Algo está pasando en la infancia que hay que analizar, parece como si fuese un producto cualquiera con el que se juega para sacarle mayor rendimiento, no importan los contextos, nos ciega el producto y su rentabilidad, muchas veces económica. Está pasando en nuestra infancia, se juega con sus sentimientos y se olvida que los niños y las niñas deben ir descubriendo el mundo pero sin dejar de ser niños o niñas, no hay que acelerarlos, hay que dejar que pierdan su tiempo, que se aburran, que jueguen en la calle, en el campo, en la playa… solo así podrán construir su propio mundo para llegar a ser personas y no estar en esa aceleración que le imponemos los mayores porque en el fondo queremos que sean niños con proyectos de hombre o niñas con proyectos de mujeres, desde su más tierna infancia, sin dejarles su propio tiempo de paso y de descubrimiento de sus primeros años de existencia.
«Los adultos estamos colonizando la infancia de manera acelerada por la vía de lo híper: infancias hiperactivas, hipersexualizadas, hiperconectadas… Queremos que sean como nosotros: emprendedores, con una identidad sexual clara, dominadores de varios idiomas y creativos. Idolatramos la autoestima, elogiándolos indiscriminadamente como si ya fueran geniales por el simple hecho de ser niños, a menudo origen de egos inflados de narcisismo. Y, al mismo tiempo, los queremos controlados y evaluables en sus resultados. ¿No estaremos privándoles del tiempo propio de la infancia, aquel que Freud reservaba para comprender qué significa hacerse mayor? ¿O de los entornos facilitadores de desarrollo a los que aludía Skinner? ¿Cómo seguir siendo interlocutores válidos para esta infancia del siglo XXI» (Casa del Libro)
Los autores José Ramón Ubieto y Marino Pérez Álvarez, psicoanalista y catedrático de psicología respectivamente, nos hablan de una sociedad sometida al régimen de lo hiper: rendimiento, consumo, resultados. Y que patologiza los efectos que provoca etiquetándolos como trastornos mentales, en lugar de pensar y acompañar a los niños como sujetos singulares. Podéis leer la entrevista que eldiario.es hizo a los autores del libro.
«Los niños y las niñas no se han transmutado en entidades incorpóreas, sino que lo han hecho en cuerpos gozantes bajo el régimen de lo híper, tan presente en nuestras vidas… su hiperconexión permanente los mantiene en una hiperactividad non stop, signo claro de su rendimiento productivo» (Han, 2012)
La infancia debe tener su propio tiempo para hacerse preguntas, para descubrir por ellos mismos respuestas simples, sencillas operaciones de la vida cotidiana que no deben darse sin su propio descubrimiento. Los niños y las niñas necesitan su tiempo de descubrimiento natural, sin estar conectados continuamente a un dispositivo que les dé las respuestas; esa maduración forzosa los hace más inquietos, menos resilientes, más hiperactivos… menos naturales en cuanto a su propia maduración, su curiosidad, su aburrimiento… «contrariamos la lógica misma de lo infantil, que es ante todo, como nos mostró Freud, un tiempo para comprender, un tiempo para hacer(se) preguntas más que para encontrar respuestas definitivas, un tiempo de juego y elaboración más que de trabajo productivo»
Los autores manifiestan su deseo de reivindicar la infancia, reivindicar el derecho de los niños y niñas a darse su tiempo antes de hacerse adultos, para ello hay que escucharlos y acompañarlos en su proceso de crecimiento.
Este libro está recomendado para las familias, para los docentes, para los profesionales de la educación que sientan esa curiosidad por mejorar el mundo de la infancia y por ver qué consecuencias están teniendo, ya en estos días, los adelantos de la ciencia en la que vivimos inmersos.