Experiencias reales con mirada neurocientífica

por Dolores Álvarez

Después de haber leído el libro coordinado por David Bueno y Anna Forés, La práctica educativa con mirada neurocientífica, del cual podéis ver la reseña completa en el Portal de INED21, no puedo dejar de reconocer el gran trabajo de la Cátedra de Neuroeducación de Barcelona ya que sus propios autores se han ido a pie de aula a realizar los proyectos educativos para así dejarnos constancia de los avances de la Neurociencia en nuestro campo de la educación.

Quiero destacar también que se han llevado a cabo proyectos en todas las etapas educativas: Infantil, Primaria, Secundaria, Bachillerato, Formación Profesional, Universidad, Formador de Formadores, Adultos y Familias. Además cada uno de los proyectos puestos en práctica puede trasladarse a las diferentes etapas, con las adaptaciones necesarias debido al nivel de maduración del alumnado. Cabe destacar también que esta Cátedra de Neuroeducación es la primera en todo el mundo cuyo objetivo exclusivo es formar, divulgar y potenciar a nivel de profesionales de la educación y de la sociedad en general los conocimientos y las buenas prácticas en Neuroeducación.

Ideas claras y concisas soportadas por la Neurociencia y la Neuroeducación, según los autores de esta obra, extrapolables a otras situaciones de aprendizaje y que nos pueden servir de reflexión e inspiración en nuestra práctica educativa:

Los primeros años son fundamentales en la vida de las personas. Las experiencias, la calidad de vida y el contexto en el que crecen nuestros niños y niñas son cruciales para el adecuado desarrollo del cerebro y la mente.
Para que nuestro alumnado crezca y se eduque en las mejores condiciones, los adultos y el profesorado deben estar formados, trabajando la construcción de una cultura de aprendizaje que valore y promueva el pensamiento. La formación del profesorado en todos los niveles es básica para el conocimiento y la práctica de las bases neuroeducativas.
Las aportaciones de cada persona dentro del grupo que se trabaja favorece la participación, la motivación, el aprendizaje colectivo y enriquecen el proceso de aprendizaje. El trabajo cooperativo incrementa el clima positivo dentro del aula. la tutoría entre iguales favorece el desarrollo cognitivo y motivacional.
Cada niño, educador y familiar es una persona totalmente singular, diferente a otra, con ideas, emociones, gustos y potenciales diversos.
Los avances tecnológicos de los últimos 30 años han favorecido el conocimiento que actualmente tenemos del cerebro.
Los docentes deben trabajar teniendo en cuenta la variedad de su alumnado por eso debe conocer a cada estudiante, así podrá trabajar adaptando los objetivos, los tiempos, los desafíos, las prácticas y las estrategias que vengan bien a cada persona. El trabajo de las emociones es básico para el desarrollo integral de las personas.
Cada nuevo aprendizaje debe estar conectado a experiencias previas que hayan tenido tanto dentro como fuera del recinto escolar.
Debemos generar un contexto rico en estímulo, multisensorial, novedoso, que provoque la curiosidad y genere expectativas para el aprendizaje.
En la infancia se forma el andamiaje que irá edificándose a lo largo de la vida, mejorando y consolidando habilidades cognitivas complejas.
La plasticidad cerebral es la capacidad que tiene el cerebro para autoesculpirse según su necesidad de eficiencia, maduración y sofisticación. La infancia y la pubertad son reconocidas como períodos altamente plásticos. Esta plasticidad cerebral nos permite aprender a lo largo de la vida.
No hay aprendizaje si no existe algún sistema de memoria y de atención. No podemos recordar algo a lo que no le hemos prestado atención. La atención y la memoria son selectivas según los conocimientos y experiencias previas.
Las etapas de Infantil y Primaria son globales y globalizadoras por tanto las propuestas educativas no pueden caminar por senderos diferentes. La contextualización por parte del profesorado en los proyectos es tremendamente relevante.
Desarrollar el pensamiento creativo nos va a ayudar a dar respuesta a los problemas planteados de una manera creativa.
Es importante en la primera etapa ayudar a identificar, expresar y regular las emociones porque esto redundará en el desarrollo integral de las personas. No podemos separar razón y emoción. Toda experiencia humana tiene componentes afectivos y cognitivos que se relacionan de forma interdependiente.
La creatividad involucra gran parte de los procesos cognitivos localizados en múltiples partes del cerebro, y no es posible ubicarla ni en un momento ni en un espacio concreto.
Desde la Neuroeducación se plantea una acción integradora, interdisciplinar, significativa y aplicable a la vida, con bases multisensoriales para una óptima integración.
Cuando el estudiante disfruta aprendiendo y se ve implicado en su propio proceso de aprendizaje, se genera una motivación intrínseca y pueden aflorar emociones positivas que favorecen el aprendizaje. Cabe destacar que aumentar la autoconsciencia del propio proceso de aprendizaje es uno de los objetivos a corto plazo que se ha propuesto la Unión Europea.
El factor que mayor incidencia tiene sobre el aprendizaje del estudiante es la valoración del educador sobre su progreso y sus expectativas (Efecto Pigmalión)
La metacognición es la capacidad de ser conscientes de nuestros propios procesos cognitivos, lo que implica reflexionar sobre los propios pensamientos y conocimientos. De esta forma contribuiremos a fijar los aprendizajes y favoreceremos también la motivación para nuevos retos cognitivos que se nos presenten.
Estar en un grupo social y participar en los diálogos está demostrado que es donde más zonas del cerebro se activan simultáneamente con lo cual se pueden asimilar mejor los aprendizajes.
Las historias y los cuentos son motivadores, permiten activar el cerebro social y las áreas motivacionales, además de generar sensaciones de recompensa y dosis de emociones proactivas como la sorpresa. Las personas sentimos una fascinación innata por las historias porque favorecen la socialización.
Fortalecer las relaciones con el alumnado es importante y mejora los procesos formativos ya que solemos aprender con más eficiencia de las personas en quienes confiamos.
No podemos olvidar la importancia del sueño en el proceso de consolidación de las memorias.
Sobre los 18-20 años de edad, existe un fenómeno llamado «poda sináptica», donde el cerebro se deshace de aquellas conexiones que no le resultan útiles.
Aprender es un instinto biológico inevitable. Aprendemos de nuestro entorno inmediato, pero el objetivo de dicho aprendizaje es podernos anticipar a cambios y situaciones novedosas que a menudo son inesperadas o imprevisibles.
Hemos de tener en cuenta en el proceso de desarrollo las neuronas espejo, relacionadas con la capacidad de imitación, empatía y sociabilidad.

Todas estas ideas y algunas más son las que han ido inspirando a los proyectos que se han llevado a cabo y de los cuales podremos disfrutar en el libro La práctica educativa con mirada neurocientífica, coordinado por David Bueno y Anna Forés. Libro muy recomendable para los docentes de cualquier etapa educativa.

«No solo conocer el cerebro nos ayudará a seguir caminando hacia la utopía, sino que tenderá puentes con otras disciplinas y nos permitirá comprender mejor cómo poner el foco en las necesidades e intereses del alumnado, cómo articular propuestas donde la inteligencia colectiva esté al servicio de un aprendizaje común o cómo a través de un manejo exquisito de la motivación conseguir que nuestro alumnado desarrolle todo el potencial que tiene dentro, no solo para conocerse mejor, sino también para que puedan llegar a ser la mejor versión de sí mismos» Chema Lázaro, 2021.