Inspirada por Marcos Ordóñez en su artículo El síndrome Trigorín en la sección de Cultura de El País digital del día 10-01-2013, ya que me siento identificada con lo que expone.
«En Los que sueñan el sueño dorado (Mondadori), la formidable antología de crónicas de Joan Didion, hay un texto llamado Sobre tener un cuaderno de notas donde la escritora americana dice: “La gente que toma notas en cuadernos es una especie distinta. Gente solitaria y reticente que siempre está cambiando la disposición de las cosas, insatisfechos ansiosos, niños que al parecer sufrieron al nacer cierto presentimiento de pérdida”.
«El síndrome de Trigorin, el escritor que aparece en La gaviota, de Chejov. Trigorin se sentía obligado a tomar notas de modo compulsivo. “Veo una nube en forma de piano”, le cuenta a Nina, “e inmediatamente pienso que eso quedaría bien en una escena futura. Huelo un heliotropo y apunto: ‘Olor penetrante, color de viudedad, mencionar al describir una noche de verano o adjudicárselo al personaje de una viuda”.
El cuaderno de Trigorin (1981) es una adaptación libre del clásico La gaviota, de Antón Chéjov, transformado por el genio de Tennessee Williams en un poderoso drama contemporáneo.
Yo siento continuamente que se me escapan muchas cosas a mi alrededor, parece que me siento insatisfecha con no poder llevar el ritmo que esta sociedad de la información me impone, siempre tengo libros por leer, artículos que voy guardando, correos sin contestar ni leer, ritmo de WhatsApp, de Line, agenda en el móvil… Para eso tengo también la costumbre de tener cuadernos y notas por toda la casa: en mi mesa, al lado de mi ordenador siempre hay una agenda en la que voy apuntando ideas, listado de tareas pendientes, hashtags que creo o que quiero seguir, una frase para iniciar un artículo…; tengo cuadernos en el frigorífico, en la bandeja de los mandos, en el bolso, en la mesilla de noche… y también tengo un cuaderno en el baño, porque es verdad que en la ducha es donde surgen las buenas ideas.
Recuerdo un curso de Habilidades Sociales, impartido por el hoy inspector de educación Juan González Japón, en el que un día nos pusieron de tarea que disfrutásemos de la ducha, casi todos los días lo intento y aún no lo he conseguido, bajo el agua surge una planificación, algo que has olvidado, una llamada, una idea para escribir… por eso tengo el cuaderno en el baño porque allí mismo lo escribo y así no lo olvido. Además en el baño escucho la radio y esto llega a ser fuente de inspiración en algunos momentos.
Tengo costumbre de comprar cuadernos por cualquier sitio que vaya, en mi biblioteca hay una librería exclusiva para ellos, hasta me los regalan porque saben que es mi delirio…
No me siento que haya tenido ningún problema en mi infancia, sólo que no quiero perderme nada, que no quiero estar desinformada, que quiero estar al día en las RRSS, que quiero escribir, leer, aprovechar cualquier idea para compartir…
Gracias a los dos por vuestros comentarios, sabéis que tengo esta manía hace tiempo pero hasta hace unos días no la identifiqué con Trigorin… todo un hallazgo.
Apílalas todas y haz una fogata. Disfruta del espectáculo llameante… pero si tomar notas en el IPad!!!! Jejeje. Esa sensación me resulta familiar Loli. Yo creo que he asumido que soy humano y limitado y cuando olvido algo, cuando desconozco algo, cuando algo falla… busco a alguna amiga como tú y listo.
Un beso.
Gracias Antonio, también tomo notas en el móvil, el IPad es de JA, pero ese gusto por escribir en el cuaderno, en el momento que se te ocurre algo… eso… tiene que ser en papel. Besos
Doy fe, es un cuaderno de notas andante, menos para ir a la compra del «super» que va siempre sin lista.