La lectura de este libro te sobrecoge pero es importante que veamos cómo se va produciendo esta violencia hasta que las mujeres se atreven a denunciar, no ausentes de ese miedo que llevan sufriendo porque además la justicia no las crea y se sientan ridiculizadas ante tanta barbaridad vivida en el seno familiar.
Las autoras, desde su experiencia en el ámbito profesional, no solo visibilizan en estos textos la violencia sistemática que sufren las mujeres en todo el mundo, sino que también alzan la voz para exigir políticas eficaces que pongan fin a esta tremenda realidad.
En el prólogo, la hija de Ana Orantes, Raquel Orantes nos dice: “Gracias, Ana Orantes, por todo lo que nos has hecho avanzar y crecer como mujeres libres y empoderadas, por ser un referente y el refugio de tantas otras mujeres que, al igual que tú, gritaron a los cuatro vientos: “Fui una mujer maltratada, pero SE ACABÓ”. Eterna siempre”.
El relato de Ana Orantes en la televisión, supuso un buen paso adelante para que estos atropellos se denunciaran; lo hizo con toda la valentía y a cara descubierta, a sabiendas que podía perjudicarle, tanto es así que a los pocos días su exmarido la quemó viva por haber relatado la verdad en la que había estado sufriendo tanto tiempo. Su asesinato causó verdadera conmoción en la opinión pública, y fue el detonante para que el Gobierno anunciase la reforma del Código Penal en esta materia y para que se intensificara la campaña oficial instando a las víctimas a denunciar su caso.
En una entrevista en “Canarias Ahora” (el diario.es), Gloria Poyatos, una de las autoras del libro, nos dice: “Nosotras defendemos que además de la memorización de temas jurídicos, tiene que haber una inteligencia emocional que debe tener la persona que realiza esta actividad de alta responsabilidad, que es juzgar, porque estamos juzgando a seres humanos y eso nos obliga a ponernos en su situación a la hora de hacer justicia”, remarca Poyatos. “Y la justicia que se lee y se transmite en ese libro no es una justicia que se limita a la resolución de una controversia jurídica, es una justicia en la que se ve el proceso judicial como un trayecto, como un camino; desde el principio, desde que alguien toca la puerta de un juzgado hasta que acaba con una resolución y esa resolución se hace real, es decir, se lleva a la práctica”, insiste.
El libro se lee bien, utiliza un lenguaje que es entendible, fuera de términos técnicos que puedan dificultar su lectura, los relatos son tan reales que te sobrecogen, que te hacen sentir rabia ante la prepotencia masculina. Hay que difundir este libro, hay que hacer que lo lean tanto los hombres como las mujeres.
Creo que sería muy interesante que este libro se difundiera en los centros educativos, quizás a partir de tercero de Secundaria, donde ya tienden a emparejarse y se encuentran con las primeras situaciones de violencia: celos que ellas piensan que es un detalle del amor que le tiene, retirarlas de sus amigas porque quiere estar solo con ella ,no con las demás… comportamientos que van a ir configurando un estilo al igual que los muchos relatos que vemos en estos testimonios.
Leer el libro en Secundaria supondría un compromiso con los docentes, no leerlo y hacer un examen sobre él, no, eso sale de toda lógica. Supondría debatir y traer a la realidad cuánto de esas situaciones viven en ellas o en ellos. Hay que educar a los jóvenes para que su comportamiento con las mujeres sea respetuoso y no se ejerza poder sobre ellas, simplemente porque hay que formar una ciudadanía más justa en la que se respeten los derechos humanos y se erradique la violencia machista.
La magistrada Carla Vallejo, en “Canarias Ahora” (el diario.es), nos dice “Lo que hemos pretendido todas es hacerles un homenaje a las víctimas, un reconocimiento. Decirles, te he visto, he visto tu dolor y te creo. Esa era nuestra aspiración, porque después de tantos años atendiendo a víctimas y asistiendo a sus periplos vitales, si tienes sangre en las venas, lo que te llega, lo que te llama es en algún momento de tu vida decirles que las reconocemos, que las respetamos profundamente, que las acompañamos en su dolor y ese es nuestro fin. Decirles que además su dolor está conectado con el nuestro de alguna manera también”, apunta Vallejo, que agrega que muchas veces lo que le está ocurriendo a una víctima “te nombra de alguna manera porque te ha podido ocurrir algo parecido a ti o ha ocurrido dentro de tu familia”.
(Puedes leer la reseña completa en El Diario de la Educación, publicada el día 10 de enero de 2025)