La música me acompaña en el coche, como creo que le pasa a muchas personas. Normalmente la elige mi mujer y está de fondo musical en los viajes mas o menos lejanos, casi siempre cortos, que hago.
Hace un par de días con motivo de un desplazamiento a Sevilla desde Isla Cristina, Loly puso un CD conocido, de Joaquin Sabina, (19 días y 500 noches del año 1999). Reconozco que no le tengo ninguna pasión especial a este personaje, que supuestamente es progresista, pero que no hace ascos ni a Esperanza Aguirre ni a Alberto Ruiz-Gallardón, ejemplos conocidos de las ideas mas conservadoras y neoliberales, cuando ambos deciden otorgarles premios a su carrera musical y, especialmente a su madrileñismo reconocido.
Pues bien, escuchando el mencionado disco me llamó la atención una canción que me sonaba bastante, pero de la que no tenía conciencia de su letra. «Como te digo una letra» es el título y este su contenido:
Borja, como te «ajogues» te mato, termínate primero el melón,
y luego las tres horas de la digestión, hay que ver qué mal rato,
pero el niño no me quiere comer, Borja, corazón,
te lo he dicho cienes y cienes de veces, dobla esa toalla,
¡Qué hartura de playa!
pero mi marío quiere Benidorm, sa jodío, si tonto no es.
Como el pobre mío se queda en Madrid, pa cargar las pilas
su cena en Manila, su copa en Pachá, Como te digo una «co» te digo la «o»
¿Y tú cómo vas? tienes mala cara, no me digas más, si yo te contara
falleció mi suegro, me operé del quiste, ¿tú me ves más triste?
Y me doy con un canto en los dientes porque a la presente,
y, cruzando los dedos, lo puedo contar, aunque, gracias a Dios, yo no soy creyente,
con lo que una ha visto, y que Dios me perdone, no hay que ser muy lista.
Pa mí, Jesucristo el primer comunista.
Como te digo una «co» te digo la «o»
¿Y las religiones? Ponme una de cada, que están rebajadas en el Corte Inglés.
¿Y cual es la mejor? Mire usted, la mía, porque es de cajón que algo tiene que haber.
Llámalo equis, me parece bien.
Llámalo energía, mejor todavía
¿Y los curas? esos ni en pintura
¿Y el tarot, y la astrología? me los hice ayer en la peluquería
¿Y el dinero? el único Dios verdadero
¿Y Lutero y Buda y Mahoma? con su pan se lo coman
¿Y qué opinas del Papa de Roma? ese, un particular.
¿Pero a ti qué te voy a contar?
Fíjate que yo, sin ser socialista de las de carné
y hasta aquí del GAL y de la corrupción,
que sí, que existió, una mala gripe que había que pasar,
pero te decía, como mi Felipe pa mí que no hay dos,
y si no, tú misma, porque el del bigote no tiene carisma,
Como te digo una «co» te digo la «o»
y habrá quien lo vote, que hay gente pa tó,
¡España va bien!
será para él, si, total, le tocó en una rifa.
¿Y qué vas a hacer? ¿Votar al Califa?
Desengáñate, será muy honrao, no digo que no, y trabajador
y pico de oro, pero desfasao.
Como te digo una «co» te digo la «o»
Pero a lo que iba, el año pasao pillamos un charter de martes a martes.
Fue por esa agencia si mujer, viajes el Halcón,
bien como experiencia, ¿que si nos gustó La Habana? hija mía
¿no nos va a gustar?,
a una la reciben con ese Caribe, y ese malecón.
¿Y la gente? legal, supermaja, no sé, diferente
y eso que el dichoso bloqueo los dejó, no digo que feos
porque feos no son, y hasta el más negrito tiene educación,
pero, pobrecitos, flaquitos, flaquitos, y sin libertad.
Que tengan la culpa Clinton o Fidel, a mí, mire usted, lo mismo me da.
Pa abreviar el cuento que no disfruté, que no vuelvo más.
Porque, en España, aunque le pongas pegas, sabemos vivir.
Sólo en Antón Martín hay más bares que en toda Noruega.
Por cierto, el marisco ni comparación.
Te cuento la cena: los dos matrimonios, Francisco, mi Antonio, la Almudena y yo.
Hija, a la Almudena la ví de estropeá, de mi para tí que está mal follá.
porque, la verdad, guapa nunca ha sido, pero, ese vestido como de almacenes Arias,
iba de ordinaria, pero a lo que vamos ¿que dónde cenamos?
en casa Tomás,
eh, de bote en bote, pagamos a escote, un kilo de gambas con su Paternina,
su buena propina, pacharán y puro ¿cuánto nos cobraron?
no llegó a dos mil duros,
tú dirás si es caro y ¿frescas? de puerto de mar.
Y ¿limpio? con decir Tomás, oye, que era lunes y había que esperar.
¡Joder con la crisis! ¿dónde está la crisis? Y es que hay que saber saberse administrar.
Como te digo una «co» te digo la «o»
¡Qué cansada estoy! Hoy, mi siestecita, nadie me la quita,
y, si no pego el ojo, o pongo en remojo unas lentejitas,
o me quedo frita lee que te lee.
¿Qué no te lo crees? como te lo digo, antes, yo leía, de higos
a brevas, de Corín Tellado nunca había pasado, y, resulta que un día,
todavía no me explico yo a santo de qué,
mi cuñada Irene viene y me regala lo de Antonio Gala,
hija mía, me pongo a leer y, oye, qué poesias,
si sabe de una cosas que ni una sabe que sabia.
Y con ese estilo y con esa lengua y con esa pluma.
Como te digo una «co» te digo la «o»
Una al vino vino y al pan con tumaca, y, sin ser polaca,
cuando quiero un socio para los negocios dame un catalán,
gente más decente no voy a encontrar El mejor cliente de la gestoría:
Jordi Martorell, no veas qué masía tiene en Calafell.
Y es que hay que viajar antes de opinar ¿o todos los vascos
van con metralleta?
pues no, mire usted.
¿y están todos locos por ser de la ETA?
mire usted, tampoco.
habrá unos que sí, habrá otros que no,
si ha estado allí habrá comprobao que el problema vasco es muy delicao.
Yo nací en Motril y no le hago ascos a un buen bacalao a la Urdangarín.
¡Viva San Fermín! ¿qué no te has fijao?
mírame a los ojos ¿tiene un revolcón?
¿o es tonta la infanta? ¿te pido otra fanta?
lo pones al lado del Marichalar y no veas lo que canta, hija, no hay color.
Lo mismo que el Rey, (y te tengo dicho que le tengo ley),
pero, la verdad, no es un Castelar, ni lo tiene que ser,
oye es un Borbón,
¿Pa que quiere más?
Y el pedazo reina que lleva detrás, que no se despeina
y hay que ver lo que manda esa buena mujer en la Corte.
Que es mucha familia y, oye, la hemofilia los ha respetao.
¿Y el príncipe azul? Figúrate tú, de los nervios todas y él no quiere boda,
tan rubio, tan fino, tan tieso, tan alto, tan cachas, qué agobio,
hija, ¿Y la Sartorio?
a mi me da pena, descompuesta, sin novio y tan buena muchacha.
¿Que no era princesa?
pero era persona, Jesús, lo que pesa la corona esa, más que el corazón.
¿Y la razón de estao?
Nos ha fastidiao ¡Que desinrazón!
A mí, que, al Borbón lo pierdan las faldas,
mire usted, chapeau, sin hijas bastardas
no habría monarquías, lo dice hasta Ansón,
de qué come Ussía ángel de la guarda,
cuánta hipocresía Porque tiene gracia
¿esto es democracia?
¡Uy, las dos y veinte!
qué charla te he dao, hoy sí me he pasao,
mañana hablas tú, como siempre te callas.
Ven acá pacá, Borja, la toalla, ¿qué te has hecho en la frente?
¿Tú has visto qué cruz? Bueno, Ana María bésame a Vicente.
Carretera y manta, lo que es otro día nos traemos del súper las fantas.
Como podéis comprobar es un repaso bastante completo de la sociedad de la época. Corresponde a una visión de la sociedad de la transición. Un buen montón de esterotipos, creados a la luz de la situación del momento, comentarios políticos al uso, que no sé si se corresponden a las ideas del autor o sólo es una crónica social. Dejémoslo estar.
Lo cierto es que aquella sociedad está superada, no quiero decir que la actual es mejor, sino que aquellos pilares sociales que sostuvieron esa epóca se han venido abajo, la ciudadanía está en otra cosa, está en conformar nuevos espacios sociales y políticos, más allá de las justificaciones de la corrupción salvaje de los GAL o de los esloganes electorales repetidos machaconamente o de las argumentaciones de los desfases bien dichos de los reclamados reyes moros. Estamos en otra cultura, que tiene que terminar de definirse, pero que será y es ya otro modelo de participacion, ya nada será ni es de la misma manera que la sociedad que desde 1978 nos contempla hasta estos últimos años.
Amador Fernández-Savater hace un disección muy completa de lo que es la llamada Cultura de la Transición (CT) en este artículo publicado en el número 1 de Cuadernos de eldiario.es. Afirma que «la CT es un espacio de convivencia sin pueblo. Una arquitectura política sin gente. En su orden de clasificaciones, la calle queda marcada como el lugar de la anti-política». Efectivamente, si algo caracteriza a la sociedad actual es que la gente quiere estar en la política, aunque no sepa bien de qué manera, pero no quiere más ser ninguneada por los representantes, que sólo se representan a sí mismo.
Ya no valen justifcaciones del tipo «y hasta aquí del GAL y de la corrupción, que sí, que existió, una mala gripe que había que pasar» no se soporta ese modo de proceder, no hay malas gripes que justifiquen el delito, no vale todo en nombre de una transición que solo produjo cambios que impidieron que poco cambiara. Las responsabilidades existen y las personas saben que de una manera u otra que todo tiene que tener unas consecuencias, la sensación de impunidad no puede continuar y con mayor o menor fervor hay cada vez más personas que no la soportan y la manifiestan de diversas maneras, plataformas, movimientos sociales, colectivos, suicidios, abstención politica manifestada, concentraciones, manifestaciones. La gente quiere ser arquitecta de su propio destino, por acción u omisión y para ello ocupa la calle y sabe bien que tiene una fuerza que durante un tiempo demasiado largo, ha estado controlada y atrapada por esa CT que todo lo ha envuelto.
En otro momento del artículo, Fernández-Savater reflexiona sobre un nuevo sentido común y la «segunda transición» y plantea estas interogantes:
¿Qué será de la CT? Quizá encuentre una nueva pujanza en partidos como Ciutadans o UpyD. Quizá desaparezca poco a poco. Quizá mute o se hibride con otras fuerzas ficticias con las que tiene puntos de conexión aunque también muchas diferencias: el discurso del “gobierno técnico” que habla de racionalidad, eficacia, buena gestión y calidad; o el discurso de mercado que habla de servicios, clientes, consumo e imagen (la Marca-España). Habrá que seguir con atención estos rejuvenecimientos, relevos y préstamos entre los diferentes relatos. Pero lo más importante desde un punto de vista emancipador es que está naciendo un nuevo sentido común que se elabora por abajo y en el que caben perroflautas, jueces, bomberos, policías, médicos, profesores y gente cualquiera: el 99%, como estamos viendo y viviendo en todas las manifestaciones contra los recortes.
Y, en mi opinión, ese nuevo sentido común reclama nuevas herramientas sociales y políticas, la participación y la transparencia son parte de la base del mismo. El 99% no está dispuesto a permanecer callado ante las elecciones cada cuatro años, quiere y requiere que la democracia se extienda a todos los momentos de la vida. De esa exigencia creo que nacen propuestas, como las elecciones primarias ciudadanas. La gente quiere estar en todas las decisiones, no solo en las que representantes decidan, sino en todas y ello implica que los colectivos partidarios asuman el papel de instrumento que haga posible esa participación.
Somos conscientes de la complejidad de la propuesta, pero quién dijo que la vida era fácil. Requiere humildad, justicia y grandeza de miras. Nos jugamos mucho y debemos de luchar por romper las barreras que impiden ese ejercicio de democracia profunda. Y tiene riesgos, pero más hay en una vida sin salidas y tan desigual como la que tenemos. no tenemos nada que perder, está todo por ganar y esta herramienta va a facilitar que la equidad y el compromiso sea una realidad en nuestras vidas.
Ya me gustaría, que dentro de 19 días o 500 noches veamos como esta sociedad es capaz de hacer visible una democracia que parta de las decisiones ciertas de las personas.