Reproduzco literalmente el escrito de la Asociación Convives que está formada por personas implicadas en educación que, desde perspectivas diversas, comparten su visión sobre la convivencia escolar. Comparto sus ideas y deseo que tenga la suficiente difusión para que esta serie desaparezca de nuestras pantallas ya que representa una educación que no concuerda con la realidad de nuestros centros educativos.
«Es bueno hablar de educación, es importante hacerlo. Pero no todo vale al hablar de educación y en estas semanas estamos asistiendo a la programación en la TV pública de una serie, HIT, que aborda temas educativos con posterior coloquio. Como Convives, asociación integrada por profesionales del mundo educativo que trabaja por y para la convivencia positiva en colegios e institutos, teníamos muchas expectativas en la apuesta que realizaba la TV pública, dedicando una serie a tratar temas que preocupan a la comunidad educativa en horario de máxima audiencia, nada menos… Expectativas que se nos han ido diluyendo a medida que iban pasando los primeros capítulos por la pantalla.
Comprendemos que se trata de ficción y las licencias que ello supone, pero la serie transmite ideas, valores y una visión distorsionada de la realidad que, desde nuestro conocimiento, vivimos cada día en los centros educativos. Y ello debería ser cuidado por nuestra TV pública. El debate posterior, de manera equívoca, puede aportar mayor credibilidad a la serie confundiendo con medias verdades que sabemos son las más peligrosas de las mentiras.NO NOS GUSTA HIT, entendemos que no educa, nos parece un experimento fallido por diversas razones:
- El contexto en el que se desarrolla la trama. Basta entrar (con mascarilla, claro) en cualquier centro educativo de nuestro país para darse cuenta de que el que vemos tiene más parecido con un centro conflictivo de película estadounidense que con los nuestros.
- No son así los chicos y chicas con los que convivimos. Existe alumnado con problemas, claro que sí, cómo vamos a negarlo, y se dan casos en la línea de los presentados, pero su concentración y la carga de estereotipos límites y de tópicos desvirtúa la conexión con la realidad. Los guionistas, en su afán comercial, necesitan una historia “fuerte”, con mensajes cortos y simples que despierten sentimientos primarios, que atraigan a la audiencia (¡ah, la lucha por el share!!), pero proyectando un modelo terapéutico de abordaje de los conflictos que ofrece “soluciones milagrosas” y que sutilmente nos puede llevar a pensar que “el fin justifica los medios”.
- No nos gusta la imagen del profesorado, ni de los equipos directivos, con un claustro a menudo timorato, sin suficiente prestigio ni autoridad moral, preocupado más bien por lo académico; y una dirección incapaz de afrontar situaciones complejas de manera colaborativa. Tampoco se dan en nuestros centros superprofes iluminados e incomprendidos que, a la manera de héroes (suelen ser hombres), proyectan mensajes unívocos de solución. En nuestro día a día no nos arrugamos ante los problemas graves de convivencia que surgen, los afrontamos unidos, en equipo y de cara, y buscando la esencial colaboración de la comunidad educativa, en especial de compañeros y compañeras de clase y de las familias.
- No nos gusta el protagonista (el personaje, claro). Su forma de trabajar, sus actitudes chulescas, su violencia verbal; muy lejos del equilibrio y la mesura que demuestran docentes que afrontan y gestionan muy bien las situaciones conflictivas cuando aparecen; con un trato con el alumnado y con las familias constructivo, respetuoso, intentando razonar, cuidando las emociones de todas las personas. Un proceso educativo en definitiva.
- No nos gusta el sexismo que desprenden personajes y relaciones: el liderazgo negativo de las chicas, la directora incapaz y abrumada o el chico malo y vulnerable, entre otros.
Sin duda puede resultar muy cinematográfico el papel de un superprofe con una historia tormentosa detrás, aunque capaz de poner todo patas arriba, sin permisos, sin contar absolutamente con nadie, asegurando sacar las castañas del fuego. No funciona así en la vida real, la que conocemos y en la que participamos, donde cada día se afrontan situaciones complejas y se crece en un trabajo armónico y silencioso con eficacia, responsabilidad e implicación de toda la comunidad educativa, con el apoyo de la inspección o agentes externos y especialmente el potencial positivo cuando se trabaja con todas y todos. Pero claro, de forma menos estentórea, porque ya sabemos que “mete más ruido un árbol cayendo que todo un bosque creciendo”.Nos preocupa, también, el desconocimiento de los recursos de que disponemos para la mejora de la convivencia y que la comunidad científica y educativa ha ido elaborando y poniendo en marcha en los últimos años con evidencias de éxito. No aparecen -al menos de momento- referencias a ningún Plan de Convivencia del centro, al Plan de Acción Tutorial ni a la orientación, ni aparecen estrategias muy usuales como al alumnado ayudante, la mediación escolar, las aulas de convivencia, los programas de prevención del bullying, las prácticas restaurativas y muchas otras medidas que ya están en nuestros centros y que contribuyen a que haya el clima de paz necesario para el bienestar y el aprendizaje. No estamos de brazos cruzados.Desde la asociación Convives afrontamos la convivencia escolar desde una perspectiva positiva, contribuyendo a su resolución desde la implicación de toda la comunidad y desde el convencimiento de que solo con la ayuda de todos y de todas, especialmente de sus principales protagonistas, el alumnado, somos capaces de modificar las cosas para revertir la situación. Y observamos cómo estas semillas van germinando, produciendo personas generosas, implicadas, solidarias y formadas para el complejo mundo actual (como ha puesto de manifiesto el último informe Pisa).Por todo ello rogamos encarecidamente que la realidad educativa sea mostrada, desde la TV pública, en sus variados matices, complejidad y riqueza, con mejor documentación y representación individual y colectiva, contribuyendo a prestigiar y valorar la educación para que el acercamiento sea bastante más exacto que lo que se le está contando al gran público. Que se conozca a profes reales, a centros reales, a soluciones reales, no mágicas ni “importadas”. Sin duda uno de los aprendizajes de la pandemia que vivimos es la mayor valoración y necesaria colaboración en la educación por parte de todos, sobre todo de las familias, y la importancia de su complicidad. El papel de una TV pública es esencial en este logro, aunque se pierda algo de share».Asociación Convives. Octubre de 2020.