Esta es mi segunda entrega para el blog de SevillaDirecto, se publicó el jueves 26 de mayo.
Aquí os lo dejo para vuestra consideración. Gracias de antemano.
En esta semana se ha cumplido el aniversario de las elecciones municipales de 2015, aquellas que en muchos lugares dieron lugar a los llamados ayuntamientos del cambio; eso no ocurrió en Sevilla, por mucho que se consiguiera acabar con el gobierno absoluto y absolutista del alcalde Zoido. Era condición necesaria, pero no fue suficiente, no se dieron las condiciones para un cambio en los términos en lo que se ha dado en otras grandes ciudades y numerosos lugares de la geografía andaluza y estatal.
Hoy, vísperas de, posiblemente, momentos inolvidables en la historia política española, es interesante echar una mirada con carácter retrospectivo a lo acontecido en los meses previos de las elecciones municipales 2015. Existía un ambiente de euforia en las fuerzas políticas de la izquierda, así como en grupos cercanos más o menos organizados que permitía hacer ver un acuerdo amplio, para conseguir el cambio real del gobierno de la ciudad. La palabra Ganemos sugería esa posibilidad, a todo el mundo le faltaba tiempo para sumarse a la necesidad de confluir, una fuerza emergente como Podemos no daba el paso de presentarse a las elecciones municipales, pero fomentaba listas ciudadanas que, en términos propios, se convirtieran en el crisol del cambio. Fuimos espectadores asombrados de posiciones iguales en sus objetivos, pero contrarias en sus métodos, reuniones por aquí y por allá que hacían florecer hoy propuestas interesantes y que mañana se caían como una flor barrida por el viento. A pesar de todo, seguía habiendo una ilusión infantil, en muchos momentos, que apuraba el tiempo que corría inexorable hacia el día de no retorno, era un querer por algunos y no poder por otros que llevó a un auténtico esperpento político con más de cuatro candidaturas a la izquierda del PSOE. Consecuencia de aquel esperpento, el escenario municipal actual, un gobierno en minoría del PSOE, con una parte de la oposición a medio camino del acuerdo y la otra parte enrocada en modo “rajoy” a la espera de mejores tiempos. En definitiva, muy poco cambio para lo que era menester.
Pero aquello no fue en vano, aunque esté por ver, si los resultados son tan esperanzadores como prevemos algunas. Creo que la necesidad ha apretado tanto hasta producir un aprendizaje en diferido. Hoy no es necesario debatir hasta extremos insospechados cuales son las líneas rojas de un posible acuerdo electoral; es incluso, probable, que ahora seamos demasiados laxos en esos términos, sigue habiendo demasiados grupos diversos, pero no tan diferentes, pero parece que se ha llegado a un acuerdo no escrito que desborda el propio acuerdo electoral entre Podemos, IU y Equo y otras fuerzas políticas. Hoy existe un posible consenso social que se basa en que las oportunidades no son infinitas, en que no podemos esperar más, en que el sufrimiento es tan grande que hasta hay declaraciones (demagógicas) que nos advierten de que nos hemos pasado varios pueblos en la austeridad. Parece si como, por ensalmo, las dificultades de hace unos meses o hace un año hubieran desaparecido. Estamos recorriendo un camino de no retorno que permite alumbrar una posible salida a la situación actual, pero que nos obliga, a esforzarnos al máximo en transitar por esos senderos, y al mismo tiempo, nos pone ante una situación deseada pero, a lo mejor, no asumida, de que ganar y gobernar desde otro espacio político es posible y necesario. Hoy más que nunca la generosidad, la humildad así como la ternura son imprescindibles en toda acción política.
Miembro de la Coordinadora Nacional y responsable de Comunicación de Iniciativa por Andalucía (IxA).
@jochimet