jochimet
28.03.2013

LA MALETA EN LA PUERTA O YA LLEGASTE, ¡QUE BIEN!

por José Antonio Jiménez Ramos

 

 

 

 

 

 

 

La vida de las familias que están relacionadas con la pesca es muy particular. Espero contarlo a partir de una tertulia de café.

Puse esta foto,

en facebook, en ella podéis ver una tertulia, la titulé un café cibernético y generó un pequeño debate sobre el uso excesivo de los móviles y la falta de diálogo entre las personas que provoca. Claro está, el sentido de la foto no era abiertamente provocar ese debate, pero considero que estuvo bien y desde luego me aportó, nuevamente, una reflexión derivada de la sociedad que tenemos, donde existe una paradoja permanente; estamos en la sociedad de la información y la comunicación, sin embargo parece que la gente se aisla cada vez más.

Al día siguiente, puse otra foto

en el mismo lugar con la intención de confrontar la previa. Vuelta otra vez a producir un pequeño debate, incluso disculpatorio de alguna expresión anterior que de ninguna manera producía malestar.

En ese mismo lugar y al rato vemos que se presenta un señor haciendo fotos (con el móvil) de la fachada del edificio donde se encuentra la cafetería de referencia, se acerca a donde estamos y empieza a medir la terraza pero da muestras de no ver bien y, sin encomendarse al diablo, larga un «lo único que tengo malo es la vista, todo lo demás lo tengo bien, sobre todo lo que no se ve» mientras se coloca las gafas. Carcajada general y algún comentario dudoso de la calidad oculta (está por ver).

En ese ambiente, se produce una charla distendida sobre como llegaron algunas de las presentes a aquella zona del pueblo y recuerdan los sacrificios que tuvieron que hacer para poder pagar el piso que habitan, en un caso decía una, «mi novio entonces, hoy mi marido se tuvo que ir «pa» Marruecos para ganar más dinero». Sigue contando, lo tranquila que estaba por allí, hasta el punto de que ella tenía un ventanal que daba al mar, que aunque algo lejos le permitía gozar de una vista estupenda, «no tenía nada ni nadie delante de la ventana, podía estar muy relajada y, al mismo tiempo, comunicada con su marido, porque cuando él llegaba de la mar, le hacía señas con las luces del barco y ella le contestaba encendiendo y apagando la luz del salón; ahora ya no, me manda un whastsapp y ya sé que está llegando y además tengo un toldo en la ventana porque enfrente hay un edificio, que además de taparme la vista del mar me obliga a mantener nuestra intimidad», recuerda también que en algunos momentos cuando el marido tuvo que seguir yendo «pa» Marruecos «las señales del barco era de una alegría inmensa, porque habían pasado varias semanas en que no se veían» a lo que otra que escuchaba le dijo «cuando veías las luces te ibas a lavar», ¿cómo? pregunté, ¿qué quieres decir? Pues eso, que llegaba el marido, habia que prepararse, sobre todo cuando la ausencia habia sido de varios meses como consecuencia del tipo de pesca que antes había.

A ese respecto, esta amiga, que de «esaboría» no tiene nada, nos comenta que en una ocasión, volvía su marido después de varios meses en Dakar, y lo hacía, el hombre bastante desesperado, de tal manera que soltó las maletas en la puerta de la casa y las recogió a la mañana siguiente. Todo un retrato de las consecuencias de las separaciones largas.

Pero a continuación surgió una cuestión que me pareció muy interesante, ¿cuál es el papel de la mujer en este tipo de sociedad? La respuesta, me sorprendió, pero es muy lógica, la mujer, aún ahora que ya no hay desplazamientos prolongados, tiene una capacidad decisoria en el día a día, que supera con mucho a otras sociedades. Las mujeres tienen que tomar decisiones, que supuestamente no les corresponde, en ausencia del marido y se asume de forma natural. Es otra forma, al fin y al cabo, de machismo. Hay como una parcelación de la vida que le da a la mujer esa capacidad por necesidad y no por igualdad. Tienen que optar de forma permanente en una gran multitud de ocasiones y, por ello asumen una responsabilidad que en otros ámbitos no ocurre.

Esta es una de las características de la vida de las familias marineras, pero hay otras más que trataré de ir conociendo y os contaré en esta pequeña ventana al mundo.

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