Los libros son atrayentes por sus títulos, en este caso lo de «40 marrones» resulta curioso y desde luego te dan ganas de verlo y leerlo. En mi caso fue el profesor Cristian Oliver el que lo recomendó en Twitter y me llevó a su lectura. Me atrae también por su reciente edición, hoy justo hace un mes que vio la luz y me agrada que ya lo haya podido disfrutar, en algunas de las situaciones con recuerdos de mi propia experiencia como madre. Es difícil la adolescencia, te saca de quicio en muchos momentos, pero el cariño te va a hacer soportorlo de forma más llevadera, hay que tener templanza, respirar hondo y saber que a esa persona en formación debemos darle el mejor de los ejemplos.
La obra está enfocada hacia las familias, aunque yo se lo recomendaría también al profesor o profesora que empieza a tratar con adolescentes y que se verá envuelto en las situaciones que trata el autor, a veces sin saber por dónde tirar ni saber darle una salida ni una justificación a los planteamientos del alumnado, impuestos en muchas circunstancias por los cambios que su cerebro está experimentando y lo está haciendo llevar al camino de la adultez.
El libro está pensado para familias que se preocupan por la educación y los comportamientos de sus hijos e hijas en la adolescencia, algo que será una continuación de lo que hayan hecho en la infancia. En él pueden encontrar orientaciones y pautas para el trato con los adolescentes, no son recetas mágicas porque esto sería imposible y en educación no las hay, cada adolescente es un mundo y viaja por él con la mochila que le hayamos llenado en la infancia, sin olvidar los contextos en los que se desenvuelve que van a ser, en la mayoría de los casos, determinantes de su propio comportamiento ya que tienen que hacerse un sitio entre sus amigos y amigas, y además deben comportarse sin llamar la atención de algo extraordinario… Ese es el peligro, que se dejen llevar por un contexto inadecuado, porque a esa edad solo se busca la aceptación en el grupo y no se mira más allá. Valverde nos dice que en el libro vamos a encontrar respuestas pragmáticas, basadas en las evidencias con las que se ha ido encontrando como educador y como padre. Él es psicopedagogo y se mueve en este campo de la orientación.
El libro pretende servir de guía (¿qué sabemos de…?) y suministrar criterios (¿qué podemos hacer…?) y pautas de conducta (¿qué podemos esperar…?), debidamente acompañadas de sus instrucciones de uso y su necesaria contextualización; porque es aquí, en el contexto, en la visión del conjunto, donde residen las claves para la adecuada comprensión y aplicación de las «soluciones» propuestas, nos dice el autor de la obra.
A lo largo de los «cuarenta marrones» el autor va plasmando su visión pedagógica, certificada por su propia experiencia como padre y educador, de cómo debemos encauzar a nuestros hijos e hijas en esta etapa de cambio que es la adolescencia, en la que los problemas pueden ser una oportunidad de educar y de consolidar todo aquello que hemos ido construyendo como orientadores y guías a lo largo de su existencia.
Es de fácil lectura, adaptado para que padres y madres, sin grandes conocimientos pedagógicos previos, puedan leerlo, pensarlo y ponerlo en práctica y quizás también reescribirlo con sus propias experiencias, porque repetimos que cada adolescente es único y con él o ella no podemos llevar teorías generales que lo encorseten y lo estabilicen en la «normalidad», el valor de las diferencias es algo que debemos respetar y hacer valer en nuestras familias y en la sociedad en general.
Confieso que me he quedado con ganas de más, quizás de ampliación de ciertas metodologías y teorías pedagógicas que fundamenten esos comportamientos y posteriores actuaciones. Comprendo que el libro va destinado a un público que necesita esos consejos generales sin más ampliación teórica que lo justifique.
Foi a primeira vez que estudei para concurso público.