«Quiéreme… pero necesito que me cuentes más» (Cómo educar para dar besos y abrazos, pasar de las drogas y ser persona en un mundo digital) de Jaume Funes
por Dolores Álvarez
Antes de nada quiero decir que este es el segundo libro del autor tratando la temática adolescente y que desde aquí recomiendo que se lea primero«Quiéreme cuando menos me lo merezca… porque es cuando más lo necesito».
Funes se lleva durante toda la obra haciendo referencias al primer «Quiéreme…» por eso creo que es necesario que se lea en primer lugar porque en él «…nos habla de las principales incertezas educativas que solemos tener tanto padres como maestros respecto a la sobreprotección, el papel de la escuela, el equilibrio emocional y la comprensión de la sociedad. Intenta resumir criterios y reflexionar para ayudarnos a convivir activa y positivamente con nuestros adolescentes. Un libro que, sin querer aleccionar, nos inspira y permite escuchar su verdadera voz». (Planeta, 2018)
Sinopsis: ¿Cómo se enamoran los adolescentes cuando la pornografía está omnipresente en sus vidas? ¿Cómo conseguir que las drogas tengan menos preeminencia en un contexto en el que todos percibimos que el alcohol es sinónimo de pasárselo bien? ¿Cómo podemos contribuir a que sus relaciones personales sean plenas y satisfactorias en un mundo digital dominado por las pantallas y las redes virtuales? ¿Qué hacer ante los adolescentes que vivieron una infancia en la que todo pareció romperse? Estas son algunas de las preguntas a las que Jaume Funes da respuesta en este libro, una guía imprescindible sobre cómo los padres, las madres y los educadores podemos acompañar a nuestros adolescentes e influir positivamente en su constante e impaciente búsqueda de felicidad. Y recordad, tratad de entender siempre sus respuestas, aparentemente duras: no son más que mensajes ocultos para continuar sintiéndose queridos, para no descubrir la vida en soledad. (Destino, 2020)
Jaume Funes (Calatayud, 1947), psicólogo, educador y periodista, ha dedicado buena parte de su vida a escuchar, comprender y ayudar a los adolescentes. Ha trabajado en la Administración, la escuela, la calle y los espacios terapéuticos. Autor de numerosos artículos, publicó su primer libro, La nueva delincuencia infantil y juvenil, en 1982, cuando parecía que el problema de los jóvenes eran las bandas. Recientemente ha publicado Fer de mestre quan ningú no sap per a què serveix [Hacer de maestro cuando nadie sabe para qué sirve], pensando en la renovación de la escuela. Su última obra sobre los adolescentes, Quiéreme cuando menos me lo merezca… porque es cuando más lo necesito, fue un éxito de ventas y alcanzó los 25.000 ejemplares vendidos entre las ediciones en catalán y castellano.
Llegué a este autor y a esta obra por la lectura de Jaume Carbonell, por un listado de libros que hizo como recomendación de lecturas veraniegas para docentes. En ella se decía:
Funes, J. (2020), Quiéreme… pero necesito que me cuentes más, Barcelona: Destino.
No conozco a nadie que haya escuchado, investigado y hablado tanto con y sobre los adolescentes como Funes. Que consiga ponerse tan pegado a su piel. Y, además, que haya sabido explicarlo tan bien: los títulos y subtítulos son un ejemplo del mejor periodismo de divulgación. Por eso no es extraño -aunque no deja de ser insólito en este mundo de la educación- que haya vendido más de 25.000 ejemplares su libro anterior, o que llene espacios hablando con madres y padres desconcertados con sus hijos adolescentes en tiempos tan complejos y mutantes, y que una persona le suelte: “Soy madre de un adolescente, me ha encantado hablar contigo, las familias echamos mucho de menos que nos orientes sin estridencias, con calma, ayudándonos a mirar, a entender”. Vaya, que Jaume Funes es un auténtico influencer.
Esto es lo que hace este psicólogo que viaja continuamente por todos los espacios adolescentes de socialización, virtuales y presenciales. en busca de su identidad : orientarles y seducirles pero sin imponer normas y recetas, ayudándoles a gestionar sus vidas con más preguntas que respuestas, recabando presencias adultas y redes de apoyo dentro y fuera de la institución escolar, ayudándoles a gestionar sus malestares y bienestares para que la felicidad sea posible. A lo largo del libro siempre planea esta pregunta: ¿quién, dónde y cómo ocuparse de ellos? También en todos los casos le acompaña este principio de actuación: “Comprender no quiere decir justificar, mirar no quiere decir contemplar impasibles, descubrir sus argumentos no quiere decir que no tengamos que aportar los nuestros”.
Antes de entrar en materia nos advierte de algunos apriorismos y peligros que convendría desterrar como el hecho de mirar realidades nuevas con ojos envejecidos, de recrearse en miradas culpabilizadoras y asustadizas sin atender al contexto y a las raíces, de las clasificaciones y comparaciones o de estar más pendientes de la observancia de los protocolos que de sus vidas.
Las nuevas cuestiones que aborda se condensan en cinco apartados. El primero, “Aprender el placer de querer, dar besos y abrazos”, versa sobre cómo educar para el logro de una sexualidad sana, humanizadora y feliz, de cómo se construye socialmente y se vive, sobre un cuerpo con deseos y deseado, de amores y desamores, de cómo influyen las series y el porno y cómo pueden gestionarse. Se incluyen propuestas educativas para afrontar los saberes y experiencias de las diversas sexualidades. Nunca faltan algunos consejos a título de conclusión: “No dejes que te impongan las prisas”; “No dejes que te lo simplifiquen”; o “No te muestres egoísta”. Le sigue el capítulo “Aprender a descubrir qué lugar han de ocupar las drogas en la vida”, donde insiste en la necesidad de pasar del discurso alarmista al de la preocupación útil, siempre con una mirada analítica -que entra en los efectos de las diversas drogas sobre sus comportamientos- pero esperanzadora. Su propósito es que los adolescentes aprendan a convivir con el alcohol y con otras drogas.
En “Educar a personas en línea, que viven en red”, el autor hace una inmersión a fondo en los nuevos artefactos y códigos comunicativos de la adolescencia y, dejando siempre de hablar del mundo digital como un problema, les lanza un reto: que no olvide que fuera de la pantalla hay vida y que sea ella la protagonista de gestionar la vida conectada. En los dos últimos apartados se adentra en el qué hacer al término de la ESO en la educación de adolescentes con infancias en las que todo se rompió.
Al final de todo dice Funes. “Esta es la última página del último libro que escribiré sobre ellos (los adolescentes)”. No me lo creo, porque ahora tiene una magnífica oportunidad de completar esta trilogía con un nuevo título: “¡Lo que hemos aprendido de la adolescencia confinada!” Espero que la editora le convenza de nuevo.
Un libro totalmente recomendable para el profesorado y las familias, a pesar de que él lo ha ideado para las familias, debemos comprender que el profesorado pasa muchas horas con los adolescentes y que es bueno que conozcan todo lo que se escribe sobre esta etapa de la vida, la adolescencia, en la que el cerebro se está transformando y que las hormonas están en plena ebullición porque en esta etapa es donde más compañía necesitan y quizás un profesor o profesora pueda servirles de referente. De hecho su dedicatoria dice:
» A los profesionales y las profesionales de la educación, de la salud, el trabajo social, embarcados en la aventura de acompañar vidas adolescentes, que no los clasifican, que no desesperan y que, saltándose los protocolos, los ayudan a imaginar futuros diferentes de los previstos por la sociedad adulta»