Emilio Lledó (1927) es uno de los grandes pensadores españoles de nuestro tiempo, acumula una larga experiencia docente en España y Alemania. Es miembro de la Real Academia Española desde 1994 y ocupa el sillón «l» (ele minúscula).
Ha colocado la educación en el centro de su filosofía y el ideal pedagógico que defiende se alimenta de unos sólidos cimientos filosóficos, pero también se alimenta de su larga trayectoria en las aulas, esta cuestión le da una autoridad relevante en todo lo que dice, no es un pensador que se ha cultivado solo en los libros, lo ha vivido y experimentado y a su favor tiene el ser muy querido entre su alumnado que a pesar de los años le saludan con cariño por las calles.
Lledó está a favor de una educación pública «que haga desaparecer las azarosas e injustas diferencias que necesariamente impone la sociedad», ya decía Aristóteles que si toda ciudad tiene un solo fin, está claro que la educación tiene que ser una y la misma para todos los ciudadanos. Defiende una organización moderna e interdisciplinaria de los conocimientos, no «asignaturesca», en la que el pensamiento se ejercite y no se haga repetir para olvidar, es mejor hacer filosofía que aprender historia de la filosofía, qué mejor forma de aprender que leyendo a los clásicos y debatiendo en clase sobre sus pensamientos, defiende la escucha activa y la conversación con fundamento pero, para saber opinar hay que leer, para ejercitar la libertad de expresión hay que alimentarse de la lectura.
«En la raíz de la palabra «educación» está un verbo latino que significa «guiar», «conducir»; pero también sacar algo de alguien: guiar, pues, y desarrollar lo que yace en el fondo originario de cada naturaleza que es dinamismo, posibilidad, evolución, progreso» Educar es tener palabra, educación, afán de conocimiento, cultura, inteligencia, libertad; libertad para ser y dar a los demás y no para tener.
«Educar es crear libertad, dar posibilidad, hacer pensar» Comenta Lledó que sin embargo hay instituciones que parecen haber nacido para combatir esa libertad y ese pensamiento, levantando en la mente infantil un mundo de fantasmagorías que coagulan en atontamiento y en su consecuencia inmediata, el fanatismo y la violencia. Completa que uno de los trabajos, según la fórmula kantiana, social y humanamente más importantes y gratificantes es el ejercicio profesional de la educación. Por eso no hay nada más triste que esos profesores «ganapanes» sin amor a lo que enseñan y a los que enseñan.
El libro nos presenta el testimonio y las preocupaciones del autor que han ido surgiendo a lo largo de su trayectoria docente fuera y dentro de nuestro país. Es realmente importante porque es la educación la que hace a la persona, ya que su entorno familiar y social van a determinar la configuración de dichas personas.
«El mundo familiar en el que, por azar, nos hemos encontrado, determina necesariamente el territorio de nuestra inicial sociabilidad, pero ese azar puede modificarse y deteriorarse en la escuela. Por ello es esencial la defensa de una escuela pública que haga desaparecer las azarosas e injustas diferencias que necesariamente impone la sociedad»
La educación no debe llevarse por la globalización y la digitalización porque podría ocurrir que el «globalismo o el digitalismo», como él los llama, fuesen invenciones que parten de intereses económicos y no lleven más que a entontecer a la ciudadanía en una sociedad de consumidores.
El libro es contundente, con las ideas muy claras y bien fundamentadas, con la lucidez de una persona de 91 años a la que le sigue preocupando la felicidad del estudiante y la formación de la ciudadanía en general. Confiesa que no se lleva muy bien con la tecnología pero en ningún momento duda de su eficacia, siempre que no nos dejemos llevar por esos caminos del consumismo que nos transportarán a un entontecimiento intelectual y que nos conducirá a ser llevados por otro sector que solo piensa en intereses económicos.
Este libro puede interesarle a la población en general, por supuesto a docentes, familias y aquellas personas que estando en el gobierno se dediquen a legislar en el mundo educativo. Tiene un lenguaje asequible y con fundamentos de anteriores pensadores que lo hacen más sabio. Totalmente recomendable su lectura.
2hundreds