Un pequeño libro, Metáforas sospechosas de Daniel Cassany, que enseña grandes estrategias para escribir y hacerse entender por el público lector o escuchante. Cassany nos relata sus charlas con el público latinoamericano y con metáforas nos da enseñanzas de cómo escribir para que después la lectura sea agradable y empática con los lectores.
Daniel Cassany nos presenta tres charlas sobre escritura, recuperadas y comentadas por las varias voces de un solo autor. Él mismo nos dice que en las páginas de esta obra nos vamos a encontrar con pulpos y mayordomos escritores, mellizos que supervisan originales, camaleones aplicados, icebergs gigantes, sapos apedreados, cajas de herramientas y sombreros que ocultan autores.
No hay mejor lectura que aquella que te saca una sonrisa y te deja pensando en qué has leído; eso es precisamente lo que consigue Cassany con sus libros. Recuerdo cuando leí El arte de dar clase, un libro clave en el devenir docente, a pesar de estar fuera del entramado profesional. Me hizo ver cuestiones muy concretas que estaban rondándome por la cabeza.
También disfruté con Laboratorio lector. Un libro muy particular donde el autor te ayuda a reflexionar sobre tu propia forma de leer, tus hábitos, sobre cómo funciona tu cerebro cuando estás leyendo, sobre cómo podemos hacer para que nuestra lectura sea más eficaz, más comprensiva, más crítica y reflexiva.
Cassany tiene el arte de embaucarte en la lectura de forma amena, a sabiendas de que lo que transmite no es nada superficial; tiene un arte de escribir muy agradable para los lectores. Será verdad eso que dice que para escribir hay que conocer al público que te va a leer, nunca me había puesto a pensar en esta premisa porque la lectura es tan personal que difícil es que congenies con los lectores, con todos los lectores. Pero sí es verdad que poco a poco vamos empatizando con ellos, los autores, y nos vamos haciendo fieles seguidores.
Podemos sacar grandes enseñanzas al escribir y al hablar de este pequeño libro: tener en cuenta los contextos, a las personas a las que nos dirigimos, recordar anécdotas, elegir metáforas, citas célebres, mencionar alguna película, algo divertido que arranque una sonrisa…
Nos dice Cassany en la metáfora del pulpo que la escritura es compleja y, probablemente por eso, se dilata en el tiempo e involucra a muchos. También somos pulpos apoderándonos de las ideas de los demás (revisores, evaluadores, editores, correctores…). Escribe: “Mis apéndices de pulpo se enroscan sigilosamente en torno a cualquier idea que me gusta, mis ventosas se adhieren sin piedad a cada palabra ocurrente que se pronuncie. ¡Quedan ustedes avisados!”.
Puedes ver la reseña completa en El Diario de la Educación, publicada el 20 de septiembre de 2023