El libro de Pedagogías bárbaras, de Joaquín Martínez y Andrea Perales (Colectivo DIME) publicado por Octaedro en 2024, nos invita a la reflexión, después de sus respectivas experiencias llevando a la práctica proyectos educativos en contextos desfavorecidos.
El dilema «escuela o barbarie» debe replantearse: ¿Quiénes son bárbaros? ¿Quiénes descuidan y excluyen o quiénes cuidan del planeta e incluyen a toda «la canalla»? Durante siglos se han denominado bárbaras las culturas de los pueblos colonizados, las zonas rurales y el melting pot urbano. Todavía hoy llaman brujas a las mujeres que educan y cuidan sin someterse a los hábitos del patriarcado. Se consideran impuras las relaciones interculturales con tales sujetos (no con castas ni culturas dominantes) y contaminantes las prácticas de educación intercultural.
Pues bien, en este ensayo, según los autores, pretendemos demostrar con experiencias probadas que las «pedagogías bárbaras» son pertinentes para afrontar la emergencia climática, la conflictividad en las aulas, la reproducción de la pobreza y el fracaso planificado de les bárbares en el sistema público y universal. Consideramos regeneradora la diversidad ecológica, cultural y funcional y convertimos en ley la «escuela de aprendices» (comunitaria, multinivel) en la ekumene. Podemos ver, a través de sus proyectos, cómo pueden llevarse a cabo experiencias transformadoras que enriquecen a la ciudadanía, precisamente en entornos desfavorecedores.
Es necesaria una reflexión sobre la educación que estamos viviendo, hay colectivos que están sufriendo la segregación de esta sociedad que se rige por cánones estandarizados en los que no se respeta la diversidad cultural, a pesar de estar establecida por ley. La sociedad es diversa y la escuela no puede estar ajena a esta realidad, debe hacer un gran esfuerzo por respetar las distintas culturas que están conviviendo con desiguales oportunidades.
“Uno de los prejuicios que aquejan en mayor medida a quienes la critican, pero también a sus defensores, consiste en asociar la interculturalidad con los grupos sociales minorizados, como si no fuera un objetivo primordial de la Educación pública desde el regreso de la democracia”.
Nos recuerdan los autores que la Lomloe dice: ”Cooperar y convivir en sociedades abiertas y cambiantes, valorando la diversidad personal y cultural como fuente de riqueza e interesándose por otras lenguas y culturas”.
La escuela debe convertirse en el germen de la democracia donde la ciudadanía se sienta atendida y se aprenda en contextos diversos que ayuden a la posterior integración en la sociedad. No debe haber contextos segregadores ni colegios guetos en los que no se aprenda la realidad que tenemos. Es de justicia social atender a la población diversa con todos sus derechos y eso nos llevará a una sociedad más integradora en la que se respete la diversidad social y cultural.
El profesorado debe ser consciente de que hace falta una educación que atienda a todos los colectivos para que el alumnado aprenda de forma crítica y su enseñanza educativa sea transformadora de la realidad que oprime. Aprendiendo de forma crítica podrá ayudar a la sociedad en las transformaciones que sean necesarias para el respeto de las personas.
Es deseo de los autores que la colección de experiencias, que nos muestran en sus proyectos, ayude a dar sentido a prácticas interculturales: en la escuela, en los hogares, en las calles de nuestros barrios y pueblos, en los medios de comunicación y en los medios sociales, en la creación de narrativas multimodales, tales como los transmedia o los videojuegos; así como en la reconciliación de la poesía con la cultura hip hop o de las tecnologías cibernéticas con la cultura ecosocial.
El libro Pedagogías bárbaras está dividido en nueve capítulos:
Cada uno nos lleva a la reflexión sobre la sociedad que tenemos y las posibles transformaciones que podemos establecer en la escuela y en nuestro entorno. Este libro es recomendable para docentes, educadores y agentes culturales que piensen que otra educación es posible y que desde nuestros centros podemos mejorar la sociedad en la que vivimos.
“Recogiendo la sabiduría bruja y pensando en la revaloración que Paulo Freire hace de la cultura popular, tenemos el reto de pensar cómo la Educación puede rescatar aquellos conocimientos ancestrales; a esto, Giroux y Simon (1989) añaden que la cultura popular es la base del conocimiento y la forma de situar al alumnado de forma que puedan desarrollar su pensamiento crítico”.
Puedes ver la reseña completa en El Diario de la Educación, publicada el día 23 de mayo de 2024.