Carolink Fingers
05.08.2008

José González // Fib 08: crónicas

por carolinkfingers


Es un hecho: éste es el año de los melancólicos, los adictos a la tristeza, las emociones dañinas y la angustia existencial. Llegar al Vodafone Fibclub a punto de comenzar el concierto de nuestro sueco favorito y hallar la carpa llena hasta los topes lo confirma. José llegó puntual, solo, abrazado a su guitarra, y se sentó al fondo del escenario, obligando a los fotógrafos a trepar a las tarimas. Él no quiere ser capturado, presumo, prefiere lanzar su andanada de sentimientos e intensidad desde lejos, porque se te acercas puede salpicar. Tocó, único en el escenario, con esa maestría que hace que suenen tres guitarras y un bajo donde sólo hay un instrumento, dedicándose a su primer álbum, «Veneer». Pasó con dulzura por «How Low» (ralentizándola), por «Down the Line» y «The Nest», temas de su último álbum, más oscuro en matices. Aplaudimos entusiasmados la llegada de «Heartbeats», cómo no. Durante un rato, se dejó acompañar por sus secuaces, solventes Yukimi Nagano y Erik Bodin en percusiones. Puso los vellos de punta con «Cycling Trivialities» -hipnótica, cargada de dobles sentidos- y se veía, si te fijabas bien, alguna que otra lagrimita entre los asistentes. Nos ha privado de algunos temazos y se ha despedido a la francesa, agradecido y sonriente, pero bien que ha hecho vibrar a todos nosotros, los adictos al pesar. Ay, José.

Mejor momento: «Teardrop», por esa forma que tiene González de hacer engordar la canción sólo con su guitarra.

// Publicado en Fiber Domingo 20 de julio. //

05.08.2008

The Marzipan Man // Fib 08: crónicas

por carolinkfingers


No en vano su último disco se llama «Stories». Jordi Herrera se las ha ingeniado como un verdadero trovador contemporáneo, secundado por una excelente banda de multi-instrumentistas, generando atmósferas de cuento. Si no te atrapaban sus canciones, lo haría la actitud de los músicos, generosos y cálidos, usando bombos, chelo, arpa, armónica, silbatos, crótalos y un sinfín de sonrisas. Con su propuesta personal, The Marzipan Man abrieron el Fiberfib.com afianzados en su show tan bonito como intenso. Había pocos valientes a esa hora en la carpa, pero esos pocos lo hemos pasado pipa. Y, a ver, ¿dónde estaba a esta hora Mr. Cohen?

// Publicado en Fiber Domingo 20 de julio. //

05.08.2008

José González: bardo del Norte o del Sur

por carolinkfingers


Está en nuestra naturaleza, canta el sueco de origen argentino. Estos ya no son los tiempos de Dylan y Baez, pero no dejan de emocionarnos la caricia de una guitarra acústica bien rasgada, una voz dolorosa en su nasalidad, y unos versos como puñaladas. Y éstos, los de este muchacho -que va ganando puntos para ser considerado un discípulo de Leonard Cohen, con dos discos como dos castillos- son auténticas puyas, cantadas con tal dulzura que se diría no ha roto un plato en su vida. “Algún día, estarás de rodillas sobre la mierda que sembraste”: ser fan de José tiene su puntito masoquista, sin duda. No es ésta una edición cuajada de francotiradores del alma, aunque podremos disfrutar de epígonos de la guitarra y la voz como El Hijo, caminando senderos más literarios, o de adalides de la canción flageladora como American Music Club, actuaciones que van a hacer las delicias de los fibers de corazón tierno. En el caso de González, la solidez y las -cada vez más hermosas- texturas de sus canciones son valores propios. Así que, junto al punchipunchi de la carpa de al lado, la voz de Joselito, en su camastro árido de guitarra y percusiones tropicales, nos erizará toda la piel.

//Publicado en Fiber Viernes 19 de julio. Artículo previo. Me gusta mucho cómo quedó en papel, aunque ninguno de mis textos de este FIB 2008 me parece nada excepcional. Todos los textos , este año, se tradujeron al inglés, y sé que se la sudaron con más de uno. ¡Esforzados traductores de Fiber, os saludo! //

04.08.2008

My Bloody Valentine // FIB 08: crónicas

por carolinkfingers


Querido diario: hace quince años que no te escribo. También hace quince años que un grupo, uno que transformó mi adolescencia, no subía a un escenario. Hoy, viernes 18 de julio, he cumplido con una de las asignaturas pendientes de esos años en que era demasiado joven para volar a Londres a ver conciertos; en que, encerrada en mi habitación, subía el volumen hasta ensordecerme con aquella desgarradora melodía («You Made Me Realise»). Hoy he regresado al pasado porque Kevin Shields, Colm O’Ciosoig, Belinda Butcher y Deb Googe se han inventado la máquina del tiempo, esta noche, en Benicàssim. Quizá es verdad que no se hablan, que toda esta reunión tiene algo de farsa. A ratos, mientras daba pie el concierto («Only Shallow» haciéndome temblar las rodillas), sentía que la química sorda de sus canciones no funcionaba tan bien como en aquel tiempo, y que probablemente el experimento fallaría. Pero -Kevin y Belinda sin hacer cruzar sus miradas ni una vez, como si sólo existieran sus pedales-, me tocaron «You Never Should», la infinita «Come In Alone», el latigazo caliente de «I Only Said», y comencé a perder mis reticencias. Kevin y los demás están algo más arrugados, pero tan solventes, tan entregados a la actuación, de esa forma estática e incomunicada que adorábamos tú y yo, que sentí que yo también podía. Entonces sonó «Soon»: no es sólo esa increíble capacidad de entonces para sacarnos de la realidad inmediata, es algo más. Y poco después nos aplastaron -mucho público nostálgico y mucho otro hambriento de intensidad- haciendo una sinfonía de distorsiones y acoples sin piedad alguna, desapasionados, tercos, por siete minutos largos*. Puede que, pasados estos quince años, tengan hijos e hipoteca -como yo-, puede que no se hayan acercado en un largo tiempo a sus instrumentos -¡incomprensible!-, puede que no les apetezca hacer nuevas canciones -¡qué dolor! Pero lo cierto es que My Bloody Valentine, los de ahora, aman la distorsión y se purifican mediante el ruido. Exactamente como yo.

//Publicado en Fiber Sábado 19 de julio.
* Después de publicado este periódico, alguien me certificó que fueron ¡catorce! minutos de sinfonía destructiva de tímpanos. Me parecieron pocos a mí.//

04.08.2008

Battles // FIB 08: crónicas

por carolinkfingers


Parece sencillo hacernos bailar en el FIB Heineken. Estamos hambrientos, excitados, prestos para el carnaval. Arribaron a las tres de la mañana, pero no podía haber más gente en el Vodafone FIB Club. Los neoyorquinos Battles acometen su repertorio con un generoso virtuosismo técnico, se comunican entre ellos calladitos, hilvanan las canciones una con otra al tiempo que improvisan –con una eficacia que causa alguna sospecha- y apenas se dirigen a nosotros. El patrón rítmico manda (“Race: Out”, “Tij” y “Tras”, festejados instrumentales para abrir el show), cargan las tintas en el excelente John Steiner (¡esos saltos para golpear el plato!), tararean sus mantras en un incomprensible idioma y excitan sólo con su química, la taquicardia del esfuerzo, el sudor. La consigna es bailar, así sea con las autorreferencias y esas síncopas extravagantes; no es música fácil, no es 2×2, están tan lejos de King Crimson como de Tortoise, pero utilizan un poquito de cada uno. No incitan a la pasión ni a la comunión de sentimiento, se quedan en ese otro lenguaje abstracto que, a base de bombo (ese sonido tan cercano al batir del corazón) hace aparecer lo más tribal. Intensos, sin emocionar. Instrumentistas locos, ebrios de pericia, deslumbrando sin conectar del todo. Pero bailar, bailamos.

Mejor momento: los primeros compases de su mejor canción, “Atlas”, con el aforo completo saltando.

//Publicado en FIBER Viernes 18 de julio. Esta crónica, como la anterior, estaría acompañada de una foto propia si no fuera por la pérdida de 1 Gb de fotos. Soy especialista. Para fotos, en todo caso, las hechas por mis compañeros y publicadas en el propio periódico. //

22.07.2008

Sigur Rós // Fib 08: crónicas

por carolinkfingers


Venir a Benicàssim es venir a «la fiesta». Pero, dijo alguien por ahí, quizá no haya nada más melancólico que una multitud puesta en la obligación de divertirse. La celebración de la extrañeza, del patetismo del deseo y el abismo de la tristeza es algo muy presente en un concierto de Sigur Rós. No sé cómo han de ser las fiestas en Islandia, pero las imagino teñidas de ese sentimiento de tragedia con el que se pone uno a comer y beber en un velorio. El grupo vistió diseños pseudo-circenses -Adam Ant en la retina, quizá The Cure de «Close to Me»-, el batería como Baco de mentirijilla y el pianista con bigotes de vanguardia parisina. El cuarteto, distante. Guardándose de soltar los trallazos en los minutos iniciales y haciendo uso de la paciencia del respetable. Jónsi no tiene las siete octavas de Mika, pero su impresionante esfuerzo por sostener la nota transporta al maravillado, ansioso público, recién estrenando el FIB Heineken, que quiere ese dolor escenificado como otra parte de «la fiesta». La preciosa «Svefn-G-Englar» (de Agaetis Birjun) abrió el ritual. Se desplegaron los paisajes helados pero, poco a poco, se fueron sumando actores: las muñecas de cajas de música para tocar cuerdas y percusiones, los botones de hotel -o bufones de cabaret- de la sección de vientos… Se perdió el hieratismo, se ganó en empatía y se alcanzaron agridulces estados de ánimolo pasamos bien, pero sentimos pena, pero lo estamos pasando tan bien-, en los momentos centrales; eso sucedía con (no podía ser otra) «Festival» o «Hafsol». Se les nota con ganas de abandonar los clichés de la tristeza, y dicen que parte de su último álbum fue grabado en México precisamente para eso. Anoche, en el Escenario Verde, no era precisamente una banda de mariachis lo que vimos; pero sí lo más parecido que un grupo deliciosamente feliz, seguro de sí mismo y valiente venido de Islandia puede dar de sí. ¡Que viva México!

Mejor momento: Catorce islandeses haciéndonos pasar lo más dulce de la fiesta con «Gobbledigook»

//Publicado en FIBER Viernes 18 de julio 2008. //

15.07.2008

Introducing… Horacio

por carolinkfingers

No, no es tiempo de flaquezas, no está el horno para meterle bollos calientes y, si le toca hacer la caja, va a ir a hacer la caja. En la caja no hay magia ni portales estroboscópicos ni aventuras de los sentidos. Marcar, marcar, marcar, pasar y marcar, y luego cobrar, sonrisa, buenos días, buenas tardes, qué sé yo. El mecanicismo saldrá al paso. Sobre la manzanilla, ahora, se eleva una sutil figurita de nácar y vellosidad de melocotón con el rostro de la doctora Ríos teñido del celeste de las cortinas, que él trata de atrapar, de sorber en el vacío, y el esfuerzo le hace subir de nuevo el vómito y tiene que correr hasta el baño. No tiene más remedio que caer, que sacudirse la intensa alucinación, despilfarrando bilis. Esa otra, esa estúpida ordinaria que no quiso cambiarle el turno, tendrá su merecido.

Trance, ahora, se llama Natalia Niega. Este personaje, o este monstruo, es Horacio Hiniesta.

10.07.2008

Trance

por carolinkfingers

Hoy es sábado y va a tener que faltar a su cita, porque la cajera suplente de la parturienta no podía cambiarle el turno y toda la discusión había sido muy fea y le había llevado al vómito aquella tarde, pero dos semanas atrás. El día ha llegado y se ha abierto la puerta de su desgracia, siente las piernas flaqueantes y el pelo está grasiento a pesar de que se lo lavó ayer mismo. Siente un malestar ambiguo dentro suyo y no quiere ni pensar que todo lo que tiempo atrás lo atormentaba va a volver a renacer dentro de él, como esas siniestras criaturas de aquella vieja película que rompían el pecho de sus huéspedes para salir airosas y sacar una foto de pasmo y estupor y continuar sembrando el pánico metraje adelante hasta que sólo una puerta mágica más poderosa se abría y lo dejaba salir al espacio exterior y despedazarse en el infinito silencio oscuro.


Para Trance, para Monstruos, en proceso.

06.07.2008

Transporte público

por carolinkfingers

Tenía diecisiete años. Leía, encaramada en el último asiento del autobús. Desde el pueblo hasta el instituto, cuarenta y cinco minutos por trayecto. Todos los días, pedía al conductor amablemente que apagase la radio. Éste la miraba por el rabillo del ojo y pisaba un poco el acelerador. Silenciosa, volvía al último rincón del autobús y seguía. Quizá era Tom Jones, La montaña mágica o El Capital. Podía ser Cicerón, o Chateubriand, o Mishima. En su cabeza rapada, se escribía: melancolía. Lo repasaba con rotring sin dejar de leer. Aquel día eran las Meditaciones de Descartes. Fue hasta el conductor para pedir lo de siempre, por favor. Él aceleró, como siempre, la curva se afiló de pronto. El autobús volcó cual perro pastor en la yerba fresca. Siete vueltas. Ella aún está leyendo allí arriba, en el último asiento. Al nuevo conductor no le gusta la radio. Afortunadamente.

30.06.2008

Cuatro preguntas

por carolinkfingers

A ver, niños.

¿Por qué tengo un número considerable de entradas en este blog absurdo, de nula llegada, de menores pretensiones, que ingresaron a él a través de búsquedas tan alarmantes, tan sospechosas, como «niño desnudo»?

¿Por qué alguien necesita realizar una búsqueda en cualquiera de los oráculos que consultamos, como si en ellos fuésemos a encontrar alguna verdad no alcanzable por los divinos métodos de la reflexión y el pensamiento inmanente, con las palabras «niño desnudo»?

¿Por qué a Satie le miraron con malos ojos y le cuchichearon a sus espaldas por titular sus fantásticas piezas Gymnopédies, término inventado tomado de dos raíces griegas, cuyo significado, para quien se atrevió a desentrañarlo, y la única manera medio coherente de traducir sería «niño desnudo»?

¿Por qué tengo que perder el tiempo en preguntarme estas cosas absurdas y por qué estamos tan enfermos que estoy pensando en cambiar el título a mi relato que se llama, en honor a Satie y sus Gymnopédies, «niño desnudo»?

Acerca de Carolink Fingers
El blog Carolink Fingers está hecho con Wordpress 4.8.12 para ZEMOS98.
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