Por estos días se oye hablar de Evaluación por todos sitios, entre amigos docentes, entre estudiantes, entre familias, en la prensa… ¿Verdaderamente hablamos de Evaluación o de Calificación?
Cuando una madre te dice, amargamente, que a su hijo le han suspendido las matemáticas y que ya tiene las vacaciones hechas… esto da que pensar porque es un niño excelente, en las demás materias lleva notas buenas y el profesor, según ella, se ha portado mal con la clase porque solo ha aprobado a tres niños. Ese profesor ¿ha calificado o ha evaluado?
Si yo fuera profesora de esa clase me tendría que plantear qué ha pasado, por qué mi alumnado no aprende, tendría que replantear la metodología, los contenidos, mi forma de interactuar con el alumnado, de qué forma he evaluado… el problema es sencillo, si el alumnado está motivado para aprender yo debo saber llegar a que el conocimiento se adquiera y la evaluación sea positiva.
Pero seguimos como siempre, no nos importa caer una y otra vez en el mismo sitio, decir que el alumnado no estudia, que las familias no los motivan, que eso a estas alturas deben saberlo o que vienen con falta de base. Porque, al fin y al cabo, solo importa la adquisición de conocimientos que después repito en un examen y que en la mayoría de los casos se olvida. Estamos hablando, como dice María Acaso, de educación «bulímica» (engulles y después vomitas en el examen)
Recuerdo un debate con una buena amiga hablando sobre los conocimientos que debe traer el alumnado al llegar a la Secundaria. Ella argumentaba que no podía «perder tiempo» con los conocimientos que en Primaria no se le habían dado y yo decía que si el alumno no lo sabía había que partir desde ese sitio para que lo demás pueda entenderse, de lo contrario estaremos todo el curso dando trompicones y justificando con los mismos argumentos. Esto creo que es lo que le pasa a parte del profesorado, se llevan durante todo el curso con las mismas justificaciones que al principio de curso. Ya está bien, eso debe cambiar, hay que evaluar al alumnado con todas las circunstancias que le rodean, ampliando si fuera necesario en el sitio que se encuentre el vacío.
Evaluar no es calificar, es algo más serio, es tener en cuenta las diferencias y tomar al que aprende como una persona, no como un número de la lista, con sus circunstancias particulares, de esta forma el proceso llegará a formar parte de su verdadera educación.