Un libro diferente y de fácil lectura por varias cuestiones: Un libro comprometido con el cambio, con la sociedad, con las familias, con el sistema, dando pautas para la acción y sobre todo para la reflexión docente; cuenta muchas historias, cuentos, leyendas… que conectan con el contenido de lo que estamos leyendo; a cada capítulo le pone una banda sonora que también nos hace introducirnos en el contenido de lo que nos va a contar; es personalista, en él se vierten opiniones y experiencias personales de Mar Romera que hacen que los relatos sean más creibles; se lee muy rápido porque vas deseando conocer cuál es la historia o el tema de lo que nos va a hablar la autora en las siguientes páginas… Es de los que se puede llamar «de una sentada», a pesar de que lo vertido en él da para la reflexión de muchos momentos en nuestra vida profesional.
Tengo que confesar que elegí el libro con cierto escepticismo, pensando que iba a ser una charla más de Mar Romera que he visto en alguna ocasión en YouTube, pero os puedo decir que el libro lleva a la reflexión y se compromete bastante en beneficio de la mejora de la escuela y del sistema escolar. Recomendable para familias y docentes.
Mar Romera nació en Heidenheim (Alemania) en 1967, aunque desde muy pequeña vive en Granada.
Es maestra, licenciada en pedagogía y en psicopedagogía, especialista en inteligencia emocional, autora de varios libros sobre la escuela, la infancia y la didáctica activa, presidenta de la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci y autora del modelo pedagógico «Educar con tres Cs: Capacidades,
Competencias y Corazón».
Conoce de primera mano todas las etapas del aprendizaje, puesto que ha trabajado en la enseñanza infantil, primaria y secundaria, pero también en educación especial y formación profesional, y ha sido profesora universitaria. En la actualidad es asesora pedagógica y formadora del profesorado en varias comunidades autónomas. Se la conoce principalmente por sus ponencias sobre educación
emocional, e imparte y participa en multitud de cursos, jornadas y congresos. (PlanetadeLibros)
La propia autora nos habla de su libro «La escuela que quiero»
«La escuela que quiero, elegante, atrevida y de buen gusto, es de juguete y de barro; de cuerdas y plastilina; de cartón y de papel; de hablar y de correr; de ilusión, cuento y encuentro con sonrisas y alegrías; de bailes y de canciones; de hijos, madres, abuelos, hijas, padres y sobrinas; de gigantes y enanitos reales e imaginarios que tanto aprenden a ser como se hacen cosquillas; de vida y aire libre, del lugar donde venimos y a donde vamos…» nos relata Fernández Bravo en su prólogo.
Nos va transmitiendo la esperanza que con la educación el mundo del mañana puede mejorar y eso hay que creérselo y practicarlo cada día, recogiendo las enseñanzas que nos pueden aportar otros ámbitos de la sociedad que llegan a emocionar y tener éxito (fútbol, cocina…) «… una educación con mayúsculas y una educación que respete tanto a nuestra infancia que tenga la cualidad mágica de trabajar cada día con lo mejor del ser humano, con la forma de mirar, de entender y de explicar de un niño… pensar de esta forma, es una condición básica para ser maestro o maestra»
Comparando al fútbol y la cocina con la escuela nos propone el análisis de los siguientes titulares para llegar a la escuela que quiero:
«El éxito del sistema educativo no lo traerán los recursos ni las tecnologías. El triunfo solo llegará a la escuela si viene de la mano de las personas que participan en ella»
Mar Romera hace un bonito y crítico relato de la escuela de su padre, de su escuela, de la escuela de su hija, de la escuela de su sobrina y concluye este apartado diciendo que lo verdaderamente importante es que se respete al alumnado, que le permitan encontrar su elemento (K.R), sus potencialidades, sus capacidades, de forma que el sujeto se sienta bien consigo mismo para que, en el futuro, en el trabajo se sienta bien. Una escuela con tres «C»: capacidades, competencias y corazón.
A continuación hace un recorrido cinematográfico, comparando la escuela de los protagonistas de las películas con la escuela que ella quiere. «La escuela que quiero… una escuela ilusionada que camina día a día desde la ilusión y el valor de la infancia… con responsabilidades sociales que asume el compromiso de educar y no será posible si no se respetan los derechos de la infancia, los derechos más básicos de la vida…»
Una escuela donde se permita pensar diferente, que sea democrática, comprensiva, atendiendo a la igualdad de oportunidades, atendiendo a la diversidad y que sea plural, donde el docente sea responsable en sus saberes, en su formación, en su presencia… esa es la escuela que quiere.
Más adelante se plantea lo que el mundo de hoy necesita de la escuela, una escuela del ser, mucho más que una escuela del tener o del saber, una escuela innovadora que cambie las formas internas y no las externas solamente, una escuela que escuche al niño y lo haga con todos los sentidos y no solo desde los márgenes de los mercados.
Hace un breve análisis de las distintas escuelas que actualmente están en el ámbito educativo: Montessori, Waldorf, Escuela libre, Escuela bosque, Reggio-Emilia, Amara-Berri, Educación democrática, Ashoka España, Comunidad-Aprendizaje…reconociendo que en cada una de las propuestas hay algo que aprender y de las que nuestro alumnado puede disfrutar y aprovecharse pero no quiere decir que la marca garantice la innovación ni la calidad de la escuela del siglo XXI.
Sigue la Escuela que quiero: a) Con ojos de sociedad. Una escuela que prepare para el cambio, con alumnado autónomo, responsable,competente, que sale elegir y tomar deciciones. Una escuela que prepara para trabajar en equipo, con personas equilibradas emocionalmente. b) Con ojos de padre y madre, primeros responsables en la educación de su hijo o hija c) En un entorno seguro, sin sobreprotección, un lugar seguro donde se pueda opinar, defender tus ideas sin miedo, donde el error forme parte del aprendizaje… d) La escuela debe ser inclusiva e incluida en el entorno. e) El profesorado de la escuela debe ser buena persona, las buenas personas aprenden a querer sin demasiada dificultad; con formación psicopedagógica, con cultura, con habilidades intrapersonales e interpersonales (comunicación, escucha, disciplina positiva, empatía…)…
El capítulo 10 lo dedica a ver la escuela que quiero con ojos de niños y niñas, viendo qué significa ser niño o niña en el sigloXXI, dándoles autonomía, conquistando la elección y el cambio, conquistando el trabajo en equipo, conquistando el respeto, una escuela emocional y emocionante…
«La escuela debe constituirse en las comunidades como un verdadero agente cultural y de transformación, como un espacio de construcción de la ciudadanía»