Hace unos años que se habla mucho de inclusión, de atención a la diversidad, de atender al alumnado como persona ya que cada una tiene sus características, sus formas de aprender, sus sentimientos, sus contextos de desarrollo, sus familias… pero en la práctica, en el día a día de las aulas y de los centros educativos, aún queda mucho camino por andar en este apartado.
Con el propósito de que nos sirva de reflexión colaborativa me hago una serie de preguntas que pongo a disposición del personal que me lea para que le sirva como autoevaluación:
1) ¿Conozco a todo mi alumnado? Sé su nombre, dónde vive, quiénes son sus amigos…
2) ¿Conozco las características del entorno en el que se mueve mi alumnado? Costumbres, vocabulario propio, fiestas de interés…
3) ¿Trato por igual a todas las personas con las que día a día paso tantas horas? Hablo a diario con mis alumnos y alumnas, sé de sus preocupaciones, sé si son más tímidos unos que otros, al menos pronuncio su nombre una vez en la clase, conozco si hay algún problema que le esté atormentando…
4) ¿Conozco a sus familias? Me intereso por saber si la familia tiene trabajo, si en ella hay algún acontecimiento familiar, si ha habido una muerte cercana, si hay alguna circunstancia relevante…
5) ¿He observado la inclusión del alumno o la alumna en su grupo de referencia? A veces, el alumnado pasa un auténtico calvario sólo porque no está bien situado en el grupo con el que debe trabajar, ver si hay alguna persona que esté dominando, ver si se desarrolla con naturalidad…
6) ¿Conozco los orígenes de la educación de ese alumno o alumna? La influencia de los primeros años de aprendizaje puede marcar la vida de un estudiante, el trato que se le ha dado en casa en los primeros años de vida puede ser influyente para su educación posterior…
7) ¿Me esfuerzo cada día por llegar a todo mi alumnado? Graduo los trabajos y las explicaciones, busco actividades varias de motivación, utilizo herramientas atractivas, intento que ninguna persona se pierda en el aprendizaje…
En otra ocasión escribí sobre el mismo tema, lo puedes leer aquí.
Editado por el CEP de Alcalá de Guadaíra hay una Guía de autoevaluación de la práctica inclusiva en las escuelas.
Al igual que cada alumno o alumna es un mundo, nosotros como profesores y profesoras también somos distintos y hay personas que tienen más empatía que otras a la hora de las relaciones con el alumnado, pero hay técnicas que pueden ayudarnos a mejorar y a hacer de los grupos una verdadera comunidad de aprendizaje, manifiestamente positiva a experimentar, investigar, aprender…
Me paro aquí y espero vuestros comentarios y experiencias al respecto.
Un video que nos puede ayudar a pensar con un cuento de Bucay «El elefante encadenado».
Cada vez creo más que realmente cada persona es varios mundos.
Cada persona es un mundo, o varios.