La televisión es una mierda. Esto no es ninguna novedad. El periodismo está en crisis. Esto tampoco lo es. Lo que ocurre cuando unimos a estos dos fenómenos se lo pueden imaginar: bazofia gratuita. ¿Cuál es la responsabilidad de los medios? ¿Dónde empieza la responsabilidad del consumidor? ¿Cómo se lucha contra una multinacional?
El otro día leía en Diagonal un artículo fabuloso en la sección de Sesión de tele con la DRA. SCHMIDT titulado: «21 días sin parar de reír o la antropología ignorante”, en el que se ponía a caldo la serie de documentales 21 días de la televisión social por excelencia: Cuatro.
No puedo estar más de acuerdo con todo lo que destilan estos párrafos:
Resultado de la premisa de Samantha (el nombre de la reportera): un bonito ejercicio de TelePatraña, perdón, TeleRealidad, TeleVivencial, TeleGuay. Reporteros y Cuatro. Una ecuación escalofriante que da frutos tan jugosos como este.
¿El periodismo social? Ya me cuesta demasiado trabajo saber qué es el periodismo, pero si encima lo vamos adjetivando en función de las cuotas de pantalla que nos interesa copar, pues más. ¿Periodismo social? ¿Pero no debería ser siempre así? Digo yo que el periodismo es social o no es.
Lo peor sin duda de todo esto, a mi entender, es que hay mucha gente que identifica el periodismo comprometido con el “amarillismo elegante” que impregna programas como Callejeros (“ese programa de humor involuntario”) o 21 días. De hecho, en algunos círculos amistosos ha levantado sorpresas aseverar que ambos programas apestan.
Algunas de las claves por las que yo entiendo que dichos programas son una farsa (y un peligro) son:
Muestran al periodista como principal protagonista
Muestran los problemas desde lejos – ni se muestran las causas ni se desentraña el conflicto.
Delimitan lo que está bien de lo que está mal
Se recrean mitos, estereotipos y tópicos. Se identifica conflicto con marginalidad.
Y lo que más detesto, se disfrazan de objetividad (reproduciendo el falso mito que tanta facturas está pasando al periodismo hoy en día) por la mera razón de llevar la cámara al hombro. Como si ese programa no tuviera un guión (evidenciado por la machacona voz en off del reportero que nos va guiando fielmente hacia «la verdad»), una edición y unos objetivos empresariales marcados por Prisa.
Ella es como superseria. Habla con esa garra Cuatro que Jon Sistiaga enseña en su curso por entregas Cómo ser guay y parecerlo. Una mañana, Samantha se despertó con su pijama del womansecret y mientras picoteaba sus specialK pensó, como para sí: “¿Cómo reaccionaría una persona de a pie si fuera adicto, maltratado, sintecho, anoréxico, prostituta…?”. Mantiene las cejas muy subidas como diciendo: “Esto es serio”. Como conectarte al weblog de una antigua compañera pija de la facultad curtida en los resortes del melodrama y el sentimentalismo.
Cuando digo que el periodismo no tiene sentido si no es social, no estoy siendo (obviamente) literal. No me estoy refiriendo a las histoiras de «boy scout», o aquellas, que como los programas que criticaba más arriba, se distancian de los conflictos como si no existieran los lugares comunes. Tiene que ver más con lo que decía Wu Ming: «hay q ser honestos con nuestras propias historias». Cambia social por responsabilidad social y sabrás a lo que me refiero.
Esos reporteros obsesionados con eso que llaman “Personas de a pie” y “Gente de la Calle”. Su lema es dar voz a la gente de la calle. Pero, ¿qué es la calle? La calle es como la vida. ¿Dónde está? ¿Delante? ¿Detrás de nosotros? ¿Estamos dentro de ‘la calle’? ¿Unos están en ‘la calle’ y otros no? ¿Cómo va? ¿Será que Emilio Botín apenas pisa ‘la calle’? Bueno, pisa ‘sus calles’? ¿Va en papamóvil? ¿En andas? ¿En una especie de Eurostar subterráneo para ricos? Pues sí, la verdad es que sí. Pero las calles de las urbanizaciones acorazadas también son calles, digo yo.
Porque sí, el periodismo está en crisis, de acuerdo, pero no lo está porque las ventas del papel hayan bajado o porque el modelo de negocio de los digitales no encuentre la medida sostenible. Ni siquiera lo está por el intrusismo o porque los planes de estudio estén mal enfocados. El periodismo está en crisis porque reproduce letra a letra el sistema capitalista que lo ha convertido en lo que es hoy: cuna del saber popular y olimpo de los dioses. Todo lo demás no son más que gotas en un vaso.
Aquí os dejo el artículo completo del que os hablaba al principio. Espero que os despierte algo: www.diagonalperiodico.net
Y no hablemos de lo de la tribu…
El debate sobre el «periodismo performativo» y su espectacularización de la realidad es importante y necesario. Lamentablemente el tono del artículo de Diagonal es pueril y resabiado y llega a conclusiones establecidas de antemano.También contiene afirmaciones que sencillamente son incorrectas. Me quedo con el post de Sofia.
Por razones que muchos sabeis me cuesta tener un debate objetivo en torno a 21 Días, pero si tengo que partir una lanza al menos en un par de cosas: me parece que ni el programa sobre los Sin Hogar, ni el programa sobre la Anorexia, ni el programa sobre el Vacie, recreaban estereotipos y tópicos. Creo que intentar alejarse de esos es uno de los objetivos del programa, y creo que lo hacía evitando enseñar a homeless drogadictos, o desmintiendo que la anorexia sea un problema de adolescentes inseguras.
¿Que es entretenimiento? Por supuesto. Qué no lo es en los medios de masas?
muy bueno! yeah! yeah!
yo me quedo con el último comentario-pregunta de JL, «¿qué no es entretenimiento en los medios de masas?». Tal vez la mejor expresión para asumir de una vez un feliz «todo está perdido» y no me parece una gran pérdida, ya que más bien me me gusta leerlo como un pongamos la vista en otro lado. Ni siquiera tábula rasa, sino más bien tierra quemada. Eso, para mí, corrobora la idea que transmitía el único episodio de la psicodramaturgia de sobremesa interpretada por samantha que he visto, el de la anorexia. Puro entretenimiento. Reforzar los estereotipos se queda corto. No dudo de las buenas intenciones, pero probablemente las intenciones del medio ganan el pulso de largo. Sinceramente, quien partiera de la base que la anorexia es un problema de adolescentes inseguras, es que sólo ha leído sobre ella en cromos de chicles. Creo que, a día de hoy, el que quiere entretenerse con la anorexia, ve la tele, el que tenga cierto interés por ella, consulta otras fuentes.
Me parece estupendo darle el mérito de mediar bien el entretenimiento, bien visto, no es poco.
Qué bueno tu post, y además me siento parte de él a través de las conversaciones que hemos tenido tantas veces (ahora veo que juanlu cita precisamente una de ellas).
Estoy contigo en que el disfraz de la objetividad es lo más grave. Ese disfraz es una declaración de intenciones peligrosa, constituye el discurso del poder, del que tiene la razón, del que se mantiene dentro de unos valores, unas normas y una ideología presuntamente aceptados por la mayoría. Es la razón por las que surgen programas así, muestran a los «desviados», a las minorías, a los freaks, a los raros, a los que no están de acuerdo, a los andergraun, a los anti-todo, a los morosos, a los lisiados, los gordos, los canijos… a los que no representan lo correcto, lo adecuado… como los de «la tribu» que recuerda taburete, un programa nada etnocéntrico por cierto… todo verdad, vamos, verdad verdadera, como yoigo.
En el caso de callejeros, la objetividad se construye sobre todo por un tono que tenemos asumido como «informativo» con el ingrediente de la aparente transgresión del «a pie de calle». en 21 días, la objetividad se fundamenta en la propia experiencia de la presentadora, que tiene su verdad y no dudamos de sus intenciones, lo que pasa es que la vende como una verdad universal.
Luego, la moraleja siempre es la misma. De modo muy objetivo y siempre con una mirada a cámara muy seria te dicen: «¿quieres ser de los que ganan o de los que pierden?».
Si el entretenimiento es una herramienta de captación de audiencias, si las audiencias (y los votos) son necesarios por intereses económicos, si la economía determina los posicionamientos políticos porque no queda lugar para la responsabilidad social (no es muy buena para la rentabilidad económica), si eso es así, está claro que todo lo que vemos en los medios de masas es entretenimiento.
Por eso sólo estoy en «desacuerdo» con una cosa que dice Sofía: no creo que LA televisión sea una mierda; sino que ESTA televisión (de masas) es una mierda. Pero desde aquí (supongo que desde esas otras fuentes a las que se refiere mi tocayo) podríamos construir otra cosa, contar otras historias, apostar por la reflexividad y por la crítica, la revisión, el debate, la reflexión (todo muy cansado y poco rentable, claro). Este es un espacio por ocupar por aquellxs que siguen pensando, como tú, que el periodismo es social o no es. y supongo que, una vez más, no queda más que citar a ilich y decir aquello de que otra televisión es posible si pensamos en una cosa que no sea televisión.
r.
Que el «periodismo social» en Callejeros es inexistente es sabido por todos (en su web podemos leer: «¡No te pierdas nuestra recopilación de personajes de los reportajes de Callejeros!»). Que les haga ilusión currarse la imagen-marca del programa como los protagonistas de Lost es realmente gracioso.
Creerte que el mundo es lo que ellos te enseñan, o más aún, que ellos crean que son tan formidables que tienen la bondad de enseñarte lo que tú desde tu vida sosa no puedes ver es bastante pedante y condescendiente.
Desde que le dijeron «Hola guapaaa» a una yonki sin dientes, a la que por supuesto consiguieron que les regalase unas lágrimas, hay un antes y un después para mí.
En cuanto a 21 días, solo he visto el reportaje de la anorexia para trabajar un personaje de clase y la verdad es que me sirvió de poco. Yo no sé cómo se hace bien, pero no me interesa ver a la presentadora grabándose a diario después de tomarse un té al día durante casi un mes, sabiendo que cuando toda esa pesadilla termine todo volverá a ser como siempre. Eso de objetividad tiene poco y lo social para a ser frívolo (al menos en el resultado, y es una pena porque yo tampoco dudo de sus intenciones). Parece el argumento de alguna película americana… «Princesa por sorpresa!», solo que aquí se admira a la princesa por pasar ciertas penurias…
Nosotros somos sociales, seamos comprometidos.
Gracias Sofitina.
Coloco un link, este blog es bueno de verdad.
¿Cómo haces para pensar?
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Apauso final
yeah! Hacía falta dejarlo así de claro!