Hola abuela,
Sí, ya ha terminado el último festival zemos. Uff la cosa ha cambiado mucho, ya no hay que recoger cintas, pero ya hemos dicho que no seguimos haciendo el festival y quería contártelo, a mi forma. Ya sé que no vas a leer esto pero el canario, Felipe, dio una idea para el discurso final del festival en el Teatro Alameda: «por qué no le escribes una carta a tu abuela y le cuentas los motivos del cierre del festival». Y la conversación no pudo seguir. Ni Sofía, ni Felipe, ni yo pudimos hablar durante un rato, Sofía se medio indignó «Felipe cómo puedes hacer esa propuesta!» y Felipe se disculpó. A mi se me nubló la vista, la idea me gustó, pero pensé que en la clausura no era el momento. Que el momento y el lugar era aquí. Pudiendo darle a ‘Guardar borrador’ para secarme las lágrimas.
Siempre me acordaré de que cuando aceptaste que nos íbamos a dedicar a esto, y no a ser abogado o a ser médico, me dijiste dos cosas «que no fuera periodista de esos que persiguen a la pantoja» y que ganara muchos premios. Yo te hablé de la creación colectiva, que yo no estaba solo, pero llegamos al acuerdo que si ganaba un Goya algún día te lo dedicaría. No hemos llegado al Goya aún, y tengo que decirte que tampoco es que lo estemos intentando, en cualquier caso si llegamos no se me va a olvidar.
Claro que esto del Goya te lo cuento porque el otro día, ante más de 400 personas tuve que decir adiós al Festival ZEMOS98 y justo antes de salir me acordé de ti. Y justo cuando dije algo así como «miradas cómplices» me estaba refiriendo, a mucha gente que en estos dos meses nos hemos encontrado y ha entendido por qué lo hacíamos, y también a ti. Y estuve a punto de llorar, pero no lo hice. Y eso que veía cómo tu hija, mi padre y Bea estaban con la cara esa de no poder aguantar. Pero no lloré. El otro día en la oficina, que ahora la tenemos en PíoXII y sí seguimos haciendo cosas de esas que siempre aceptaste pero nunca terminaste de comprender «¿para qué son todos esos cables niño?» «Nada, abuela para hacer películas», sí lloré, pero el sábado quise aguantar sin hacerlo ante 400 personas.
Bueno… las cosas han cambiado mucho, ahora tenemos una hija, BJ y Edi tienen 2 y bueno… la playa que tanto te cuidó sigue ahí. El caso es que el otro día, en Semana Santa estuvimos en la playa, para que Emma tuviera un poco de cambio, para que Bea también descansara un poco y yo a seguir delante del ordenador «dejándome los ojos» y volviendo a «levantarme sin desayunar y a trabajar». El caso es que fuimos con Emma a ver una cofradía, ya sabes que para mi la Semana Santa no significa nada religioso pero por mucho que reniegue de ella no se me va a olvidar en la vida las tardes de San Benito en la residencia o el levantarnos a las 6 de la mañana para ver la Macarena con un bocadillo de salchichas de esos en viena de Polvillo, y ahí sí que lloré. Tuve a Emma en brazos mientras pasaba el paso, la banda y se quedó impresionada, inmóvil, observando, con la mirada atenta, sin pasar miedo (y eso que retumbaba aquello que tendrías que haberle quitado volumen a tu aparato) y yo me emocioné.
Te lo decía porque en realidad no tengo problemas para emocionarme, llorar o lo que sea. De hecho este año me ha costado bastante sudor y lágrimas sacar el carné de conducir, ah sí, ya lo tengo, estarías muy orgullosa por eso, no voy a ser médico, no voy a tener buena letra, pero ya al menos tengo carnet de conducir. De todos modos sí que me cuesta, pero eso siempre ha sido así «este niño no habla, se lo calla todo», hablar un poco más de lo que pasa, de lo que me pasa, pero es que la vida está siendo muy dura. ¿Te acuerdas cuando a mi padre le salió una calva en el cogote? Pues tengo una igual, espero que sea por estrés pero la verdad es que el pelo se me está cayendo bastante rápido. Prácticamente desde el verano de 2014 no me tomo un descanso de más de dos o tres días, las navidades últimas fueron algo accidentadas y en febrero decidimos que no, que no podíamos seguir.
Creo que uno de los motivos por los que no lloré es porque justo antes de salir hablé con mi hermano. Bueno, lo llamé y no me cogió el teléfono, Yo estaba en el escenario y él en el control técnico, como otras muchas veces. Así que a través de un intercom le dije que me dejara las luces encendidas que quería hacer una foto del público. Escuché su silencio de… «vale, ya lo había pensado». Ahora que lo pienso, mi hermano siempre me ha cuidado, y mucho más en este tipo de sitios, él sabe más que yo de esto de los teatros, se hace respetar y tendrías que ver cómo lo quiere la gente. Es un poco mandón y a veces se mosquea por tonterías pero si hay alguien que sabe cuidar cuando hay otra persona en un escenario es él. Pero no te hagas ilusiones, seguimos peleando cada dos por tres. Pero bueno él ahora come queso y yo guisantes así que compartimos muchas cosas, también esas miradas cómplices, de mosqueo y de no mosqueo.
Hemos preferido dejar de hacer el festival antes de que otros decidieran por nosotros. No ha sido fácil pero yo estoy tranquilo con lo que hemos hecho. A poca gente le parece buena noticia, unos cuantos malajes, pero creo que no es una mala decisión, mejor parar y repensar las cosas que hacemos. Pues eso es lo que estuve contando el otro día, algo que se resume bien en estas preguntas:
¿A quién le preocupa realmente la sostenibilidad de los proyectos en cultura? ¿Existen los interlocutores que gestionan presupuestos de cultura y están cualificados para tomar decisiones? ¿Existen gestores preocupados por la barbaridad que supone confirmar un presupuesto con menos de dos meses de antelación y que te argumenta “que la falta de noticias son buenas noticias”? ¿Quién se está preocupando de cuidar a los proyectos culturales que se están comprometiendo con la situación social que vive España y Europa? ¿Será posible seguir defendiendo la cultura como herramienta para la transformación social y no como mero entretenimiento? ¿Qué ocurrirá si despoblamos nuestras ciudades y nuestros pueblos de otras propuestas culturales que no sean única y exclusivamente las hegemónicas?
Después de leer esas frases dije «Gracias» y «Hasta Siempre», y se me olvidó una cosa importante, dar las gracias y mencionar a la gente esa que está detrás de ZEMOS98, ya se lo dije en privado pero me llevé toda la noche pensando que había sido un olvido muy grande. Lo siento.
Y terminó, hubo muchos aplausos, amigos que llenaban el teatro apoyando y sabiendo que esto podría haber sido de otra forma. Y empezó el concierto. Y luego subí a la galería, al control técnico a darle un abrazo a mi hermano, pero estaba un poco liado y no lo quise molestar. Luego le di un abrazo a Lucas, Gema, Guille, Andrés, Olga, Javi que estaban allí cerca, también le toqué en el hombro a Juan, pero estaba con la cámara y José Luis, a su forma me dio un abrazo diciendo «mira el pedazo de plano que he conseguido desde aquí». Saludé a más gente mientras la música sonaba y entonces… Lola me abrazó.
Qué pena me da que no pudiste conocer a Lola, me abrazó muy fuerte, estuviste cerca pero no fue posible. Lola no me llega más que a las rodillas pero me abrazó muy fuerte y entonces sí que me puse a llorar. Puede que se lo dijera Edi, que también estaba por allí, pero no me extrañaría que lo de dar el abrazo fuera iniciativa de la propia Lola. Sofía decía el otro día que le daba mucha pena que Ada no pudiera vivir la intensidad de lo que sus padres han hecho durante todos estos años. A mi también. Habrá que pensar en ello más adelante.
Cuando terminó el concierto busqué a Felipe, a Sofía, nos dimos un abrazo y no fui capaz de decir nada más, pero me volví a acordar de ti y pensé «os quiero». A la mañana siguiente yo estaba para «ir al arrastre» pero había tomates que plantar en el huerto de casa de Manué y Celia. Esa casa recuerda a tu casa de Gerena, sobre todo el corral, siempre lo he pensado, con menos granito pero es lo más cercano que tenemos, también, al campo en el que nos criamos y es algo que gracias a su hospitalidad, la misma que tú siempre tuviste con la gente que vino a casa al Festival, incluso el año que entraron a robar en tu casa de Gerena, y tú estabas en El Viso haciendo un potaje para un mexicano que había venido a comer. A mi, la casa de Manué y Celia, y sobre todo la gente que la habitamos, me ha salvado más de una vez en todos estos meses de tanto estrés. Y plantamos mogollón de tomateras, lechugas y un par de calabazas. Ahora a esperar a que broten. Gracias.
Te quiero, abuela.
Te quiero, zemos.
Vamos a seguir.
Dejadnos descansar una mijita.
Hoy cumples 34 años y quiero regalarte mi abrazo más sincero. Esta carta es un regalo para zemos pero uno muy especial para mí, hablarle a la abuela, ella que te adoraba, ha sido lo más tierno y sensible que puede emocionar a nuestra familia. Te quiero, mi niño. Estoy segura que otro brote más denso nacerá en el zemos. Besos.
Que forma mas bonita de expresar los sentimientos. Pausado, poniendo palabras y emociones a los valores y recuerdos, que aunque no lo demuestres por aquello de no exteriorizar mucho las cosas, para l@s que te conocemos sobran las palabras. Besos y «palante».
:_)
=**
Caramba, precioso. Gracias por compartirlo. Es muy bonito, triste, ilusionante a la misma vez, vaya… gracias de nuevo.
Ediiiiiiii por favor nada que disculpar. Ya tienes tú bastante. Besos y lo de pensar si era cosa tuya fue por incluirte en el relato. Viva Lola y la madre que la parió!!! :*
A moco tendido. Mira que he estado cerca de muchos festivales zemos, y dentro de alguna que otra actividad, pero el barullo de mis últimos meses no me han dejado apreciar o mejor dicho, no me han dejado pararme a pensar realmente lo que suponía. He pensado que iba a ser para mejor y he seguido tirando pa’lante con todo mi jaleo. Perdona si no fui sensible ni atenta, no fui yo quien le dijo nada a Lola, tampoco te lo dije a ti. Hoy lo leo con Mario en brazos, dormido sobre mi y tantos de tus desos y recuerdos se convierten en míos. Gracias Pedro, gracias zemos. Se os quiere a todos y ahora…aún más.
Precioso Pedro, no puedo decirte nada mas. yo tambien he llorado, sola aqui en mi casa, pensando en esa abuela que yo adoraba.Un beso muy muy fuerte.
En mi casa sigo teniendo mi camiseta de Zemos. Tiene unas ovejitas pintadas sobre fondo negro. Me la disteis en un EBE o de alguna manera que no recuerdo. Me la sigo poniendo de tanto en tanto. Y siempre me sorprendo porque la gente me dice que le gusta. ¿Sabéis una cosa? Que, al final, nunca fui al festival. Y que no sé cómo ha sido eso.