Nuestros padres, nuestros abuelos y las generaciones anteriores a ellos han ido transmitiendo una forma de educar que quedaba impregnada de padres a hijos para cuando ellos y ellas fueran a ir formando sus respectivas familias. Era la educación del sentido común fomentando la madurez personal y el respeto a las personas. Evidentemente, como en todo, había sus excepciones, pero la mayoría de las familias sabían bien cómo educar a sus hijos e hijas para que se pudieran desenvolver en la sociedad. en el trabajo, con sus amigos…
Estamos ante una crisis de la civilización y de valores que han hecho que haya familias desorientadas, sin saber cómo fomentar esa madurez personal. Antoni Bolinches en el prólogo del libro nos dice que el arte de educar se aprende al madurar y que cuando uno madura queda en condiciones de servir de ejemplo y guía para la educación de los demás.
En opinión de Fernández Antón, la falta de una autoridad constructiva ha creado un clima social que infantiliza a sus individuos, porque les impide desarrollar sus capacidades internas. Nuestra sociedad ha potenciado la recompensa inmediata en contra de la cultura del esfuerzo, y ello es contradictorio con una educación que ayude a madurar al ser humano. Hace falta añadir sentido común a la educación porque solo quien está bien preparado y bien educado es capaz de salir adelante en un mundo complejo como el que vivimos.
Sigue en la introducción proponiéndonos el autor que aunando los conceptos de autoridad constructiva y de sentido común, este libro constituye un nuevo método educativo nacido de la práctica clínica, cuyo objetivo es el de aportar su granito de arena en la mejora de las capacidades educativas de familias y profesorado.
A través de casos prácticos y múltiples consejos en esta obra se nos ofrecen herramientas necesarias para educar con sentido común y mejorar nuestra capacidad educativa como padres, madres o docentes.
«La clave es sermonearles menos y escucharles más; decirles menos y mostrarles más; dirigirles menos y cuestionarles más; sustituir la coacción por la persuasión; forjarles el carácter desde el interior de sí mismos, no a base de exigencias» Guiar a los niños y las niñas para que vayan construyendo su propio pensamiento y sepan marcarse sus objetivos para la resolución de sus propias conductas personales y sociales.
Una vez más debemos recordar que los adultos servimos de modelos y que según nuestras actitudes ante emociones, problemas, comportamientos… vamos a ir marcando pautas que servirán de ejemplo a nuestros hijos o alumnos, de nada sirve que le diga en numerosas ocasiones «Debes leer más» si no nos ven a nosotros dedicar un tiempo cada día a la lectura; de nada sirve recalcarles que no deben ser violentos si nuestra actitud de enfado ante cualquier situación familiar se genera con violencia… Se educa más con lo que se hace que con lo que se dice.
Un libro muy recomendable para familias, docentes y educadores en general. Sus consejos, sus ejemplos y sus reflexiones nos servirán de ayuda en esa tarea difícil de educar para que nuestros niños y niñas lleguen a ser personas íntegras que sepan relacionarse, desarrollarse como personas a lo largo de su vida, comportarse de pleno derecho en su comunidad…