Por mucho que ha cambiado el mundo, nuestras emociones parecen estar en épocas primitivas, seguimos sintiendo y sufriendo con miedos, odios, sentimientos y emociones que suponen un obstáculo en nuestro bienestar y que nos hacen tener comportamientos inadecuados.
Hoy la ciencia tiene conocimientos suficientes para que podamos avanzar en este camino y podamos, mediante estrategias racionalizadas, sentirnos libres de las ataduras que emocionalmente nos estén impidiendo nuestro propio desarrollo.
De este tema nos habla el autor del libro, Ferran Salmurri, psicólogo clínico de 57 años, que trabaja en el Hospital Clínic de Barcelona. Es pionero en España en la investigación de estrategias para educar las emociones, es también autor de un novedoso programa para su aplicación en las escuelas.
Nos pasamos parte del tiempo que estamos ante los menores dándoles órdenes y riñéndoles, incluso poniendo en duda la confianza que depositan ante nosotros. De todos es sabido que proyectamos expectativas con ellos y ellas que, si no se cumplen, nos sentimos defraudados y en algunos casos hasta nos enfadamos porque no llegan a ser el modelo que nosotros los mayores habíamos pensado que serían. Los menores necesitan sentirse aceptados, queridos, comprendidos y debemos ayudarles a aprender de sus errores, sin olvidar que somos modelos y que ellos y ellas repiten nuestros comportamientos. ¿De qué me sirve enseñarles que hay que ser honestos, si le acabo de decir que si llama alguien le diga que no estoy? «Enseñar honestidad con mentiras no es precisamente lo más coherente y honesto»
En el libro se dan algunas pautas que nos pueden ayudar en la educación de los menores: ante conductas inadecuadas por exceso; ante conductas inadecuadas por defecto; sobre el ejercicio adecuado de la autoridad, sin llegar a ser autoritario; sobre contratos, limitaciones y libertades que se pueden llevar a cabo, especialmente con los adolescentes; sobre la forma de negociar la convivencia…
En otro apartado se nos habla de cómo podemos hacer para mejorar el índice de felicidad de los menores: mejorando su autoestima, ayudándoles a que la vida les funcione, sabiendo superar incluso los fracasos y sus consecuencias emocionales, ofertándoles un abanico de actividades para que descubran en cuáles de ellas se sienten mejor; mejorando el autocontrol de su propia conducta y haciéndoles ver las consecuencias negativas que pueden llegar a darse en caso de no cumplir los acuerdos; cómo si los acostumbramos a relajarse pueden llegar a controlar sus emociones y comportamientos.
El profesorado debe recibir la suficiente información para poder tratar al alumnado de forma emocional, tanto si llegan a tener trastornos como si no, no se trata de que hagan diagnósticos ni tratamientos terapéuticos que competen a otros profesionales, se trata de que sepan llegar al alumnado pudiendo establecer un clima de convivencia que favorezca el aprendizaje en cada una de las etapas educativas.
Al final del libro se nos dan unas conclusiones que podemos enseñar a los menores. Entre ellas: Somos lo que practicamos, el cerebro se hace día a día (aprendemos, practicamos e interiorizamos), tienes derecho a ser diferente (no te compares con nadie), expresar sentimientos no es ridículo, nuestro estado de ánimo depende de nosotros mismos, expresar lo que sentimos nos hará sentir bien, si estás tranquilo podrás pensar mejor y defender tus derechos de forma adecuada y eficaz…
«Debemos reconocer que tenemos mucho trabajo por delante. la libertad emocional no se consigue en tres días, del mismo modo que la educación emocional no tiene fin. Es una actitud personal decidir si el camino merece el esfuerzo. Ser espectadores de la vida o ayudarnos y ayudar a crear una vida mejor para nosotros mismos y para los demás»
En resumen, trabajar la libertad emocional nos hará más felices y más libres para la convivencia y el desarrollo personal, es por tanto necesario trabajarla en las familias y en los centros educativos porque de nada me sirve tener muchos conocimientos en mi cerebro si no sé comportarme de forma adecuada, si no sé convivir con los demás, si no sé relacionarme con los demás y transmitirles mis pensamientos…
Es un libro que nos da pautas prácticas para la convivencia tanto en las escuelas como en las familias y en la sociedad. Es recomendable para todas aquellas personas que crean que las personas somos diferentes y como tal hemos de educarnos y desarrollarnos, respetando las pautas socialmente establecidas para el buen clima de la comunidad.