Este libro lo tenía pendiente hace unos años, quizás Cronos me jugó una mala pasada anteponiendo siempre la actualidad, sin dejarme ver el kairós por el que debía haberme guiado. Cuando he terminado de leerlo me ha dado cierta rabia porque quizás en el tiempo que aún me invadía el estrés me hubiese venido bien sentir la calma, yo diría que más bien buscarla dentro de las prisas a las que nos sometemos cada día en los centros educativos; disfrutar del tiempo en educación es algo que no hacemos porque no tenemos tiempo (paradojas de la vida) y por el camino perdemos la esencia del tiempo bien aprovechado, sobre todo con el alumnado, con el profesorado que nos acompaña, con las familias…
Una vez más tengo que recordar aquella frase que me decía el inspector cuando me visitaba y me decía, no te preocupes, ya sabemos «Lo urgente desplaza a lo importante» El libro va de eso, del tiempo, de lo poco que lo aprovechamos porque impera la tiranía del momento en el que todo tiene que salir, sin saber de personas ni de calma. Creo que la autora ha buscado un gran pretexto para hablar de educación y reflexionar sobre ella porque es una excusa utilizada por numerosos compañeros y compañeras en el ámbito educativo: no llego a tiempo de terminar el libro, no me da tiempo hacer una atención individualizada, no tengo tiempo de meterme en más proyectos, no me da tiempo a hablar con las familias, la tutoría se me queda corta, no me da tiempo a hablar de la convivencia… sin darnos cuenta que estamos cerrando puertas al verdadero e intrínseco aprovechamiento del tiempo (kairós)
La profesora y escritora Carmen Guaita firmó ejemplares de su novela «Cronos va a mi clase» en la #FeriadelLibro de Madrid, una obra en la que reflexiona sobre el transcurrir del tiempo, la educación y la gran labor del profesorado.
Carmen Guaita se presenta: «Soy maestra y sé que eso basta para llenar de sentido una vida profesional. Para hacerme más preguntas, me licencié en Filosofía
Escribo. He publicado tres novelas: Todo se olvida, Jilgueros en la cabeza y El Terrario. Forman lo que he llamado «Trilogía del perdón». También he escrito la biografía de Víctor Ullate, «La vida y la danza». Mis ensayos sobre ética y educación son: Lo que mis alumnos me enseñaron, Encuentros, Cronos va a mi clase, Memorias de la pizarra, Cartas para encender linternas, La flor de la esperanza, Contigo aprendí, Desconocidas, geometría de las mujeres, Los amigos de mis hijos.
Colaboro con publicaciones y plataformas educativas y de valores como Cuadernos de Pedagogía, INED21, Anexos, Escuela, Magisterio, 21RS. También con el programa La noche en vela de RNE y con La Linterna, de COPE.
Soy vocal de la Comisión de Deontología de la FAPE y miembro de la Fundación Edelvives y de la Fundación Víctor Ullate.
Puedes seguir mi blog «La sala de profesores»: http://carmenguaita-saladeprofesores.blogspot.com.es/ En Twitter:@CarmenGuaita1″ (Linkedin)
El libro de Guaita se va apoyando de forma certera en historias reales vividas por maestros y maestras dentro de los centros educativos. Esto hace que su lectura sea amena y que nos lleve a reflexiones que podemos poner en práctica en el momento que decidamos. Muy recomendable para el profesorado y y para los educadores y las educadoras de todas las etapas.
«La prisa de mi compañero Óscar, la memoria del progreso de mis alumnos y las expectativas que yo albergo están relacionadas con el tiempo… me gustaría imitar a los antiguos griegos y distinguir, como ellos, entre tres variables: cronos, aión y Kairós. Cronos es el tiempo externo.. pasa y no vuelve, se mide y se pierde. Aión es la duración de la vida, por fuerza incognoscible. Kairós es capaz de enlazar los dos anteriores porque es el momento presente, el más real, kairós es la oportunidad»
La autora nos invita a que seamos conscientes de los tiempos educativos, que los entendamos como kairós. Ser docente implica un compromiso con las personas, estamos ayudando a su crecimiento personal, a su futuro, a su comportamiento en sociedad… por eso no nos podemos sentir esclavos de la instrucción y dejar pasar sus emociones, sus actitudes y pensamientos ante la vida, su formación integral… «El hombre no es la medida de las cosas, sino la medida de lo humano. Y eso nos convierte a todos en seres abiertos a nuevas posibilidades de crecimiento, siempre, hasta el último día de cada vida» (Reflexión de una profesora en clase)
Sigue haciéndonos reflexiones sobre el alumnado como persona que va aprendiendo, sobre la burocracia, sobre el diálogo en clase, sobre la creatividad, sobre la libertad, sobre la propia disciplina, sobre la responsabilidad compartida con el alumnado, sobre la innovación, sobre el trabajo cotidiano, sobre el trabajo colaborativo, sobre la formación, sobre las lecturas, sobre la tutoría, sobre la música, sobre las artes, sobre la motivación, sobre la igualdad entre hombres y mujeres, sobre la excelencia, sobre la politización de la educación, sobre la evaluación, sobre la relación con las familias…
Echo en falta que se hable de inclusión y diversidad. Precisamente cuando la variable tiempo influye mucho en la atención a este aspecto. Con frecuencia escuchamos al profesorado que no puede atender las necesidades educativas personales de su alumnado porque la diversidad de su clase es muy grande y no tiene tiempo, por eso atiende la generalidad sin atender especificidades. Que todo el alumnado sea atendido por el profesorado es un derecho de bien social y nadie puede negárselo. Los centros deben ser inclusivos porque deben atender los derechos humanos de las personas que por ellos transitan. Hubiera sido bueno que la autora hubiera reflexionado sobre el tema y nos hubiera puesto de relieve las deficiencias que al respecto se dan cada día en nuestras aulas y en nuestros centros educativos.
Al final se nos presenta un Manifiesto de la escuela de la oportunidad con la idea que nos resulte inspirador para llevar a nuestros centros educativos y en el ejercicio de nuestra profesión docente, como oportunidad de cambiar vidas, abrir futuros y hacer un mundo mejor.
Acaba la obra con poemas que hablan sobre el valor del tiempo. Poemas de: Juan Ramón Jiménez, Jesús Munárriz y Nazim Hikmet.
«Ser profesor es una pasión. Uno parte del interés por la infancia y, durante el período de formación primero y con el ejercicio profesional después, se va transformando en entusiasta de la relación educativa. Ejercer esta profesión imprime carácter»
[…] libro que me gustó mucho de Carmen Guaita es Cronos va a mi clase. podéis ver la reseña en este mismo […]