en mi siguiente viaje a Madrid, dos cajas de libros en una librería de viejo y les invité a comer. Un pacto bastante desigual, como queda patente. Mi madre se va asegurando, a base de estos pactos cero recíprocos, de que voy vaciando su trastero. Me ha dado por pensar en estos gadgets porque quizá no es cuestión baladí, o sí, yo qué sé, cuántos aparatos puedes llegar a acumular, en digamos, diez años. Yo, por ejemplo, desde 2002, he tenido, sin contar los teléfonos móviles y los mp3, tres portátiles (un samsung, un toshiba y un notebook enano marca acer color azul clarito/blanco que, eh, este sí, ME LO COMPRÉ YO, bueno, más bien se lo re-compré a mi hermano mediano, pero eso es otra mini-historia que quizá merezca la pena contar en otro momento), un hp de mesa, un monitor sony, dos impresoras y un hdd con el que debía hacer copias de seguridad que jamás hice, en realidad, lo compré para salvar el contenido del disco duro mientras Ale actualizaba los bios de la placa o yo que sé que líos me contó. Hubo que formatear el disco duro porque se me había colado algo desde el emule o el torrent, todo por no tener un anti virus y por querer prestarle una peli que dos noches atrás le había dicho a mi profe de guión (mintiendo/me gustaba mucho) que la tenía. Y lo peor es que ahora soy incapaz de recordar el título de la peli y me cabrea porque fue importante en su momento, tanto la peli como el tío, hasta el punto de instalarme el plugin del PUTO emule y bajarme la peli aún sabiendo que me arriesgaba a que se me metiera algo. Qué rabia no acordarme (mentalmente agotada). Si me acuerdo mientras sigo escribiendo, lo digo, ¿vale? (Espera, se acabo la lavadora. Apago la lavadora. Tiendo la colada. Vuelvo). Vale, me acabo de acordar, mientras tendía, era Alicia en las Ciudades, la peli, de Wim Wenders. Si puedes, busca en youtube, porque la música está muy bien. Yo le había contado a mi profe una noche, ya bastante borrachos los dos, la escena en que Alicia se esconde en un baño de la estación de tren de Hamburgo y el hombre que la cuida (que no se sabe si es su padre o no) intenta sonsacarle el nombre de la ciudad donde se encuentra supuestamente la  madre de la niña. La niña sólo sabe que la ciudad empieza por W. Y así van haciendo un repaso súper bonito en voz alta de ciudades alemanas que empiezan por W. Al final van a Wuppertal y ahí no hay ni madre ni nada, sólo dan vueltas en un metro suburbano. La niña es una lianta, sólo quiere prolongar la búsqueda porque se siente a gusto con ese hombre que eventualmente se ha convertido en una especie de padre para ella. // Hago un inciso, para repetir: que llevo ya más de siete meses en la ofi y aún no he sido capaz de instalar ninguna de las dos impresoras. Que fui capaz de desproteger mi equipo, herramienta de trabajo, para prestar una peli (que, por cierto, él ya se podía haber bajado o buscado alegremente), que soy capaz también de alargar la intimidad encerrada en un baño, de inventarme ciudades, de llorar mientras imprimo en casa ajenas. En silencio. Que llevaba también casi medio año, el día que empieza este relato, corriendo detrás de ideas, devorando ideas, por eso lloraba, porque no podía más, hasta casi me olvidé de los objetos que hay que ir ordenando una vez que cambias de piso y de ciudad para que todo vuelva a tener cara de “cotidiano”, me estaba olvidando de las cosas, porque toda la energía parecía estar ahí, en la cabeza, latiendo. De hecho, fui también capaz, después de que el troyano colapsara mi ordenador, de pedirle a R. la película en cuestión porque sabía que él la tenía en uno de esos estuchitos de la fnac, y se vino a casa a prestármela y la volvimos a ver y recuerdo que el pretexto del préstamo sirvió perfecto para que viniera a casa, para que volviéramos a ver juntos la peli. Recuerdo que la música era impactante, te lo dije antes, ¿no?, la sintonía del menú del dvd se quedó en loop y producía melancolía, más aún que la que producía nuestro reencuentro. Y nos empezamos a besar en la clásica escena de convivencia remasterizada, pero con pasión infinita de golpe por lo lejano ya de nuestro último encuentro. Follar así, sin solución de continuidad pero con amor retroactivo, muy intenso todo, vamos, pero extraño. Yo que sé. Como una pinza de tiempo. Recuerdo que él me besó sobre las medias, es decir, a través de las medias y las bragas, en una escena o una actitud que me recordó a una ofrenda, un poco al límite del desquicie, pero aún bonita. Luego, sentados en la cama, yo miraba a un espejo que había en la habitación y veía la escena embebida, ahí, en el espejo. Y estábamos lejanos pero presentes. En primera fila de la propia situación. Eso. Y aquí se acaba el inciso. Continúo// Cuando llegué a Madrid el piso estaba vacío y me gustó, me acordé de esa foto mítica del imaginario californiano en la que se ve a Steve Jobs sentado en el suelo en un piso medio vacío, con casi cero cosas aparte de la cama, que está también sobre el suelo. (Y ahora está muerto, qué raro) A veces te agarras a cualquier imagen barata. O cara. En el sentido de querida. Objetos caros. A los dos días llegaron dos tipos en furgoneta desde un guardamuebles sevillano (500€ el porte) sudando y cagándose en las escaleras de mi piso (4º sin ascensor), cuya pendiente aumenta a medida que vas ascendiendo, descargando en viajes sucesivos mis (pocas) cosas. Era muy temprano y era julio (mediados, o así). Hacía calor. Insistí para que se ducharan si querían antes de emprender la vuelta, aunque sabía que sonaba un poco raro. No aceptaron y se fueron sudorosos y derrengados, informándome de que pararían a ducharse en una estación de servicio. Me pareció una imagen triste pero comprendí su afán de intimidad, aunque fuese al abrigo de un tan no-lugar como un bar de carretera. Cuando vives moviéndote mucho, los lugares de paso se convierten en refugios. En sitios de irresponsabilidad, donde tienes permiso para recomponerte o para no hacer, para jugar. Lugares de extrema libertad, aunque estéril. (¿Ves? Ya vuelven las ideas). Son lugares de vacío, rincones muertos. Tan necesarios como el mismísimo silencio. Pasa en los trenes, en los autobuses, en los aeropuertos. Los baños de los aeropuertos son interesantes porque siempre hay en el aire UNA COSA, mientras te miras al espejo, casi te preparas para eso, para ESA promesa de llegada inminente porque eso significa que hay ALGUIEN que espera. Un manifiesto del reconocimiento. Alguien que dice: “¿Ya has vuelto?”. Y cuando no viajas tanto puede que acabes echando de menos que alguien te recuerde tan a menudo lo importante que es constatar que ESTAMOS aquí. Yo que sé, cosas que se piensan. Vuelvo a los objetos, a la ofi,  las impresoras muertas, sin tóner, enrolladas en sus propios cables, a la casa sin barrer. Hay necesidades emocionales por las que soy capaz de ir corriendo a donde sea a por la máquina necesaria. Por ejemplo, la música. Escucharla. O las películas. Hasta el teléfono, a veces. Y ahora, hoy, todavía, cuando tengo que hacer muchas impresiones, voy a casa de mis padres.// Uno de los artículos que imprimí ese día, mientras lloraba, el día en que empieza este texto, era un artículo de John Gardner, que es así como una especie de teórico gurú de la escritura creativa y dice, cito de memoria, que para escribir relatos breves hay que desarrollar un oído parecido al que hace falta para escribir poesía. Yo no sé si hace falta oído, sí existe siquiera el oído. Existe el ritmo, eso sí lo veo. Y los buenos diálogos. ¿Tú sabes algo de esto? Por ejemplo, yo a veces escribo poemas. Escribí uno que se llamaba From lost to the love y hablaba de la guerra inminente, del amor, trataba de representar con palabras y ritmo la gramática de los clips de kararoke, obvia y cursi pero al mismo tiempo escurridiza y por eso interesante. Descentrada de lo importante. Súper absurdo, vamos. Y se preguntaba el poema que qué haremos con toda nuestra sensibilidad cuándo el techo se nos termine por desmoronar en mitad de las habitaciones. Y así. Solemne.// Ah, ¿sabes?,  el idiota de mi profe, después de haberme jodido el emule el equipo, de haberla cagado otra vez enrollándome con R., va y me dice que la peli de Wenders le parece floja, que la recordaba mejor. Me lo dijo en un mail. La letra impresa, las películas, el virus. La necesidad de imprimir, las ideas. Las cosas.

…una historia para la sra­_ramsey (editora)

10.03.2012

la remezcla es un momento de la creación (y viceversa)

por silvink

Esta es lo que leí (sí, leí, qué pasa?) ayer en la segunda mesa de las Jornadas Cuando la ficción estalla en el espacio social, caldeadas durante tres días consecutivos a golpe de calentador asesino por Elena Cabrera y Carolina León en E35, la sede del Traficantes de Sueños. Estas dos jefas llevan ya más de 100 ediciones de su espacio ¿Quieres hacer el favor de leer esto, por favor?, un programa de radio y literatura que se emite en directo y por streaming en Radio Carcoma todos los lunes y cuyo archivo de podcast puede escucharse aquí.

En esta segunda mesa tratamos de pensar a martillazos en torno a las fuentes de la creación, el concepto de autor, la remezcla, la autoría colectiva o difusa y los puentes creativos. Y acabamos cuestionando el concepto de obra, de «lo literario» y hasta la supuesta crisis de la industria editorial.

Carolina y Elena nos lanzaron hace unas semanas la siguiente pregunta a Eva Fernández, autora de Inmediatamente después (Caballo de Troya) e integrante de Cine sin Autor, a Iván de los Ríos, autor de uno de los textos de Los Soprano forever (Errata Naturae) y a mí:

¿Quién es la dueña de la literatura?
Literatura ¿quién te hizo? Remezcla es una palabra que nos sabe bien. Y todos sus hijos: reutilización, reapropiación, deriva, reescritura, versión, bastardismo. Mixtura. Gazpachos. Potajes. Desustanciación. Hijas y nietas. Creación colectiva. Experiencias sin autor. Difuminar la autoría. Homenajear a la autoría. ¿Literatura como iluminación divina? Bueno, remezclar a Dios. Sí o no.

Y esto es la respuesta que escribí y leí. Que al final es lo que me gusta.

1.- ¿QUIÉN ES LA DUEÑA DE LA LITERATURA?

 La literatura pertenece al que se la trabaja, es decir, a la persona que la lee. Eso por un lado. Pero por otro lado pertenece también al que reparte el libro, el que lo distribuye y lo comercializa. Así que podemos convenir, para empezar, la existencia de dos dueñas, dos polos antagónicos que generan mucha tensión. Dueña 1.- Lectoras y lectores, que de un tiempo a esta parte, con las posibilidades de acceso a devorar y generar contenidos que propicia Internet, han pasado de estar en un extremo pasivo de la cadena a estar en el centro de un nuevo tablero de juego. Y Dueña 2.- Los canales de distribución, que, debido a estas nuevas normas, están en plena crisis de intermediación tal y como la conocíamos y mediados siempre por un mercado, que, como llegamos ayer a la conclusión, es lo mismo que decir la crítica o el canon. Por lo tanto, tenemos dos dueñas y las dos, además, están en crisis: una por una posible toma de poder (la lectora) y otra por una pérdida de hegemonía (la industria).

2.- TODA ESCRITURA ES UNA REESCRITURA

Todo trabajo creativo viene de otro previo disfrutado, admirado, amado. Estoy inmersa en un proceso de reflexión colectiva, las Residencias #copylove del 14 Festival Zemos98, donde estamos investigando sobre los afectos y el trabajo reproductivo como motor y eje central de todo proyecto de producción comunitaria. Y escribir, para mí, es un acto colectivo. Escribes desde un cruce entre estímulos externos y fuerzas históricas. Y desde el amor. Como dice Nina Paley: sólo copias a quien amas, a quien admiras. Ergo reescribir es un acto de amor.

 3.- PLAGIO VS RECREACIÓN

El plagio implica una réplica estática donde no se aporta nada o donde sólo se sustrae algo de lo creado para ponerlo al servicio de un beneficio individual. La reescritura consiste en utilizar consciente, explícitamente y con unas normas de fair play el trabajo de otras personas o de un archivo común para usarlo como palanca de tu creación. Y decirlo. El plagio conlleva secretismo, la reescritura es un pacto abierto. Vendría a ser como una relación abierta que tratase de ser justa (aún cagándola continuamente) frente al adulterio soterrado de un matrimonio burgués que intenta guardar las apariencias a través de la depredación creativa, la fagocitación, etc.

 4.- ENSÉÑAME CÓMO FUNCIONA

 Me crié rodeada de máquinas destripadas. Mi abuelo construía radios y mi  padre arreglaba televisores y magnetoscopios. Yo quiero pensar que construyo historias y libros. Y tengo la necesidad de destripar los libros de otros, de los que aprendo, de ver cómo están hechos. Me gustaría que todos los libros que me gustan se pudieran desarmar y tuvieran su código abierto: de dónde vienen, en quiénes o qué otros libros se inspiraron, qué ideas, canciones, frases escuchadas dónde y a quién, qué imágenes vistas, escenas de series, sueños espiados o citas continuas han acabado por convertirse en ficción. También me gustaría que, con el acuerdo tácito de los autores, se pudieran usar libremente esos componentes, como hacían mi abuelo y mi padre: cambiaban piezas de una máquina a otra para que siguieran funcionando.

5.- PROCOMUNAR LA FICCIÓN

 En ese sentido y en la línea de investigación que hemos abierto en las residencias #copylove,  donde estamos pensando, entre otras cosas, cómo y en qué términos se podrían procomunar determinadas cosas o bienes: yo propondría un banco abierto de ficción (que para mi es un bien común), donde todos los autores destripen sus libros, sus técnicas, sus trucos, sus obsesiones, sus temas, sus estructuras, sus motivos, sus homenajes, no como un acto de onanismo sino como un acto de voluntaria difuminación del ego artístico. Un banco iterativo de historias libres al que poder recurrir como punto de partida y desde las que poder reescribir, recrear y volver a inventar para volver a invertir. Siempre ganaría la banca, es decir, la ficción.

Y 6.- ¿CUÁNDO SE COME AQUÍ?

Por una vez no me meteré en el tema licencias abiertas (que despierta los más airados posicionamientos, he visto cómo son llamados desde comunistas a neoliberales a aquellos que andan/andamos intentando probar con ellas) ni cómo se remuneraría a la autora dentro de este nuevo marco de cosas o quién está en una situación de privilegio o de poder, incluso fuera del mainstream, para hacer escuchar o no su remezcla o creación. Sólo creo que debería haber maneras posibles de reinventar la circulación del valor y del dinero y que quizá tengamos la opción de rehacer también la cadena y el imaginario de la creación literaria. Aceptar las reglas de juego vigentes como un fenómeno meteorológico sólo consigue que reproduzcamos las normas actuales de producción creativa, distribución y comercialización de los libros y la cultura escrita. Pongamos a las personas que leen en el centro y adueñémonos también de la literatura. Ea.

Salieron ideas potentes de la charla posterior y preguntas cargadas de #estallido como ¿Es posible escribir fuera del mercado? Hubo polémica en torno a la idea de amor.  Fueron citados Barthes, Borges y Colectivo Todoazen. Hablamos de limitaciones, contenedores, élites, 15M, literatura como acto de comunicación…

Jessica Romero compartió referencias de la lista #bookcamping montada específicamente para la mesa, mientras Kamen Nedev y María Castelló asentían ante la idea del posible paraíso imperfecto del #copylove…

Vamos, que la cosa estuvo muy bien. ¡Eh! Sin autocomplacencia…

 


05.03.2012

basura de orán es azul

por silvink

Lo primero que pienso al abrir el sobre es que podría ser mía. Luego pienso en mi abuela, pienso en Camus, pienso en miedo (noticias, CNN, mujeres degolladas), pienso en el Mediterráneo y en el deseo de estar allí. Pienso en el segundo tomo de la trilogía Rosalie Blum y en las escenas (viñetas) en que el protagonista roba y recompone la basura de Rosalie para tratar de saber algo más sobre ella..

Hay un billete de transporte público (precio:15 dirhams), una maquinilla gillette desechable, una tableta vacía de paracetamol, 1 botella de agua pequeña, 1 CD de Chaba Kheila (¿?), 1 envoltorio de sándwich y lo que parece ser la etiqueta de una cerveza local (lager).

El sobre tiene también un remite-poema y unas instrucciones.

Querida Silvia,

Esta  basura ha sido encontrada en orán (Argelia). Es un regalo.

A lo mejor te apetece escribir un pequeño texto/historia/poesía/reflexión a partir de estos desechos cotidianos.

Si te animas, mándanos el texto, en el formato que quieras, a la siguiente dirección:

—–

Sería emocionante.

Muchas gracias.

basura y amor

B.

PD.- También puedes enviarnos de regalo adjunta tu basura (opcional).

A media mañana. Trabajando. Viene la cartera, que siempre es la misma y que entrega invariablemente giros, avisos de hacienda y certificados. Nunca son para mí, de momento. Llevo poco aquí, en esta oficina donde hasta hace un tiempo y durante años estuvo la asociación o empresa o cooperativa de A. (nunca supe que forma legal tenía o tiene). Pero hoy me trae una carta. A mí. Certificada. La letra y los sellos exóticos me hacen temblar. Llevo semanas esperando un envío especial. Firmo en garabato sobre la casilla del formulario de correos. Se me olvida el segundo apellido.

Abro la carta sobre el microondas donde seguramente A. se calentó muchos cafés o colacaos antes que yo. Oh. No es la carta que esperaba. Decepción.

A. y yo somos primos. Compartimos forma de cejas y 2 abuelos que ya no están. Compartimos tíos, primos, tías y primas y buena parte de la infancia. Nos queremos mucho así que todo lo que tiene que ver con este texto está lleno de A.

Imagino que es su basura. Que ha sido él quien ha ido a hacer el viaje que yo nunca me he atrevido a hacer. De hecho, él ahora está en otro país, latitud opuesta, que empieza también por A. -como casi todo en esta historia-.

Imagino que A. está en Orán, buscando la huella de otra A. A. buscando a A. en O. (Esto empieza a parecer un jodido guión de Medem).

Y la historia que me invento (lo anterior eran los títulos de crédito, un prólogo, calentamiento) empieza así:

 

Basura de Orán es Azul

Hubo un día en que conseguí sacarle información a la abuela, quien nunca jamás había sido capaz de hablarme de la guerra. No llega casi a fragmento pero es una de las historias familiares más valiosas que conservo.

Estuvimos refugiadas en Orán, me contó. Entre 1938 y 1939. Nunca había visto personas negras, me dijo. ¿Serían negros o magrebíes? Y tuve miedo. Llegamos en barco desde el puerto más cercano a Perpignan (absurda travesía, pensé). Llevaba un bebé –nuestra tía N.- metida prácticamente entre la piel del escote y la ropa. Dormiamos en barracas.

Eso es todo lo que me contó. Un relato de Orán distorsionado por el miedo.

A., el último nieto de la abuela A., genera y deposita durante un par de noches, 72 años después, cierta basura  en la papelera de un hostal del centro de Orán. O de las afueras. Ha estado buscando sin éxito las barracas donde alojaron a la otra A., nuestra abuela. Antes de dejar el hotel llena el sobre y me lo envía.

La basura de Orán es azul, escribe en el remite.

La de mi memoria también, la nuestra, hecha de aes, de lugares compartidos  y de historias no contadas. Silencio por miedo, por exceso de emoción, por olvido, por descuido, por falta de necesidad, por creer que nunca habría otra oreja dispuesta a escuchar.

La historia de A. La basura de A.

Mi memoria. La de Orán. Es azul.

…….

Selecciono algo de basura de la papelera de la oficina. Trato de que sea personal. La basura puede ser lo más íntimo y a la vez lo más común que tenemos, como escribir, que también es detritus, un excedente vital. Mezclamos nuestra basura, nos exponemos y volvemos a empezar. Contamos historias.

Acomodo la mía en el interior de otro sobre, la selecciono y la comparto. Como estas palabras.

La basura de Madrid no es azul, pongo en el remite. Lo franqueo y lo envío.

Tiro la basura de Orán a la papelera de la oficina. Y volvemos a empezar.

27.02.2012

1989

por silvink

Pues que me publican el próximo mes de abril este relato en la revista Sibila.

Y antes lo quería abrir aquí. Como un melón, para que lo probemos.

Y si creeis que podría estar más rico, avanti, comentad.

Un consejo de redacción en abierto… Vale comentar, sugerir, re-escribir y sabotear.

1989.odt

17.02.2012

mash up lecturas enero

por silvink

American Psycho (Bret Easton Ellis)+El cielo protector (Paul Bowles)+Testo Yonqui (Beatriz Preciado)+El deseo según Gilles Deleuze (Maite Larrauri)+107 páginas de Por el camino de Swann (Marcel Proust)

Imaginad a Patrick Bateman en el desierto. 50 años después que Paul y Jane Bowles hubieran huido de la misma 55th St. para iniciar su periplo de escritores exiliados desde la vulgaridad norteamericana hasta el misterio del Sahara.

Sólo puedo imaginarme a Pat Bateman tratando de subir a la duna más alta con sus zapatos italianos relucientes a pesar de la arena, pensando en despedazar con la precisión de un forense a las tres hermanas de la leyenda Té en el Sahara.

Pero después me imagino a Jane Bowles disfrazada de niño bereber seduciendo a Bateman y vengándose de todos sus miedos con él. Encerrándolo en una cobacha de techos bajos en la aldeucha del Sâb, privándole de toda comodidad, haciéndole enfurecer, tratando a Pat Bateman como lo que es, un niñato sumiso que sólo ha llegado hasta el desierto para chupar las babuchas de Jane. Jane paga las facturas, le enciende los cigarrillos, le ofrece tabaco pero jamás le compra un paquete, consigue que el deseo de fumar de Bateman dependa del deseo de fumar de Jane. Jamás responde a sus preguntas directas. Consigue que Pat acabe suplicando que Jane lo sodomice con su dildo prototipo de cuero trenzado africano. Y así. También comparten la crema hidratante.

Después, Jane se hace la indiferente mientras lo pasea por la casbah haciendo valer todo su saber inútil de intelectual que se cree muy importante, ignorado deliberadamente a Pat. Poniendo en juego su desprogramación de código genérico, dispondrá de todos los orificios de Bateman como le dé la gana. No se inmutará ante la irritación de Bateman y moverá la cabeza asintiendo, mientras mira para otro lado y dice: “Sí, sí, sigue, que sí que te estoy escuchando”. Lo tendrá bien a sus pies.

Me imagino también a Jane Bowles saliendo entonces del Sahara, dejando a Bateman con la palabra en la boca. Llegando a Málaga y tratando de desvivirse, no por nadie, sino en general. Tratando de ser una cualquiera, de borrarse “con” el mundo, pintando las paredes de rosa, como la Pantera. Acaba de cumplir 37 años y tal y como lee en el cómic de Alison Bedchel, Fun Home, que alguien le regala en la cena de celebración: “Una sabe que ha alcanzado la madurez cuando comprende que ya no leerá En busca del Tiempo Perdido”. Como entre sus obsesiones está la de parar el tiempo, Jane emprende el proyecto personal al que llama “Leerse el puto tocho de Proust”. Decide leerlo en castellano. Compra el primer tomo, Por el camino de Swann, edición de Alianza, traducción de Pedro Salinas, un poeta al que admira.

Al llegar a la página 107 vuelve a empezar, ya que ha comprendido de golpe dos cosas: 1.- Leer En busca del tiempo perdido genera cosas insólitas. No es sólo lectura. Es algo casi más fuerte que la vida. (Exageración) 2.- Proust pone en evidencia todos los tópicos acerca de la insidiosa definición “Literatura Femenina o de Mujeres”: escribe minuciosamente sobre lo doméstico, morosamente, cursi, se reboza en el detalle, difumina las fronteras entre tiempo y espacio y pone siempre en primer plano lo emocional frente a la épica (Inexistente).

O Marcel era una mujer o algo falla en la categorízación.

En la página 211 de la segunda vuelta, Jane conoce a Virginie, de la que se enamora. Gran historia de amor. Años después, escapándose de su asilo psiquiátrico malagueño y en una separación de las muchas que vive con Despentes, Jane volverá a Nueva York, llegará a una de las fiestas del garito favorito de Bateman, el Nells. Desconcertada, vestida con una bata fresca que le proporcionaron en el psiquiátrico con el logo verde desvaído de la Junta de Andalucía sobreimpreso en la pechera. Alucinando, esnifando coca en los servicios, vistiendo de Martin Marguiela, con el rastro de su última víctima en la ropa. Así encuentra a Bateman, quien meterá a Jane en un taxi y la llevará a casa.

Al llegar al apartamento de Bateman, Jane, mirando el teléfono, le hará una mamada a larga distancia pensando en Virginie. Mientras Bateman finge el orgasmo, Jane se volatiliza y desaparece atravesando el tendido de fibra óptica que cruza subterráneamente el Atlántico Norte hasta personarse en el distrito XIV, barrio de Belleville, ciudad de París.

 

El desierto es enorme, pero en él nada se pierde. Las cosas aparecen a veces meses más tarde.

Lo mismo pasa en la memoria. Y en la imaginación. Que es la misma cosa.

 

 

Algunos Fragmentos de la Pasta Base

 

“Miró la luna, todavía muy pequeña, pero ya mucho más crecida que la víspera. Y se estremeció un poco, con su bolso sobre el pecho. Le dio un placer momentáneo pensar en ese pequeño mundo oscuro, el bolso con su olor a cuero y a cosméticos, que se interponía entre el aire hostil y su cuerpo. En él nada había cambiado; los mismos objetos se entrechocaban en el mismo caos limitado, y los mismos nombres seguían  representando las mismas cosas. Mark Cross, Caron, Helena Rubinstein. “Helena Rubinstein”, dijo en voz alta, y eso la hizo sonreír”.[1]

 

“Pesas libres y trabajo con el Nautilus me quitan la tensión. Mi cuerpo responde adecuadamente al ejercicio físico. Sin camisa, estudio atentamente mi reflejo en el espejo de encima de los lavabos del vestuario de Xclusive. Los músculos del brazo me arden; tengo el estómago lo más tenso posible; mi pecho es de acero; los pectorales, de duro granito; los ojos, blancos como el hielo. En mi taquilla del vestuario de Xclusive guardo tres vaginas que recientemente les rebané a varias mujeres a las que ataqué la semana pasada. Dos están lavadas y una no. Hay una horquilla sujeta a una de ellas; una cinta azul de Hermès atada alrededor de mi favorita[2]”.

 

“El resultado de una aplicación colectiva por parte de las biomujeres de estos ejercicios podría tomar la apariencia de una huelga de género, algo que conduciría progresivamente a una reprogramación total del orden social. Se trata de dejar de hacer aquello que tu género prescribe, de abandonar, por ejemplo, los espacios de victimización, del cuidado, de la dulzura, de la seducción, de la disponibilidad, de la escucha, para los que las biomujeres hemos sido farmacopornográficamente programadas desde la infancia[3].”

 


[1] El cielo protector, Alfaguara, Madrid, 1993.

Publicado por primera vez en 1949.

 

[2] American Pshyco, Bret Easton Ellis, Anagrama, Barcelona, 1991.

 

[3] Testo Yonqui, Beatriz Preciado, Espasa, Madrid, 2008.


07.02.2012

lo mejor de grecia

por silvink

Lo mejor de Grecia era que todo el mundo andaba aún fumando en lugares públicos y de trabajo. En nuestro país acababa de entrar la prohibición. El 1 de Enero. Por eso sé que estábamos en 2006.  He tenido que consultar las fuentes de las prohibiciones sucesivas. Últimamente la década de los cero, de los diez o como quiera que se vaya a nombrar finalmente la época que va de 2000 a 2010, se me dobla como una crepe de sucesos que, plegados sobre sí mismos, no me deja distinguir muy bien los años. Creo que es la velocidad. Y los ceros. Y la edad. Dispersión. La memoria está más llena, las cosas entran ahora a empujones y sólo se quedan algunas, y no necesariamente las más relevantes. Como si a los hechos les costara más dejar algún tipo de huella.

Que lo mejor de Grecia era que muchísima gente fumaba en lugares públicos, es posible. En una de las salas de embarque del aeropuerto de Heraklion, capital de Creta, donde estuvimos casi 12 horas esperando a que cediera el meltemi (todas las islas tienen vientos caprichosos vinculados con sus posibilidades de romper el aislamiento). Los aviones se meneaban en la pista, tan bestia como era el meltemi. Y la gente fumaba al otro lado de las vidrieras gigantes, esperando. Hasta yo fumaba.

Al llegar a Micenas entramos a una farmacia. Tú tenías la nariz quemada, de tanto como andábamos. Sé que tampoco es posible, pero en la memoria tengo la impresión de que nos recorrimos toda la isla de Creta andando. Pero no, eran  nuestros dedos bordeando el litoral sobre el mapa. No parábamos de andar. En braille. Era el principio de la primavera. Temporada baja en un país turístico. Ese sí que fue un buen no-lugar para caminar sin cesar. Y quererse.

El farmacéutico de Micenas fumaba detrás del mostrador. Mientras nos envolvía con parsimonia la cajita de la crema, la ceniza se acumulaba en el brazo de grúa que el cigarro formaba sobre su comisura. Nosotros, perplejos, esperamos a salir para sentarnos en el bordillo de la acera a partirnos de risa y untarnos con crema la piel quemada. Primero yo a ti. Luego tú a mí. Fue refrescante.

¿Lo mejor de Grecia era que la gente fumaba en lugares públicos y espacios de trabajo, incluso en las farmacias? Puede que sí. Pero no. Lo mejor de Grecia es que aún nos queríamos. Y teníamos “medios”. Creíamos tener la prosperidad al alcance de la mano, rodeándonos, dando la misma sombra que todos esos emparrados milenarios. Hasta los griegos lo creían.

Era la época del mucho. 2006.

Lo sé por la prohibición. Un año antes de 2007.

2007. En agosto nació Carmela, en septiembre salió Público y ese mismo verano lo habíamos pasado cantando, proféticamente aunque sin saberlo, El miedo que tengo (cómo no tenerlo) a gritos en la piscina de los padres de algún amigo. Esos son los hitos que me ayudan a distinguir 2007 de otros años. También, cómo no, la ruptura.

2007. El año que cortó la crepe del tiempo y abrió nuestra realidad en canal mostrándonos la falta de relleno, como diciéndonos: “¡Despertad! ¡Se acabó el meltemi! ¡Salgan de la isla ordenadamente! Dispérsense. Busquen la riqueza en otra parte”.

Lo mejor de Grecia era que sentíamos estar del lado de la abundancia. Del querernos mucho. Lo de “por encima de sus posibilidades” está de más. La culpa no es nuestra. O sí. Hoy Carmela tiene 4 años, Público está por desaparecer, los Astrud ya no tocan más y tú y yo hace ya meses que no hablamos.

El tiempo. ¿Quién deja de querer antes? ¿Eso se contagia? ¿Cómo saber que se ha olvidado del todo? Lo mejor de Grecia es que creímos durante un período que todo lo nuestro era tan resistente e inmortal como la mejor de las bacterias. Y resultó ser que no.

01.01.2012

¿quién pudiera tomarse un té con la condesa von Armin?

por silvink

Difícilmente. Murió en 1941, hace ahora exactamente 70 años. Pero tenemos, a partir de hoy, sus obras liberadas al servicio de la humanidad.

Bendito té helado del fin de los derechos de autor.

De haber nacido en Celtiberia, hubiéramos debido esperar diez años más para poder experimentar libremente con el rooibos australiano de la condesa. Como nació en Sydney, se recrió en Inglaterra, deambuló por Francia y murió en Estados Unidos, esta escritora, prima de la neozelandesa Katherine Mansfield, de nacionalidad británica, pasa desde hoy al Dominio Público para uso y disfrute de quien quiera jugar con su obra. Podemos disponer libremente de ella sin negociar con agencias internacionales de gestión de derechos ni herederos universales.

Yo propongo un juego, para ser más concreta e incitar a la acción directa. Partamos de su trabajo autobiográfico Todos los perros de mi vida. En este libro, von Armin hace un repaso de su existencia a través de los 14 perros que la han amado y a los que amó. La autora dice en la introducción:

 Para empezar, les diré que aun apreciando mucho a mis padres, mis maridos, mis hijos, mis amantes y mis amigos, ninguno de ellos es capaz de ofrecer el amor con que te obsequia un perro. Como yo también he sido madre, hija, esposa, amante y amiga, sé muy bien cuán tornadizos  son los amores humanos. Los perros, en cambio, están libres de esos vaivenes del sentimiento. Cuando un perro te ama, eso es para siempre, hasta su último ladrido.

Así es como me gusta ser amada, y por eso hablaré de perros.

En este libro autobiográfico se utiliza el correlato Perros para repasar la propia vida. Cada capítulo se titula con el nombre propio de la bestia en cuestión y se acompaña de una foto del chucho (nótese de refilón mi poca adhesión a la raza canina).

Ese podría ser el código del libro, la estructura sobre la que la autora construye las memorias. Ahora que lo hemos abierto y lo tenemos liberado, yo os lanzó la pregunta: ¿a través de qué serie de cosas, bestias, vegetales, gadgets, objetos, personas o actividades que ha marcado una constante en vuestra vida contaríais la vuestra como hace von Armin con sus perros?

En un alarde de originalidad brutal y en un auto-guiño postfeminista, a mí se me ha ocurrido contar, de golpe, mi vida a través de esas mujeres potentes y/o jodidas (leáse jodidas como sinónimo de incómodas, violentas, indóciles) que han cambiado la mía para siempre. ¿Se titulará Todas las perras de mi vida?

En esta serie autobiográfica estarían abuela A., madre, tías M., C. y N., mi amiga Ana, mi amiga Chiqui, Gema, Marta G., mi prima E., Luisa, Nonita, Daniela, Raquel, Lupe, Josefina, Bea, Fernanda, Belén B., Belén M., Irene G., Pepa, Eva, Marta R., Anne, Nuria, Sofía, Jessica, Elena, Carolina, Elisa, Nina, María, Lola, Raquel, Rocío, Jelen.

Me paro. Cuento. Recuento. Son 35.

35 Perras. No está mal. Tengo que pedirles fotos y empezar a exprimirme el me acuerdo.

Y contar mi vida a través de mis encuentros con estas mujeres notables. No parece mala tarea para este 2012.

Ya lo tengo, mejor lo titularé A la sombra de las perras en flor.

 

Y vosotras, ¿a través de qué recuento, enumeración o serie de ítems que se repiten en vuestra vida, contaríais la vuestra?

Sólo se trata de sustituir el sustantivos perros del titulo de Von Armin y lanzarse a escribir.

Todos los ____________ de mi vida

Queda abierta la ronda. A la salud de Elizabeth, la condesa.

Brindemos por ella con nuestras tazas humeantes…

 

Esta es mi contribución a la celebración del día del Dominio Público en la
blogosfera de ZEMOS98, hemos querido programar un post porque hoy, 1 de
enero, entran al Dominio Público en España la obra de multitud de
autores y autoras de diversos tipos. Con estos post colectivos hacemos
nuestra pequeña fiesta particular al mismo tiempo que reivindicamos el
acceso a la cultura como derecho fundamental.

25.12.2011

familia=entropía

por silvink

Hay una bola de cristalitos, de esas llamadas “bolas de discoteca”, colgada del techo. Hay una mesa baja, pensando en los niños. Cajas de vino. Un andador en el vestíbulo. Hay una boa en un terrario en la habitación de J. que se llama Spike. Hay una tía con gripe que se quedó en la cama. Hay un bebé que llora. Hay costillas a la miel. Hay primos comiendo como si no hubiera mañana. Hay regalos en una habitación. Hay una foto de grupo que tardamos 16 minutos en hacer. Hay una pre adolescente aburrida en el plan de los niños. Hay alguien que se alisó el pelo especialmente para hoy. Una siesta furtiva en el piso de arriba. Una manta a los pies. Unos cubiertos de plástico plateados. “¿A qué no parecen de plástico?”. Hay alguien que se ocupa de hacer un fondo para ir a por más cervezas. Y de ir a por ellas. Hay alguien que sale a fumar al patio, sin jersey. Echa el humo hacia arriba, hacia el cielo, hacia el último piso del edificio.

Hay una montaña de cabezas de gambas en la basura. Platos  con  lonchas sueltas de lomo y salchichón. Zona ibéricos. Zona mazapán. Zona risas. Zona fumadores. Zona música para bailar. Un suelo de cemento. Hay un proyector que lanza fotos de 2007. 3 copas rotas (por la misma persona). Una bolsas de papel con velitas  dentro. Unas historias de cuando los tíos eran pequeños. Un exabrupto acerca del nuevo gobierno. Hay alguien con  prisa. Alguien enfadado con su pareja. Alguien desclasado. Alguien babeante después de comer. Alguien ocupado. Alguien inquieto, mensajeándose con el exterior por su móvil. Alguien muy borracho. Otra serie de fotos proyectadas sobre una pared. Unas luces verdes. Alguien con culpa por no saber disfrutar. Alguien que no sabe ayudar, otro que no sabe dejarse ayudar. Un gesto que llega, por fin. Un paseo por El Retiro para dormir al bebé. Alguien consciente de lo efímero de este momento. Un comentario, una crítica fuera de lugar. Hay trazas de odio. Madres que hacen cuentas en una esquina. Sumas y restas sobre el mantel de papel. Resentimientos. Un par de chistes machistas. Copazos a eso de las seis. La canción de todos los años. Desentonados. Entonadas. Brindis. Una bandeja con dulces. Hermanos que se parecen. Hermanas que no se parecen. Parejas que bailan. Niños que corren. Cuadros asimétricos. Cucharillas con ceniza. Corchos quemados, despedidas, voces: «Pues nada, otro año».

Cada uno aporta lo que tiene, lo que quiere, lo que sabe, lo que puede.

Y cada año todo esto se repite, más o menos en el mismo orden e intensidad pero nunca, nunca , exactamente igual. Y cada vez pasa más rápido. Y no sé cómo atraparlo.

 

 

Acerca de Entorno de Posibilidades
El blog Entorno de Posibilidades está hecho con Wordpress 4.8.12 para ZEMOS98.
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