A raíz de la entrada de la revista Escuela 3.0 » Los 30 mejores libros para docentes» me vienen al recuerdo unas sensaciones que sufría cuando era directora y pasaba tantas horas en el despacho. Paso a relatarlo directamente.
Por la mañana temprano, siempre entraba a primera hora, me ordenaba mi mesa de trabajo y en ella siempre había lecturas, pero… llegaban las tres de la tarde y ese libro no se había abierto, una vez más «Lo urgente desplazaba a lo importante», así pasaba cada día del año escolar.
Mis lecturas docentes las hacía en casa porque evidentemente es una necesidad el ponerse al día, el leer a los compañeros y compañeras, el estar pendiente de cualquier experiencia pedagógica para ponerla en práctica o para tener en cuenta algún aspecto a desarrollar en nuestra práctica docente.
Lo que sentía es que si me ponía a leer en el despacho parece que como si tuviera tiempo libre y sin otra cosa que hacer, cuando lo razonaba me daba mucha rabia pero eso era así y no supe acostumbrarme a otra forma de actuar.
Empezamos a hacer una biblioteca de despacho del equipo directivo, con libros que pensábamos que eran interesantes para nuestra formación, los íbamos rotando, leyendo y comentando. No sé si habrá seguido engrosando esa biblioteca , lo que sí sé que si no lees te quedas en el más absoluto misterio del pasado y tu crecimiento personal y profesional va mermando cada día.
Así que os dejo y me pongo a leer que tengo un montón de libros esperándome.
¿Te pasa a ti algo parecido? Me gustaría recibir experiencias parecidas. Gracias
(La imagen está tomada de Google)