Tras la proliferación en los últimos años de las exposiciones temporales, los conceptos o ideas que están detrás de una muestra evolucionan a pasos agigantados. La figura del comisario se ha convertido en el eje central sobre el que gira la oferta cultural. Como consecuencia se está produciendo un cambio en el modo de acercarse al arte. El curator se ha convertido en el eslabón entre el público y el artista.
El arte contemporáneo ha mutado la relación tradicional que tenÃa con el espectador y, en la actualidad, las exposiciones se plantean como un objeto en sà mismo, con sus propias tendencias y una trascendencia que, en ocasiones, aparece más relevante que la de las propias obras.
La descontextualización de la obra y del artista es un ejemplo de los recursos utilizados por comisarios. En base a intervenciones que se centran en la relación con el espacio en el que se expone, se producen situaciones tan paradójicas como que los artistas urbanos pasan a exponer en museos, mientras que los creadores más «profesionales», o habitualmente asociados a estos centros, se habitúan a exponer en el espacio público.
En este sentido me ha llamado mucho la atención una situación que se ha vivido recientemente en Vigo, donde dos muestras fotográficas han dado muestras de un mismo hecho pero desde intenciones muy alejadas.
Las fotografÃas de Manuel Sendón en la Fundación Pedro Barrié de la Maza, en la que se mostraban casas tradicionales gallegas en procesos de deterioro y abandono, no distan demasiado de la propuesta de, por ejemplo, Brian McKee en «Documentos», una exposición comisariada por Rosa Olivares [Rosa Olivares es directora/editora de EXIT] en el MARCO.
Pero el éxito de la primera consiste exactamente en lo que la segunda pretende. Ofrecer una visión que ponga en evidencia procesos históricos y, como en el caso de Sendón, tan contemporáneos como los ligados al éxodo a las ciudades y el consiguiente abandono de un sistema económico.
Curiosamente la obra del artista gallego ha sido muy valorada por su carácter de «archivo» de una época concreta, de una situación clave. Sólo los ojos de un artista pueden centrarse en, precisamente, lo contrario a aquello que la cultura de masas demanda. Ha logrado con sus «Casas Doentes» traer a una urbe gallega un hecho que, para casi todos los que aquà vivimos, es inquietantemente familiar y que nos pone en relación con otro espacio y otro tiempo sorprendentemente cercano y distante a la vez.
Por su parte Rosa Olivares pretende poner en evidencia con «Documentos» ese carácter de la obra como registro o testigo notarial de una época y unas circunstancias. Sostenida en una gran fotografÃa, la exposición anima mediante textos a que nos acerquemos a ellas desde este planteamiento. Un buen ejemplo de cómo las exposiciones están ganando enteros en estructuras narrativas que invitan a adoptar una mirada sobre las propias miradas.
Curiosamente Sendón se ha desmarcado de cualquier intención de lograr lo que ha logrado, evidenciando la afortunada distancia que existe entre el sentido del proceso de creación y cualquiera de las múltiples interpretaciones que de ella se extraigan.
Para no dejar de dar una valoración de todo esto, la verdad es que si la muestra de Manuel Sendón me ha impactado notablemente, la de Rosa Olivares sà que parece un tanto frÃa. El mero hecho de racionalizar las obras en el mismo momento en el que son servidas, creo que te distancian un tanto de la propia fotografÃa, perdiendo quizás cierta capacidad para evocan tantas sensaciones como lo hace una obra presentada de un modo sencillo, claro y directo. Pero no por ello deja de ser un buen planteamiento y habrá que seguir con atención el desarrollo de estos conceptos expositivos.