Lo que nos cuenta la Biblia sobre el Domingo de Ramos, según la Wikipedia es que :
«Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, y les dijo: entrad en la aldea y luego que entréis en ella, hallareis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decir que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban ahí les dijeron: ¿Qué hacen desatando el pollino? Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron ir. Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce»
Mateo 21, 1-11
Llevas razón Pily, el ambiente de unos años acá es muy distinto, hay demasiado folclore por las calles… y gente que no respeta los sentimientos de otros…eso antes no era así. En Sevilla, fueras de la ideología que fueras, la Semana Santa se ha respetado siempre. Gracias por comentar.
¿Con que removiendo sentimientos antiguos?. Yo me acuerdo, ahora que has nombrado el paso de La Cena, que siendo yo mayor, no tanto como ahora, vimos Los Negritos por la calle Alcaicería, que va de la Alfalfa a Plaza del Pan, calle nazarena ciento por ciento. Fue un momento entre genial y peligroso, sobre todo el paso de la Virgen de Los Angeles al que tuve que alejar de mi cara de forma suave pero firme para evitar un accidente grave. De todas formas la gestión de las bullas que hay en Sevilla es increíble y como a pesar de los agobios se sale de ellas indenme.
Yo estoy de acuerdo con Rafael Porlán en que me defino como un «anarcocapillita» que me parece una definición bastante feliz de los sentimientos que rodean a la Semana Santa de Sevilla
Loly, me considero capillita. En mi familia la hemos vivido de siempre con devoción, desde el taller de encuadernación que teníamos en la calle Placentines… ¡casi ná! Un sitio privilegiado donde entre botellín y botellín íbamos viendo todos los pasos que subían la cuesta del Bacalao…
Y la madrugá… saliendo de nazareno en Los Gitanos de forma consecutiva desde pequeño -salvo el año pasado por lluvia-… 45 años de hermano y sitio en el último tramo, delante de las Angustias, todo un honor.
A mi mujer también le encanta y a mi pequeña Patri no digamos… el mosqueo que tiene por culpa del tiempo… La Paz ya ha dicho que no sale, aunque le he prometido llevarla esta tarde a su templo para verla, porque es una de las que más le gusta. Sin embargo, a mi hija mayor no le llama atención. Como dices, hay gustos para todo, solo se trata de respetar los gustos de unos y otros.
Un abrazo y feliz Semana Santa. A ver si cambia el tiempo…
José Antonio, lo recuerdo perfectamente, es más creo que eso nos ha pasado en varias ocasiones.Recuerdo una en la calle Franco y otra en la Alfalfa. Gracias por comentar.
Juanma, ser capillita en Sevilla tiene dos lecturas, los que lo hacen de corazón, como me imagino que es tu caso, y los que sólo se acuerdan de la Hermandad cuándo tienen que sacar la papeleta de sitio para lucirse por su barrio, sin sentimiento, con puro fariseismo, a esta segunda gente es la que nos referimos que no son «buena gente» porque lo toman como un momento más del folclore de su ciudad.¡Vaya punto lo de Placentines! Gracias por comentar.
Soy ateo y me encanta la semana santa: desde el año sesenta me recorro las calles viendo como, las damas de elche son mecidas en sus templos griegos, ¡eso es un paso de palio! y ¡una virgen sevillana! en este caso. Por su puesto el simil no es mio, me lo hicieron ver en la Hispalense, un buen profesor de historia del arte, ¡claro que! probablementa a el le llegaria de un o una alumn@ aventajad@. Este año entre la lluvia, la actitud PPera de todas las hermandades, no tenia muchas ganas de calle; demasiadao llenas por la crisis; ya que la semana santa es una fiesta popular, nuestra fiesta mayor y si no quieres no te gastas un euro: mirar, oler, sentir, vibrar, incluso llorar es gratis. Dos buenos ratos, uno como siempre en la calle campamento, valor seguro; la virgen del refugio entre naranjos y girando hacia su iglesia, la entrada con una chicota de 25 minutos, ¡al cielo! de los ateos. Viernes por la mañana, desde plaza de los carros hasta el arco: mi totem se mueve con delicadeza, como siempre, ya sin prisas, por donde ancha es la feria y sin callejear, la lluvia amenaza, pero el regalo es en la resolana cuando la giran hacia el arco y mira al pueblo, es como si pidiera perdon: por el balcon lleno la noche anterior de recien llegad@s al ppoder con familias bien colocadas. En la calle la iglesia no controla, los ¡guapas guapas! no les gustan, la homosexulidad tampoco, la hipocresia parece que si. A pesar de ellos aunque sea en momentos delicatessen ¡COMO ME GUSTA ESTA FIESTA!. Sin sevillitas que nos manden callar, a nosotros nadie nos tiene que mandar nada, el silencio se palpa solo, cuando la gente se queda colgada del instante, ¡eh! que solo huele a flores y a incienso
Rafael, por lo que escribes eres buen conocedor de esta fiesta popular sevillana, describes sentimientos que sólo los pueden entender personas que lo han vivido, a parte de los sentimientos religiosos o no. Gracias por tu espléndido comentario.
[…] Todos los nazarenos no son buena gente… […]
Hola
He tenido la suerte de nacer en Sevilla y vivir la Semana Santa de mi infancia, en la que no me perdía una pues teníamos sillas en la calle sierpes con mis tíos, tías, primos y primas, nos dedicábamos a coger caramelos y las bolas de cera eran espectaculares, imagina una semana entera pidiendo cera. ¡Me encantaba la Semana Santa!. Aunque una vez el paso de la cena casi me aplasta, pues un tío mío literalmente me salvó la vida tirando de mí cuando el paso casi me lleva por delante. Una cosa que nunca llegué a entender era por qué mis hermanos podían salir de nazarenos y yo no, en una ocasión hasta estuve a punto de salir haciéndome pasar por niño, pero no me dejaron mis padres : (
Pasaron unos añitos y ya no queríamos silla ni amarraos, tenía una pandilla con la que me pateaba Sevilla entera viendo los pasos (¡No nos perdíamos ni una!) Aunque eso de ropa y zapatos cómodos no era lo nuestro, parecíamos figurines… En la madrugá era el único momento en el que no nos disfrazabamos, y éramos nosotros mismos nos poníamos los vaqueros y botines y ¡A disfrutar de la belleza que hay en las calles!
Pasaron los años y dejé de disfrutar de la Semana Santa, salgo a la calle y no me gusta lo que veo, no en los pasos que siguen siendo maravillosos, sino las personas que están viendo esos pasos. Y hasta aquí puedo escribir…
Mejor lo dejo aquí. «Todos los nazarenos no son buena gente ni las personas que se pasean por las calles estos días tampoco»