Agazapada en la página 29 del último número del periódico Diagonal, está la primera colaboración que realizo para este medio (ese enlace lleva al artículo en PDF // La pieza se puede leer en la web del periódico y, además, el reportaje en cuyo contexto se insertaba: No es la crisis publicitaria, es el periodismo).
Es curioso porque fue una entrada de este mismo blog la que, al parecer, motivó a la gente del diario (a los que conozco sólo de lejos) a pedirme este texto sobre la precariedad de la profesión periodística, específicamente desde el punto de vista del colaborador o freelance. La pieza se inserta en un reportaje más amplio que cubre las páginas 28 y 29, sobre la llamada «crisis del periodismo».
A veces, a ratos, de cuando en cuando, tengo que aclarar que soy una periodista sin título y que mi experiencia en el periodismo es, siempre, de costado, transversal. Sólo en una ocasión he trabajado en una redacción, y porque me prestaban un sitio en el que maquetar mis colaboraciones.
Como la pieza que me solicitaron no era muy amplia, y como el tema me entusiasma, se me fue de las manos la recogida de datos y la solicitud de declaraciones. Primero me lo planteé como una historia de ficción, pero después me pareció más interesante contar experiencias reales de gente real que, como yo, se ha visto «expulsada» de las redacciones.
Los freelances no cuentan en la redacción, no son parados, no se reflejan en las estadísticas. Por eso el título, que era «los invisibles» hasta que pasó por edición y se convirtió en «Los periodistas invisibles».
Tuve que reducir mis aspiraciones a los caracteres propuestos, así que muchos datos no entraron:
El Observatorio de la Crisis de la FAPE contabiliza en 4.421 puestos de trabajo destruidos desde noviembre de 2008. Estos son puestos de trabajo. Los freelances no están ahí. Pero tampoco los encontré en otros sitios.
La Federación de Autónomos (UTA) cuenta 1.325 afiliaciones nuevas en el sector “Información y Comunicación”, es de suponer que muchos de ellos son periodistas. Personalmente, no conozco a ningún freelance periodista que se haya afiliado a UTA.
La historia del hashtag #gratisnotrabajo está contada de refilón, en una línea y media, en el texto. Azahara Cano fue la periodista almeriense que denunció a una empresa que pretendía pagar 0,75 € por artículo. La historia, aquí contada en ABC, con la muy interesante respuesta de la empresa en cuestión.
No siendo nada nuevo, al menos sirvió para destapar el debate en ciertos espacios.
Un artículo de El País, al menos en un recuadro, habla de la «precariedad para los freelances». Invisibilidad un poco menos invisible.
Más lecturas que están en el código fuente. Post en el blog de Henrique Mariño, Pagar por trabajar gratis.
“¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Con una demanda laboral limitada, a los voluntariosos sin formación académica sumen la máquina de hacer chorizos de las facultades de la cosa, más los licenciados en otros rubros que toman el camino del Periodismo, más el producto de las maestrías, más los paracaidistas circunstanciales, más los profesionales forasteros con nómina asegurada y tiempo libre para hacer sus pinitos en el sector, más los currantes de toda la vida que no se jubilarán hasta los, coño, sesenta y siete.”
Artículo de Lucía Lijtmaer sobre la precarización de la prensa cultural, ¿quién -coño- se va a mojar a 30 euros la pieza? (el subrayado es mío).
Samuel González me dejó este impagable post sobre tropelías cometidas con otra figura, que en el enfoque de la pieza se me escapaba y da para otro reportaje: ¡los becarios!
El cierre del texto, por cierto, remite a esta viñeta, que encontré colgada en algún blog y de la que no conozco su origen. Tengo la intención de publicar las cinco entrevistas que realicé para la pieza, de las cuales apenas utilicé una frase o dos.
Muy bueno el post y también el artículo. Yo colaboro también con Diagonal, principalmente porque me dejan escribir sobre lo que quiero y me permiten tratar temas que me interesan, generalmente relacionados con la literatura. Como periodista, hace tiempo que sé que está jodido sobrevivir en la profesión. Yo, como muchos, me he pasado al lado oscuro de las agencias de prensa, mientras hago colaboraciones/regalo para mantener viva la ilusión de una profesión bonita y maltratada como pocas