Jordi Nomen, Licenciado en Historia Contemporánea y Profesor de Filosofía en la Escuela Sadako de Barcelona. Señala en su libro ‘El niño filósofo’ la importancia de las Humanidades en la educación de los niños.
Nomen hace referencia a la Filosofía como un elemento básico de la ciudadanía que debería estar presente en todas las escuelas para potenciar el pensamiento “crítico, creativo y cuidadoso”. Para Nomen, este último tipo de pensamiento es de especial importancia para tener en cuenta el impacto que nuestras acciones tienen sobre otros.
Hacer pensar a los niños y las niñas nos va a garantizar que lleguen a ser adultos con sus propias ideas y no se dejen llevar por lo que otros les digan. No es tan difícil hacer pensar a edades tempranas, se trata de que en sus niveles apropiados tomen decisiones y sepan ver varios caminos a los que acudir en caso de tener que realizar cualquier acción. A los niños y las niñas hay que ayudarles, hay que presentarles problemas para que piensen, hay que ayudarles a crear pensamiento crítico que no se trata nada más que de poder pensar haciendo reflexión personal de aquello que lo necesite.
Algo en lo que hay que educar es en el bien común, sacar a los niños y las niñas de esos momentos en los que todo lo quieren para ellos y no piensan en los que están a su alrededor. El bien de todos y todas será beneficio para la comunidad y por tanto, también revertirá en el bien de cada persona.
Es una garantía para la sociedad el tener a personas reflexivas que vayan en busca de sus propios ideales y no se aborreguen con las ideas de otros más poderosos. El poder te lo dan tus propias afirmaciones, mientras que si no sabes por dónde tirar te dejarás llevar por las ideas más poderosas que te presenten los que están en los estamentos establecidos.
Muchas veces nos vemos envueltos en situaciones difíciles de las que solo podremos salir con nuestras propias reflexiones, está bien tener al lado personas que nos ayuden a pensar, que nos cuestionen los pros y los contras del camino a seguir, pero al final será nuestra propia decisión la que nos debe dar fuerzas para continuar con lo que a nuestro juicio es adecuado.
Por eso es tan importante que desde pequeños ayudemos a los niños y las niñas a plantearse alternativas que les hagan pensar sobre la vida, no podemos pasar por las situaciones diarias sin llevarlos a una reflexión continua. Esto les hará situarse en el hábito de pensar y de tener sus propias ideas.
Se me viene a la mente una anécdota que cuenta Miguel Ángel Santos Guerra y que nos puede ilustrar las ideas anteriores. Se trata de la conversación con un alumno al que su madre había infantilizado hasta tal punto que no tenía vida propia:
» – Maestro, usted nos cuenta los cuentos, pero no nos explica su significado.
– Pido perdón por eso- se disculpó el maestro-. Permíteme que en señal de reparación te invite a comer un rico melocotón.
– Gracias, maestro- respondió halagado el discípulo.
– Quisiera para agasajarte, pelar el melocotón yo mismo. ¿Me lo permites?
– Sí, muchas gracias – dijo el alumno.
– ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que sea más fácil comerlo?
– Me encantaría. Pero no quisiera abusar de su generosidad, maestro.
– No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte… Permíteme que también que lo mastique antes de dártelo.
– No, maestro. No me gustaría que hiciera eso- se quejó sorprendido el alumno. El maestro hizo una pausa.
– Si yo os explico el sentido de cada cuento, sería como daros a comer una fruta masticada»
Creo que las personas deben pensar por sí mismas, decidir por sí mismas, asumir sus propias responsabilidades. Esto exige una declaración de independencia de los padres, madres, educadores, y una costosa autonomía responsable de los hijos y los alumnos.
[…] pasar en el olvido cuando cerrara el libro al finalizar su lectura. Está extraído del libro «El niño filósofo» de Jordi Nomen. Argumenta la importancia de la lectura como medio para hacer reflexionar al niño o la niña, la […]