Fernando Trujillo Sáez (@ftsaez) es todo un referente en el mundo educativo, no es pedagogo pero domina con soltura la ciencia de la educación, buen ejemplo de ello es el libro que nos ocupa para esta reseña «Activos de aprendizaje. Utopías educativas en construcción», recientemente publicado.
Como él mismo nos relata, en esta obra nos cuenta las reflexiones y tareas en las que ha estado ocupado durante los últimos seis años. Es un diario personal en el que a través de sus preguntas, unas con respuestas y otras no, nos hace pensar y participar de sus preocupaciones educativas.
Este libro es muy recomendable para docentes, familias y todas aquellas personas relacionadas con el mundo educativo que estén pensando en la mejora de la educación, el autor nos da ese empujoncito necesario para emprender un nuevo camino hacia la innovación. Dada la variedad de los temas que trata (el aprendizaje servicio, las ciudades educadoras, la educación expandida, las comunidades de aprendizaje, el aprendizaje por proyectos…) puede interesarle a un gran número de personas.
Juan Ignacio Pozo, en el prólogo, nos invita a, que en lugar de limitarnos a enseñar lo que sabemos de la mejor forma posible, nos propongamos jugar el verdadero partido de la escuela, que no nos quedemos solo en los entrenamientos, recordándonos la metáfora que nos cuenta Trujillo con respecto al partido; de esta forma podremos preparar a personas para que participen en la sociedad que cada vez se nos presenta con situaciones más complejas, pero en la que cada vez caben más utopías. «La escuela es en gran medida una consecuencia del sueño ilustrado, de la idea tal vez utópica de que el conocimiento nos hace mejores personas y mejores ciudadanos…» hace falta que alguien nos vaya refrescando estas ideas para jugar ese partido de la escuela y disfrutar en el proceso de entrenamiento, a esta cuestión contribuye Trujillo con esta obra, nos da ánimos para seguir replanteándonos nuestra tarea con las miras de ir mejorando nuestra contribución a la sociedad. «… se trata de recuperar para la escuela la fluidez, la naturalidad y el sentido que rigen los aprendizajes informales, pero sin perder las metas, la intención educadora, más allá del aquí y ahora, que debe guiar todo proyecto de educación formal»
Hoy en nuestras escuelas hay docentes que lo están haciendo de forma diferente, que están creando espacios de aprendizaje conectados con la sociedad, que tienen en cuenta a su alumnado y las vivencias de su entorno, que se plantean una evaluación distinta en la que se aprecian los avances y si se detectan dificultades se les ayuda a superarlas… «hoy la innovación y un fuerte compromiso social con la equidad y la inclusión son dos marcas de calidad de muchos centros educativos que, por otro lado, están recuperando la esencia de lo mejor de las vanguardias educativas del primer tercio del siglo XX»
Trujillo se pregunta cómo conseguir un noventa por ciento de profesorado que innove, en vez del diez por ciento que tenemos ahora. Su propuesta para solucionar esto es gamificar la profesión docente, aplicar algunas de las claves que hacen de los juegos una experiencia satisfactoria en situaciones que no son estrictamente lúdicas.
Nos habla del tiempo y el ritmo vertiginoso que nos marcamos en las escuelas para llenar de contenidos cada una de las horas de las que disponemos ante el alumnado y sin embargo se nos olvidan las vivencias, las experiencias que quedan en el poso cultural y que no se olvidan a lo largo de la vida. «Quizá haya llegado el momento de tomar el control del currículo porque, como dice Byung-Chul Han (2015):
«La experiencia de la duración, y no el número de vivencias, hace que una vida sea plena. Una sucesión veloz de acontecimientos no da lugar a ninguna duración»
Hasta hace poco la escuela se limitaba a reproducir los conocimientos de docentes y libros de texto. «Sin embargo, la nueva realidad llama a una reconstrucción de la escuela, centrada en los aprendices y su actividad, conectada a nodos de donde puedan tomar información que, después, es tratada con la ayuda de sus docentes y en compañía y cooperación con sus compañeros y compañeras» Trujillo nos hace preguntas para la reflexión, suponiendo que verdaderamente queremos una escuela que forme la ciudadanía del siglo XXI.
En la obra se nos hace pensar sobre temas de actualidad, esos que hablamos en encuentros y jornadas educativas: Internet y las tecnologías, pedagogías emergentes, sobre el fracaso de las competencias, sobre las tareas integradas, sobre la formación del profesorado, sobre la Administración, sobre los centros y el cambio sistémico, sobre el currículo, sobre enseñanza activa, sobre ABP y las razones para usarlo, sobre la profesión docente, sobre Pedagogía, sobre liderazgo, sobre ciudades educadoras, sobre la inspección y su eficacia, sobre los libros de texto, sobre el aprendizaje cooperativo, sobre evaluación, sobre educación expandida, sobre la escuela como agente de transformación social, sobre la educación como bien común, sobre el cine y la literatura en educación como espejos que nos muestran la sociedad en la que vivimos, sobre el entramado de la universidad, sobre las aportaciones de la neurociencia a la educación, sobre PISA y lo que se esconde tras las pruebas… Vamos que hablando en términos de flamenco, podemos decir que Trujillo toca todos los palos, todos los temas que hoy nos preocupan en este mundo de la educación para llevarla a mejor puerto.
Nos cuenta una bonita historia de ficción sobre una maestra interina a la que van destinando cada año a un colegio y así pasa por centros que son modelos de aprendizaje, de innovación, de inclusión, de tener en cuenta al alumnado, de mantener puertas abiertas a la sociedad… ¡Hay que ver qué suerte tuvo María en sus destinos! Es un capítulo entrañable y un orgullo para esos centros a los que menciona.
Además de sus sabias opiniones en cada tema, quiero resaltar su poder de llevar a la reflexión haciendo preguntas que nos inducen hacia un pensamiento crítico con nuestra labor docente. Es una constante en la obra la necesidad de abrir las puertas de la escuela a la sociedad y llegar a una interrelación para formar a la ciudadanía que analice lo que tiene y active conductas para el beneficio común, donde quepamos todos y todas y en donde se respeten los derechos y se cree una sociedad más justa y equilibrada que la que tenemos.
Me reitero que es un libro muy recomendable para el profesorado y las familias, creo que sería un buen libro para hacer tertulias dialógicas en los claustros y sacarle todo el jugo a la reflexión que nos plantea en cada tema.