Mira las luces, amor mío, de Annie Ernaux (Premio Nobel de Literatura, 2022) contiene las reflexiones que hace la autora en sus visitas a Alcampo y el centro comercial en el que se ubica dicho hipermercado. Se fija en los empleados, las empleadas, el horario que cada clase social dedica a las compras, los estereotipos de género que se siguen perpetuando, los alimentos, las personas… todo un “desnudarse” cuando ponemos los alimentos comprados en la cinta, en ellos se puede averiguar las familias cómo son, si tienen animales, si cocinan o no, si aprovechan las ofertas…
Al cabo de un año, Annie Ernaux fue llevando un diario de sus visitas al hipermercado Alcampo, del centro comercial Les Trois-Fontaines, en la región parisina. En ese diario fue anotando sus observaciones, teniendo una mirada nueva a lo que antes hacía por rutina. Ella decía que “Ver para escribir, es ver de otra manera”. De esa manera va observando situaciones de los empleados y de las empleadas, de las cajas, de las ofertas cuando pasan las temporadas, las situaciones que ve injustas, las que les parecen divertidas, las que siguen los estereotipos de género… y observa a las gentes, sobre todo se fija en las personas. El hipermercado, lejos de reducirse al lugar donde se hacen las compras, adopta aquí un rostro distinto: se convierte en un gran espacio de citas, en un auténtico espectáculo humano. Una captura impresionista del mundo de la gran distribución donde lo cotidiano se eleva a rango de sujeto literario.
Confieso que hasta que no le dieron el Premio Nobel no había oído hablar de Annie Ernaux y también confieso que cada vez que leo un libro suyo me siento fascinada por la maestría de su narrativa y su aportación al mundo en cuanto a su visión social y feminista. En este mismo diario ya fue comentada su primera novela Los armarios vacíos y voy siguiendo su trayectoria porque merece mucho la pena y la lectura es fascinante.
Ernaux tiene la virtud de meternos de lleno en situaciones de la vida cotidiana que pasamos de largo y no nos ponemos a reflexionar, ella sí lo hace. De esto trata Mira las luces, amor mío en la que durante un año va anotando sus impresiones, a modo de diario, sus rabias ante las injusticias, sus desconsuelos ante las situaciones que viven los empleados, los horarios que cada clase social frecuenta, la gente que compra mirando mucho los precios… ante las visitas al hipermercado Alcampo, sitio que ella frecuentaba por cercanía.
Nos dice Ernaux que cuando mira atrás, se da cuenta de que a cada período de su vida aparecen asociadas imágenes de grandes superficies comerciales, con escenas, encuentros, gente… El súper y el hipermercado no son sólo el “rollo de las compras”. Suscitan pensamientos, fijan recuerdos, sensaciones y emociones… forman parte del paisaje infantil de toda persona con menos de cincuenta años.
Nos describe de forma pormenorizada dónde se encuentra el hipermercado, dentro de un gran centro comercial y nos dice que en él se ha esforzado, lista de compra en mano, en prestar más atención a todos los actores de este espacio, empleados y clientes, así como a las estrategias comerciales. Elige la forma de diario al escribir porque es la forma narrativa que más va con su temperamento, propenso a la captura impresionista de las cosas y las personas, de la atmósfera general. Intenta captar algo de la vida que transcurre en el hipermercado.
Hace una crítica fuerte a los lineales de juguetes que separan niños y niñas que siguen los estereotipos machistas que ya son conocidos y que cuesta erradicar, por mucho que se trabaje en las escuelas y con las familias que no debe hacerse esa diferenciación de género, puesto que después en la vida adulta llevará a problemas de machismo y de violencia sin sentido en una sociedad que debe ser plural y pacífica. Dice Ernaux que la consume la rabia y la impotencia y que piensa en las Femen, “aquí es donde tenéis que venir, al origen del moldeado de nuestros inconscientes, y hacer un buen saqueo de todos estos objetos de trasmisión. Podéis contar conmigo”.
También hace una crítica a los carteles dirigido a la clientela considerando que el centro comercial se atribuye unas licencias sin permiso de la clientela y que llegan a resultar molestas; sobre todo porque no piden opinión y se da por sentado que todo el mundo piensa de la misma forma, cosa que por principio debemos poner en duda.
Confiesa la autora que anotar sus desplazamientos al hiper Alcampo, entre 2012 y 2013, supuso una manera de fijar momentos de esa historia colectiva, continua e insensible. Captó pensamientos, sensaciones y emociones que sólo pueden surgir en ese lugar, en ese espacio donde está reunida la mayoría de sus “semejantes diferentes”, donde el “vivir juntos” posee una realidad corporal, visible. Porque el hiper sigue siendo un espacio de libertad y de igualdad de acceso, abierto a todos y todas, sin distinción de ingresos, vestimenta o identidad.
Este libro te va a ayudar a reflexionar sobre cómo nos comportamos ante la sociedad de consumo y cómo nos pueden dirigir con objetivos comerciales hacia unas compras u otras: todo está relacionado, nada es banal, ni la música, ni el sitio donde se colocan las cosas, ni la cartelería, ni las fiestas que se celebran…
Puedes ver la reseña completa, publicada en El Diario de la Educación el día 22 de noviembre de 2023.